Internet ya lleva 20 años entre nosotros a escala comercial. Los usuarios de hoy no tienen nada que ver con los de ayer. En nuestros días, millones de usuarios de la red tienen suficiente experiencia como para exigir cada vez productos y servicios de mayor calidad, a precios competitivos. En este artículo vamos a ver cómo algunos sectores de negocio que operan en internet están tratando de responder a las exigencias cada vez mayores de los ciberconsumidores.
El sector de las inversiones online, uno de los que más se ha puesto las pilas
El mundo de las finanzas mueve muchos millones cada día. Por lo tanto, se trata de un mercado apetecible para las empresas que trabajan en él. Los usuarios de los brókeres online son conscientes de la gran oferta que hay para elegir y no dudan en irse con el que ofrezca mejores condiciones. Se da también la circunstancia de que los comparadores de brókeres con bonos atractivos les facilita enormemente esta labor a los inversores, al clasificar a los grandes protagonistas de la industria por bonos, promociones y condiciones operativas. Nunca los usuarios de este tipo de servicios habían tenido tanto poder para exigir mejores condiciones a todo un sector.
La industria de los contenidos audiovisuales por internet, competencia feroz a muerte
HBO, Netflix, Apple Music, YouTube Premium, Spotify… la lista de compañías dedicadas a ofertas servicios de streaming de contenidos audiovisuales es cada vez más larga. Ante tanta proliferación comercial, no es de extrañar que los usuarios tengan poca fidelidad a estas empresas. Así se ha generado una fuerte presión sobre estas compañías para que ofrezcan periodos de prueba cada vez más largos y un número de meses cada vez mayor para poder disfrutar de precios especiales bonificados. Ahora que Netflix ha subido los precios en nuestro país es buen momento para permanecer atentos y ver cómo reaccionan unos usuarios cada vez más reacios a estas decisiones unilaterales.
El mundo del turismo ha tenido que volverse más agresivo en el medio digital
Otro sector que se ha visto obligado a replantear sus estrategias comerciales ha sido el del turismo. Internet ha puesto a esta industria realmente patas arriba. Primero fue la llegada de las aerolíneas low cost que aprovecharon internet para vender pasajes y limitar al máximo la plantilla física, con todos los recortes de costes que ello implica y la presión bajista en los precios. Y después le tocó el turno a los hoteles, que tuvieron que bajar sus márgenes para satisfacer las demandas de unos usuarios cada vez más exigentes que contaban con un arma bien poderosa: el uso de los comparadores de habitaciones de hotel. Ahora los clientes saben si los hoteles ofrecen promociones reales, si inflan los precios, qué nota tienen, etc. Es decir, exigen más y tienen acceso a una información mejor que la de antaño.
En resumidas cuentas, los consumidores digitales no se conforman con migajas y exigen cada vez más de sus proveedores de productos y servicios en internet. Además, saben bien que cada vez la competencia es mayor y que se puede pedir un servicio de calidad y a un precio cada vez más ajustado. También se trata de una excelente noticia, ya que anuncia la consolidación definitiva de la economía digital en el mundo moderno. Atrás quedaron los días de los negocios en línea que se montaban en un día y contaban con un pésimo servicio para el cliente. Ahora se valora más que nunca la profesionalidad en la red. Las empresas que se nieguen a aceptarlo están condenadas a la desaparición. Esperamos que sean las menos.