La economía es política y la política al servicio del pueblo es bienestar
Hay dos clases de economistas; los que quieren hacer más ricos a los ricos y los que queremos hacer menos pobres a los pobres.
José Luis Sampedro
Después de la compleja crisis provocada por la pandemia, y pese a los efectos negativos de ésta, como la contracción de la economía mexicana en -8.2% en 2020, según la medición al interior de los países de la OCDE en 2022, se demostró que México obtuvo el mejor desempeño: 7.86% de inflación y un crecimiento de la economía del 3%; incluso por encima de países como EEUU y España.
Los resultados no fueron fáciles, requirieron que el Gobierno Federal, con el Presidente López Obrador a la cabeza, haya, atinada y persistentemente implementado las siguientes medidas: no adquisición de deuda, incremento de la inversión en programas sociales, no aumento ni creación de nuevos impuestos, sostenimiento de la recaudación, estabilización de los precios de los combustibles; así como la continuación de los megaproyectos que favorecen la llegada de industria e inversión extranjera con el AIFA, Tren Transítsmico y la refinería Olmeca en Dos Bocas.
Este escenario político-económico mexicano se ve reflejado en un ambiente de certeza para los inversionistas extranjeros; situación que, hacia el tercer trimestre de 2022, propició el incremento de la Inversión Extranjera Directa (IED) en 29.5%.
Por otro lado, el descubrimiento de sendos yacimientos de litio, el más importante de ellos en Sonora y uno más, también muy importante, en el semidesierto de Zacatecas. Se trata del mineral primordial para la fabricación de las baterías para teléfonos, así como las baterías de los vehículos eléctricos y aviones de última generación. Aquí es necesario resaltar el proceso de nacionalización de este valioso mineral, propuesto por el ejecutivo federal y aprobado en la Cámara de Diputados.
Y en la Cancillería con Marcelo Ebrard a la cabeza se ha estructurado y desplegado una amplia agenda de concertaciones con inversionistas, principalmente de Estados Unidos, aprovechando el fenómeno del nearshoring y las oportunidades que en este momento México ofrece al capital extranjero.
Todo lo anterior tiene como fin explicar la acertada y puntual construcción de las condiciones geopolíticas y geoeconómicas, para lograr que México se haya convertido en un destino atractivo para la instalación de polos industriales. Sería ingenuo creer que sólo con una invitación, una visita y varias publicaciones en Instagram sería posible consumar la atracción de grandes capitales.
Tal es el caso de la reciente concreción de una tenaz gestión de 14 meses con Elon Musk, propietario de la compañía Tesla, realizada por la Subsecretaria de Asuntos Multilaterales, Martha Delgado, una de las gestoras más eficientes de la Cancillería, para el establecimiento de la Giga Factory más importante del mundo, en Santa Catarina estado de Nuevo León, donde se producirán autos eléctricos. La inversión inicial estimada será 5 mil millones de dólares, de los cuales cerca del 50% estarían destinados a empresas mexicanas. Este episodio comenzó en 2021, después de que Elon se comunicó con el Canciller Ebrard para pedirle la reactivación de 127 fábricas mexicanas que eran proveedoras de Tesla.
Además de Nuevo León en la mesa, también estuvieron como candidatos para la llegada de Tesla los estados de Hidalgo, Estado de México, Querétaro y Puebla. Finalmente, después del acuerdo de que para la operación de la Giga Factory se dispondría solamente de agua tratada, merced al problema de desabasto en la zona metropolitana de Monterrey, Elon Musk optó por Nuevo León por la cercanía con la ciudad de Austin, Texas.
Es por esto que bien vale revisar los números en el período neoliberal, cuyos nostálgicos precursores se ufanan de sus cuestionables resultados en materia de inversiones. Según José Luis Calva, entre 1983 a 2018 el PIB sólo creció 2.3 % promedio anual. Para muestra un botón: para 1982 la economía china era menor a la mexicana no obstante para 2018 la china creció 10 veces más que la mexicana.
En el periodo entre 1982 y 2018 hubo IED por el orden de 551 827.7 millones de dólares, de los cuales 268 mil 786 millones fueron nuevas inversiones, es decir un crecimiento promedio anual del pobre 3.2%. Pero esta nueva IED llegó principalmente a adquirir activos nacionales ya existentes, y sólo en menor proporción a fundar nuevas empresas y ampliar capacidad instalada.
Así pues, y sin lanzar las campanas al vuelo ni hacer cuentas alegres, parece ser que la política económica neoliberal demostró su incapacidad de llevar a México a otro nivel, pese a que lo había prometido, y más bien provocó el crecimiento de los índices de desigualdad y pobreza, bajo desempeño económico y violencia (justo acaba de terminar el juicio en EEUU del que resultó culpable, el secretario de Seguridad de Calderón); mientras que la política económica del aún joven Humanismo Mexicano o si se prefiere de la Cuarta Transformación, está demostrando mejor desempeño económico, mayor certeza para la inversión que de seguir así consolidará la tan anhelada ampliación del Estado de Bienestar.