En la calle Segunda de Matamoros, en el Centro Histórico de la Capital, un grupo de amigos celebra su devoción a San Juan Bautista ofreciendo a cofrades de las Morismas de Bracho, vecinos y transeúntes un rico pozole rojo a manera de reliquia.
Con la imagen del santo en una de las paredes, los peregrinos pasan y prueban el platillo que los muchachos preparan desde hace tres años luego de que se suspendieran las actividades de las Morismas de Bracho, al querer mantener viva su devoción y agradecimiento a San Juan Bautista.
“Por la devoción que a uno lo mueve, no tanto por andar muy dentro en la fiesta, sino la devoción que uno le tiene al santo es por lo que accedimos a buscar una manera de celebrarlo, aunque no hubiera Morismas”, comentó Manuel Sánchez, quien forma parte de este grupo de fieles.