La escritora chiapaneca Elva Macías Grajales (1944), ganadora del Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde 2017, platicó en entrevista exclusiva con NTR Medios de Comunicación.
Aquí el diálogo sostenido con la merecedora de los premios Chiapas de Literatura Rosario Castellanos en 1993 y de Poesía Carlos Pellicer para Obra Publicada por Ciudad contra el cielo, en 1994.
NTR: ¿Qué representa este premio para Elva Macías?
Elva Macías (EM): Significa un alto honor porque el premio ha tenido destacados escritores galardonados y tiene el nombre de un gran poeta que todo México ama, que, a pesar de que tenga muchos años de desaparecido, no deja de ser motivo de estudio, de reconocimientos, de homenajes.
Obtengo el premio con una obra que he trabajado durante varios años: nueve libros de poesía, nueve libros infantiles, tres de ensayo, muchas antologías, traducciones; entonces, es la culminación de un trabajo que se fue logrando. Creo que tengo una obra que se ha probado con el tiempo.
NTR: ¿Por qué se fue a China?
Elva Macías (EM): Muy joven me encontré con Eraclio Zepeda, el narrador y viajero incansable, nos casamos y él iba a cumplir un contrato en China como maestro de literatura hispanoamericana; yo estaba tan joven que apenas era bachiller, pero ofrecí mis servicios, fui maestra de niños con una colega auxiliar china, y un año y medio después nos fuimos a Rusia y ahí estudié la universidad.
NTR: ¿Y qué hicieron en Rusia?
EM: Eraclio era corresponsal de prensa, nació mi bebé y luego estudié un curso de cultura y literatura porque no sabíamos cuántos años estaríamos ahí, de ahí nos regresamos a México. Por distintas razones profesionales, viajamos mucho. También vivimos una época en París cuando él fue nombrado embajador de México ante la UNESCO, pero de residencia larga, sólo China, Rusia, Francia, y luego muchos viajes.
NTR: ¿En esos viajes usted ya escribía?
EM: Escribía, pero no tenía la plena conciencia de que me iba a dedicar profesionalmente a esto. Mi primer impacto fue China. Ahí escribí unos poemas que después fueron creciendo y los presenté como proyecto a la beca del Centro Mexicano de Escritores, y fue mi primer libro.
NTR: En su obra, ¿cómo enlazar China con Chiapas?
EM: A mí me interesa mucho la tierra como elemento, como espacio de la cultura del hombre. Hay un poema en el que se nota el sincretismo, pues yendo de Tuxtla a San Cristóbal, en una carretera montañosa, abajo se veía una aldea muy bonita, al fondo tenía un lago y las montañas calizas que hay en China… ahí se mezclaron.
Después, en otros poemas, aparecen más elementos, sobre todo yo lo tomé como una influencia elegida para combatir la retórica que en esos años era muy grande en América Latina, demasiados adjetivos y esdrújulas; entonces, fue una elección literaria.
NTR: Fue combinando sus vivencias de China con su terruño…
EM: La vivencia nunca desaparece, lo que fui combinando fue una herencia de la poesía oriental, pero toda experiencia tan fuerte no se diluye, se guarda.
NTR: ¿Qué más se trajo de China, de Rusia, de Francia?
EM: Una hija… Estábamos en una época de gran pobreza en China. Nuestros sueldos eran muy modestos, pero no pagábamos hospedaje, sólo alimentos. Ahorrábamos y comprábamos grabados, pinturas, nadie compraba y todo estaba baratísimo, y aún conservo una bonita colección de rollos de grabados y pintura chinos.
NTR: ¿Cuando dio clases en China surgió su necesidad o gusto de escribir para los niños?
EM: No tengo mucha capacidad didáctica. En China había una niña chilena que era hija de unos teatristas y le hice un cuentito, después empecé con las adivinanzas porque fue el primer género literario que me conmovió.
Cuando estaba muy pequeñita, mi madre me mandaba a pasar temporadas con mi abuela al rancho. Era una matriarca maravillosa, ella era viuda, en la noche jugaba baraja con sus trabajadores, daba catecismo, hacía de todo. Al terminar los estudios de las letras y del catecismo, todos jugábamos a las adivinanzas y era muy bonito, al final, se iban todos los trabajadores, se apagaba la luz y yo me quedaba con ella con un quinqué de petróleo, viendo que ya se fueran a descansar, ella no necesitaba cuidadores ni compañía, no tenía miedo de nada, andaba armada.
Ése fue mi primera forma literaria que disfruté. Mi primer libro es de adivinanzas, ahora tengo tres de adivinanzas, otros de cuento, de leyenda y poesía para niños.
NTR: Platíqueme más de su niñez…
EM: Fue muy feliz. Yo vivía en un pueblo, Villaflores, pegado, así lo registraron, que fue fundado por mi bisabuelo, Julián Grajales, en la época antirreeleccionista. El presidente Juárez se reelegía, y en Chiapas, don Pantaleón Espinoza se reelegía y se reelegía. Entonces, mi abuelo juntó a los rancheros liberales y los derrocaron para fundar ese centro liberal.
Yo estaba en un kínder que llevaba el nombre de mi abuelo, todos éramos conocidos. Las rondas infantiles se cantaban con marimba porque no había piano. Era muy lindo.
