GUADALUPE.- En la colonia Gavilanes, de Guadalupe, se pintaron casas, se cubrieron grafitis y se arreglaron espacios comunes, pero los delitos no disminuyeron. Ahí se robaron a la niña San Juanita y, muy cerca de donde desapareció, dejaron su cadáver.
El Programa Hábitat, con el que la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) pretende regenerar áreas conflictivas, no tuvo seguimiento desde 2016, cuando se aplicó en la zona habitacional.
Según registros periodísticos, la todavía titular de la dependencia federal, Rosario Robles Berlanga, acompañada del entonces gobernador Miguel Alonso Reyes, inauguró y supervisó los trabajos personalmente, y prometió a los vecinos del que bautizó “Gavilanes de colores” que las madres estarían más tranquilas, “porque sus hijos están más seguros”.
Dos años después, los colonos se estremecieron al saber que, cerca de ahí, se descubrió el cuerpo de una niña, habitante de la colonia, que fue asesinada. Ante estos hechos, el hoy mandatario estatal, Alejandro Tello Cristerna, admitió que pintar los multifamiliares de colores no fue suficiente.
En el municipio, actualmente gobierna el suplente Samuel Ezequiel Díaz Soto, pues el alcalde Enrique Flores Mendoza, se fue a tomar unas “merecidas vacaciones”, tras fracasar en su búsqueda de la reelección.
Millones, pero sólo en imagen
Arnoldo Rodríguez Reyes, delegado de la Sedatu en Zacatecas, informó que en la colonia de Guadalupe se invirtieron 12 millones de pesos para rescatar espacios públicos abandonados y “de riesgo”, a fin de aprovecharlos para el esparcimiento y la convivencia.
Sin embargo, el proyecto se enfocó únicamente en mejorar la imagen del lugar con nueva pintura y con la instalación de algunos juegos recreativos, pero no en acciones que eliminaran la inseguridad que por años distingue a la zona.
“Lo que estamos viviendo es un tema difícil de controlar sólo con acciones como éstas, porque va más allá que una pinta o la rehabilitación de una cancha; por supuesto, beneficia a la mayoría, pero no al que delinque, por lo que tenemos que ir a fondo con otro tipo de programas, que nosotros (Sedatu) no manejamos, pero que deben llegar a lo más sensible de la sociedad que está afectada, para transformar sus vidas”, argumentó el funcionario.
Aclaró que la secretaría federal se encargó de vincular los recursos necesarios para ejecutar el programa en Gavilanes pero, luego de la inauguración y entrega, el Ayuntamiento de Guadalupe quedó como responsable para cuidar, supervisar y realizar las reparaciones futuras.
“La Sedatu valida desde México este apoyo; se puso el 50 por ciento de la obra por el gobierno federal y el otro a través del Municipio. Se terminó la obra y, a la hora que se hace la entrega-recepción, se cierra como tal, se inaugura, y de ahí en adelante es obligación de cada municipio darle mantenimiento, rehabilitarla, o los cuidados que necesite”, enfatizó Rodríguez Reyes.
Administración a medias
En Guadalupe, antes de que se repartieran las candidaturas para el último proceso electoral, el alcalde era Enrique Flores, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), quien buscó fallidamente la reelección. Tras su derrota, dijo que se tomaría unas “merecidas vacaciones”, para “analizar y consultar con la almohada” si se reintegraba a la administración. No volvió.
Gerardo Cordero Escamilla, encargado del Departamento de Servicios Públicos en el Ayuntamiento de Guadalupe, aseguró que el Municipio invierte entre 4 y 5 millones de pesos anuales para el cuidado de la infraestructura en Gavilanes, aunque desconoció en qué se aplica este dinero específicamente o cómo contribuye a la seguridad del lugar.
“Hemos atendido muchas de estas áreas verdes a petición de los colonos, incluso hacemos jornadas ciudadanas para limpiar las zonas; de Gavilanes ahorita no tengo el dato en específico, pues tenemos más de cien áreas verdes que atender y a veces es muy complicado tener toda la información a la mano, pero se está trabajando, es ése y otros espacios”, afirmó.
Asimismo, reconoció que la carencia o fallas en alumbrado público es la mayor demanda de los colonos en la zona conurbada; sin embargo, justificó el incumplimiento en que es difícil recorrer calle por calle para revisar su condición, por lo que únicamente se considera la intervención al recibir algún reporte.
“Hemos estado atendiendo, hacemos recorrido por las principales vialidades, pero no podemos hacer el recorrido a cien por ciento de calles y todas las colonias. […] En ocasiones, por tener mucho movimiento, en algunas avenidas como Las Águilas, ocasionalmente las revisamos aunque no tengamos reportes, para que estén en condicione”, añadió.
Esfuerzo insuficiente
Sobre los programas de regeneración de espacios que se aplican en ésta y otras áreas conflictivas de la zona conurbada, Alejandro Tello aceptó que la corrección estética no contribuyó para la disminución de hechos delictivos y el mejoramiento del entorno social.
“La colonia Gavilanes tuvo un plan, primero por Sedatu, que fue un mejoramiento urbano. Hace unos días estuve ahí y definitivamente requiere de una intervención más profunda, pero más, más profunda, no solamente de pintura de fachadas, sino que tiene que ver con el entorno social, con lo que ahí no nos hemos dado cuenta y se va gestando lentamente”, afirmó.
Luego del asesinato de San Juanita, Tello Cristerna aceptó que “tenemos que ayudar a la colonia Gavilanes, una de las concentraciones más grande de Guadalupe” y prometió que haría por los colonos algo más “que simple pintura”.
Admitió que la situación de esta zona es preocupante, pues, con las investigaciones del feminicidio infantil, las autoridades descubrieron que, de “los sospechosos, muchos provienen de ahí y tienen un historial no muy grato en distintas cuestiones delictivas”.
Acompañados por el miedo
Hasta este jueves, tres días después del hallazgo del cadáver de San Juana, en la colonia Gavilanes seguían los rondines de seguridad y era común ver policías ministeriales recorriendo la zona y tocando puertas. En este escenario, vecinos del lugar denunciaron que no desde ahora, sino ya de tiempo, viven atemorizados.
“Hay miedo en las calles y a eso abónele que en muchas estamos en plena oscuridad. Si nos da miedo salir de día, imagínese ahora de noche”, dijo Rosa, habitante de la zona de los edificios multifamiliares.
“Lo curioso es que muchos de los hechos feos ocurren en la avenida principal, la de más tránsito, como el asesinato de don Toño (el dueño de la Carnicería la Reyna que fue atacado a balazos en 2017). Entonces, ¿qué podemos esperar en las otras calles, que están solas?”, cuestionó la señora.
Los vecinos reclamaron que, aunque reportan constantemente las carencias de la colonia, el ayuntamiento los ignora. Además de la falta de luminarias en calles, consideraron que una de las fallas más graves es que la policía municipal hace pocos rondines.
Señalaron los muchos edificios con pequeños apartamentos: “es un mundo de gente el que vive aquí. Algunas veces vemos que llegan, entran y salen personas, un día se ven, otros no, y realmente de algunos desconocemos, hasta de si son de la colonia o sólo andan viendo a ver qué”.
Lugareños y foráneos conocen la mala fama del lugar y los apodos despectivos con los que, por los constantes hechos violentos y las carencias en servicios públicos, se le conoce a esta zona, donde sus habitantes sienten que sólo son escuchados hasta que ocurren casos como el feminicidio infantil de esta semana.
“Esto se le ha salido de control a la policía; hay gente que ve cosas, pero ya ni saben si confiar”, concluyeron.