Cómo quieres que el Estado solucione tus problemas, si el problema es el Estado
No existe nada más liberador, de la aterrada alma, sobre todo en estos años de muchos balazos y más ideológicos bandazos, que revisar los diarios y leer declaraciones cada día más aterradoras, como saber que Doña Claudia Sheinbaum tiene asesores de campaña (¿la neta es cierto que Adán y Monreal serán sus asesores?), que Doña Gela(tinas) anda buscando como trastornada a Marcelo Ebrard (así como la India María correteaba a Raúl Velasco) y que en el ranchito todos son asesores muy cercanos a la corcholata número 1 del ranking (le hablan de tú y le envían sabios consejos de cómo ganar el chingo de votos que aportamos al total nacional, mientras gustosos se reparten lo que sea con tal de no trabajar en un futuro cercano). ¡Viva la Patria!
El mes patrio, que debería ser de recordatorio histórico, se ha convertido en pretexto burdo para recordar a un Hidalgo, un Morelos, un Galeana, en sujetos que jamás existieron, en símbolos de un poder en el que no cabe la chusma. No veo por ninguna plaza pública alguna dramatización de la lucha independentista, solo automóviles con banderitas y ciudadanos esperando el 15 para ponerse hasta la madre, un gobierno a la espera de organizar un festejo sectario (solo para los cuates de la facción) con abundante vino y comida y a la chusma algún intérprete pinche en la llamada Plaza de Armas (¿?) y fuegos artificiales quemados a lo pendejo.
Mientras el pueblo sabio se apretuja en la plaza, en el interior de las oficinas de gobierno unos cuantos Godínez advenedizos festejan a los héroes que les dieron nómina y bonos, bebiendo y comiendo a la salud de la patria. Se dicen los buenos porque los malos están fuera, pero ya sabemos que elogio en propia boca es vituperio, ¡ah que gente tan agradable! Pero una vez que dejen la ubre a ver quién se acuerda de ellos.
Estos días de septiembre, recuerdo la obra Los Pasos de López, de Jorge Ibargüengoitia. Libro que leí hace uuuuuuuuuunnnnn montón de años y que me enseñó a darle cuerpo, músculo, hueso, sangre a los llamados héroes de la patria. Hidalgo, el hombre de los ojos jade, aquél que: AMÓ TANTO, EL POBRE, QUE NI PERDÓN DE DIOS ALCANZÓ (la poesía combatiente y de izquierda de Efraín Huerta). Porque la historia mexicana es poesía, porque cada personaje está bañado de palabras que salieron de la pluma de un escritor, un historiador, un poeta.
De acuerdo, la historia contemporánea está escrita por amanuenses al servicio del poder autoritario, heredado por el partido hegemónico (el PRI para mayores señas), pero existen algunos que se han resistido y evocaron las más claras epopeyas del pueblo mexicano.
Escribo estas líneas a las nueve con diez minutos, unas horas antes de que en el ranchito se derrochen millones de pesos en pólvora para festejar (¿?) a los héroes que nos dieron patria. Horas antes de que la alta burocracia se reúna tras los muros del Palacio de Gobierno a degustar vinos y botanas a la altura de su avaricia y hambre. Lo demás no les interesa, ni los desaparecidos, ni los muertos ni la patria. La patria, para ellos, es el espacio en que se refugian para cometer sus fechorías. Yo dudo mucho que hayan hecho algo para enaltecerla, digamos que la han usado como parte de su discurso demagógico para seguir pegados a la patriótica ubre.
Porque si hablamos de la patria tenemos que determinar a cuál de todas nos referimos. Cada grupo, cada facción, cada clase social, tiene su propia concepción de patria y la construye a como dé lugar, pasando incluso sobre cientos o miles de cuerpos. Algunos soñadores nos reunimos a construir nuestro pedazo de patria, la que nos toca, la que queremos enaltecer día a día con el trabajo honesto. Aquí no caben, ni a madrazos, los filisteos que han hecho de la política negocio y del parentesco rapiña.