RÍO GRANDE. Una de las principales tradiciones de esta demarcación es la danza autóctona, aquella que proviene del México prehispánico, dedicada entonces a Macuilxochitl, deidad de la música y la danza; esta actividad formaba parte de la vida social y religiosa de esa época, explicó el titular del Archivo y Museo Histórico, Ernesto de la Rosa Esquivel.
En este tiempo, los jóvenes asistían al Calmecac, institución educativa náhuatl, en la que, de entre otros temas, era adiestrados en el arte de la danza; al caer la tarde los muchachos bailaban y quienes cometían faltas durante la práctica eran castigados, incluso con la muerte si se consideraba que la falta era muy grave.
La danza era practicada por hombres y mujeres, en ocasiones en parejas, en otras sólo participaban hombres.
Para las grandes celebraciones, como la de la fertilidad, portaban trajes de lujo y se movían al son de un tambor que tañían los cantores.
Durante la época de conquista, los españoles combatieron toda forma de culto a las deidades locales, pero subsistieron algunas danzas indígenas incorporadas a las fiestas católicas.
En la capital del estado, por ejemplo, a los zacatecos del imperio Chichimeca le impusieron una nueva cultura y con ella la danza de los Moros contra los cristianos.
Por eso, acotó, en la actualidad, cuando se lleva a cabo la feria, se presentan las danzas que evocan la batalla, de manera tal que las actividades cristianas siempre están influidas de tradiciones indígenas.
Tal como ocurre en Río Grande donde se llevan a cabo las presentaciones, algunas desde 1689 básicamente en tres templos, el de Santa Elena de la Cruz, la de Santa Veracruz y el de Nuestra Señora de la Concepción.
Aunque, de acuerdo con el acta 5, del 5 de marzo de ese mismo año, en las colinas de los cerros Las Cabezas y La Cruz, existían pequeñas capillas donde también se efectuaban danzas.
En el cerro de Las Cabezas, conocido como Tepeyac, donde está el Santuario de Guadalupe, cada año los días 2, 3 y 4 de mayo, se representa la lucha de la humanidad contra la maldad, y participa un personaje con máscara de madera, con un chirrión o azote y vestidura de yute, el cual es mejor conocido como “el viejo de la danza”.
Otros actores importantes en esta evocación son los músicos, que tocan el violín y la tambora, quienes marcan el ritmo del grupo, explicó Ernesto de la Rosa.
En cambio, en el cerro de la Cruz, que está ubicado en el lado oriente de la vía del ferrocarril, se ejecuta la danza de la Pluma.