Encender una veladora por las más de 100 mil personas desaparecidas la noche de este 18 de mayo, es la convocatoria nacional a la que se sumó el Colectivo de Familias Unidas en busca de una Esperanza de Río Grande, con la que se unirán de forma virtual.
Luly será una de las decenas de mujeres que conforman el colectivo y que se sumarán a este clamor, tras cumplirse casi dos años de que su hermana Felipa Lili Soledad Sandoval, su hijo Luis Antonio Saucedo y su yerno Daniel Alejandro Márquez Córdoba, desaparecieran al mismo tiempo el 23 de julio de 2020.
La ausencia de su hermana, sobrino y yerno de su hermana dejó para Luly “el mayor calvario, el peor infierno, porque uno no duerme, ya no tiene uno vida, lo dejan a uno muerto en vida, no piensa uno más que en pedirle a Dios que los regresen, que por ahí los traigan y si ya no están, que nos digan, para saber qué fue de ellos”, expresó la mujer.
Fue un día 23 de julio a las 6 horas, cuando sujetos llegaron primero por Daniel, para que a su vez los llevara a donde vivían su hermana y sobrino. Dos días antes fue la última vez que los vieron y a esta fecha, no saben dónde están.
“Enfermedades que no teníamos las tenemos; nuestra vida cambió radicalmente”, expresó Luly quien por temor prefiere el anonimato.
Luly expuso que sólo fueron dos hermanas, ella y Felipa, quien nació cuando Luly tenía nueve años, así que ella la cargó, la alimentó, le cambió pañales, era como su hija, “éramos las únicas dos, así que me duele muchísimo”.
A raíz de la desaparición de los tres, Luly dejó de trabajar porque la depresión y el dolor no le permitieron.
Aunado a ello, el cambio de vida drástico que describe, tiene que ver con las responsabilidades que como madre de familia aumentaron.
Al no tener a nadie más a quién recurrir, ella asumió el cargo de sus sobrinos, entre ellos la de 20 años que es la mamá del hijo de Daniel, uno de los desaparecidos y dos más pequeñas que prácticamente se quedaron sin casa.
Desde la desaparición de los tres integrantes de la familia, además de un trabajo semiformal que atiende, Luly pasa la vida entre las llamadas de la Fiscalía General de Justicia del Estado (FGJE) para hacer declaraciones y de paso, “darme una vuelta por el Semefo, a ver qué hay”, expresa en un tono que desgarra el alma.
Así fue como cambió su vida de manera radical, entre la búsqueda de sus familiares, el cuidado de la casa y lo que pueda continuar exigiendo a las autoridades, además de no cesar en la búsqueda.
“Yo les digo a ellos no veo ningún avance, todo lo tiene que investigar uno, como dicen quieren el pan hecho; ellos no hacen nada, no le dan a uno información de nada, y federal o estatal, es la misma, al gobierno no le importa el dolor de uno; mientras a ellos les llegue dinero, la vida de los demás no les interesa”.
Para terminar, expresó que lo que desean es tener información precisa sobre las investigaciones; si están con vida que informen y si ya no viven, que les digan dónde están para darles cristiana sepultura, pero “ya, que se apiaden de nuestro dolor y nos los regresen, es lo único que pido”.
Suman más de 100 mil
Al cumplirse la “cifra trágica y abominable” de poco más de 100 mil personas desaparecidas, la noche de este miércoles, el Consejo Ciudadano de la Comisión de Búsqueda en Zacatecas se unió al clamor nacional, encendiendo una veladora por sus seres queridos que desaparecieron sin dejar rastro.
Las veladoras se encendieron, expresó Elizabeth Araiza, coordinadora del consejo, como una esperanza que no se ha perdido para encontrarlos; el acto simbólico nacional, detalló, es porque ya son más de 100 mil personas que han desaparecido en el país, mientras que en Zacatecas se ha rebasado la cifra de 2 mil.
Al acto de esta noche, dijo, son muchos los familiares que se unieron, y que son representados en Río Grande, que realizó su propio movimiento al igual que Sombrerete, que ha registrado un alto índice de desaparecidos, aseguró la coordinadora.
Ello, además de gente de Guadalupe, Pinos, Morelos, Villa de Cos, Zacatecas, entre otros, que se unieron para exigir a las autoridades que atiendan sus necesidades como víctimas indirectas.
“Hay muchas historias muy tristes; lo que queremos es que nuestros seres queridos vuelvan; encender las veladoras es como un recordatorio para que sepan que aquí estamos, que ya somos más de 100 mil y no hacen nada, mientras que en Zacatecas rebasamos los 2 mil, esto ya nos rebasó y no queremos que siga pasando”.
Araiza expresó que es un dolor muy fuerte perder a un padre, un hermano o un hijo, por lo que lo único que exigen es que los volteen a ver.
Una de estas cosas, lamentó, son las críticas que reciben de la gente, “que sólo habla por hablar”, por lo que les pidieron también “que se pongan en nuestros zapatos”, pues no sólo es porque tengan que ver con delincuencia, sino que hay quienes simplemente desaparecen porque se los llevaron de la calle; ellos no buscan culpables, aclararon, sino sólo saber dónde están, vivos o muertos, para darles sepultura o bien, para recibirlos con los brazos abiertos.
Entre las personas que buscan a sus familiares están Elvia Margarita Reyes, quien busca a su hijo Luis Antonio de Ávila Reyes, quien desapareció el 21 de junio de 2017 en Loreto, al trabajar para Akron, junto con un compañero de trabajo.
Nancy Ibarra Jaramillo está en búsqueda de su hijo Jorge Luis Robles Ibarra, quien tenía 15 años cuando desapareció el 25 de junio de 2021 en Guadalupe; sólo sabe que se lo llevaron dos personas. Ambas mujeres exigen justicia ya que, si no la hay para el pueblo, “que no haya paz para el gobierno”.