NTR: ¿Cómo fue la maternidad para Elva Macías, qué significa?
EM: Significa la prolongación de la vida, la ternura. Yo no tenía muchos planes para ser mamá en ese momento, estaba joven, pero disfruté mucho mi embarazo. Tengo una hija y una nieta y llevamos una relación muy cordial.
NTR: ¿Estos tiempos aciagos, de violencia, qué opinión le merecen?
EM: Desencanto. ¿Qué se puede hacer? Exigir que se aclaren las cosas. Tantos gobernadores detenidos, investigados, tanto robo, tanta violencia, es muy triste, es una época muy dolorosa para el país.
NTR: ¿Le ha tocado vivirlo?
EM: No, pero soy testigo de todo esto, y de la corrupción uno es testigo casi cotidiano.
NTR: ¿La poesía puede tener alguna incidencia para cambiar esto?
EM: No, nada. La poesía es para otra cosa.
NTR: ¿Para qué sirve la poesía?
EM: La poesía sirve para recrearse en el arte. Todas las culturas, por muy primitivas que sean, tienen una manifestación artística. Desde las canciones de Altamira, las canciones primitivas, las oraciones, todo, el hombre tiene una necesidad de recrearse en el arte. Según su cultura será su medio que elija para recrearse. Si no sabe más que eso, cantará ranchero o un bolero, pero si tiene una cultura literaria, acudirá a la literatura.
NTR: ¿Hasta dónde quiere Elva Macías que llegue su obra?
EM: Hasta donde se pueda, difundirla lo más posible, publicarla, que se traduzca, es el proyecto de todo escritor.
NTR: ¿La antología de Eraclio Zepeda ya está lista?
EM: Es una iconografía, son como 40 páginas de síntesis biográfica, porque vivió tantas cosas, y 120 imágenes, que van desde bebé, primeros libros, premios, publicaciones… hay textos de Octavio Paz, Bryce Chenique, de Juan Rulfo, portadas de sus libros, una dedicatoria de Pablo Neruda, es una síntesis gráfica de su vida. Ya está lista, se va a presentar en septiembre en la Sala Ponce, en Ciudad de México.
NTR: ¿Qué le evocan estos nombres? Jaime Sabines.
EM: Él y Rosario Castellanos son los iniciadores de la poesía contemporánea en Chiapas. Hay un vacío anterior, tal vez hay algunos poetas del tránsito del siglo 19 al 20, pero es muy plana la perspectiva. Fueron los primeros que hicieron una poesía despojada, un poco en tono conversacional. Son nuestros padres, nuestros hermanos mayores, decía Eraclio.
NTR: Elsa Cross.
EM: Es una amistad literaria mía desde la secundaria, nos conocimos en Ciudad de México, muy jovencitas. Íbamos a escuchar poesía en voz alta al grupo de Arreola, en Casa del Lago, y debido a que me casé muy joven, le mandaba textos, que ella leía, y tres veces fui publicada. Soy la única miembro por correspondencia de ese taller. Es una amiga muy querida y entrañable.
NTR: Thelma Nava.
EM: Es una autora de los años 30 que, junto con Isabel Fraire y Ulalume González de León, son las únicas en los 30 que tienen una presencia en la poesía mexicana. Las mujeres estaban muy apartadas.
NTR: Ramón López Velarde.
EM: Maravilloso. ¿Qué no se ha dicho de él? Lo más importante es que es la vanguardia de la poesía en México, es la poesía moderna. Lo que me gusta es que no se acaba de descifrar del todo. No hay mexicano que escriba y que lea que no lo venere.
NTR: Eraclio Zepeda
EM: Mi pareja entrañable. Conviví con él 52 años. Fue un hombre muy generoso, lleno de amigos. La prioridad de su vida era hacer amigos, viajar y narrar.
¿Él influyó en su obra?
EM: Ni él influyó en la mía ni yo en él, pero sí teníamos diálogo. Yo no tengo nada qué ver con su generación, conocida como la “generación de la espiga amotinada”, con esa poesía social, y me parece respetable, interesante, poetas que tuvieron un desarrollo muy diferente, pero literariamente no comulgué con esa corriente.
NTR: ¿Cómo recuerda a Eraclio Zepeda?
EM: Con mucho cariño, con mucho humor, pero tampoco era una especie de maniquí de humor de toda la vida, también tenía sus depresiones porque era un hombre sensible. Lo que más me gusta destacar es que él viene de una tradición familiar, en que el abuelo, el padre y él, que se llamaron Eraclio, fueron gente de armas, escritores y grandes humoristas.
NTR: ¿Con cuál obra suya se queda guardada en su interior, la que más le llena?
EM: Uno siempre está casado con lo más reciente, pero para mí es muy entrañable el libro Jinete en contra, es muy intenso, es un diálogo con una hermana mayor enferma, me cimbró mucho no sólo por vivir la historia, sino asumirla.
NTR: ¿Sigue escribiendo?
EM: Tengo un libro, pero me gustaría juntarlo con dos libros anteriores para hacer una edición conjunta. Preparo Poemas encontrados, concepto que se ha hecho cuando uno encuentra en un texto científico algo que detona un poema, a veces es casi imposible de traspasarlo, y otras es jugar con la imagen o noticia y componerlo, ya tengo un avance de esto.