La Plaza del Mercado
El historiador Manuel Sánchez publicó hace unos días en sus redes sociales una serie de fotografías de Zacatecas poco conocidas. La publicación causó furor inmediato entre los amantes de la historia y entre aquellos que gustan recolectar pedacitos del pasado citadino a través de las imágenes.
Se trata de un conjunto de 10 fotografías (fechadas aproximadamente entre 1887 y 1889) que incluyen panorámicas de la ciudad y escenas de “postal”, como la fachada barroca de Catedral y el Convento de Nuestra Señora de Guadalupe.
Entre las fotografías hay una que llamó especialmente la atención por mostrar una cara poco vista de la antigua Plaza Mayor o plaza del Mercado. Entre la populosa agitación de un día común, se desperdigan piedras y trozos de cantera de lo que sería el nuevo edificio del Mercado, una obra que ocuparía el solar de la secular y virreinal plaza para estar ad hoc con el orden y progreso enarbolados por el gobierno porfirista.
Estas imágenes forman parte del álbum 152 Fotografías de México, captadas por el explorador francés Jules Claine, a quienes las fuentes ubican como un explorador incansable que recorrió América por cinco años (1884 y 1889), en un viaje que comprendería buena parte del territorio nacional -dejó documentado su paso por la Ciudad de México, Veracruz, Puebla, Hidalgo, Morelos, Michoacán, Querétaro, Guanajuato y Zacatecas-, así como Puerto Rico, Estados Unidos y Canadá. Sus testimonios visuales los donó al Departamento de la Sociedad de Geografía en 1890.
Hijo del afán exploratorio, cientificista y colonialista del siglo 19, Claine tuvo estudios de Dibujo en la Escuela de Bellas Artes de París, donde su formación artística seguramente le animó a convertirse en viajero, signo y síntoma del espíritu de su tiempo.
Y es que las fotografías de Claine forman parte de una tradición artística muy particular. Durante el siglo 19, numerosos viajeros extranjeros hicieron presencia en México para retratar regiones enteras con una curiosidad que podemos calificar de científica.
Ya fuera que estuvieran motivados por asuntos económicos, científicos o artísticos, se podría decir que la mayoría de los ellos estaban influenciados por este halo de exotismo que ofrecía el Nuevo Mundo; una región vasta en recursos que seguía pareciendo tan exótica como novedosa para los habitantes del viejo continente.
América -al igual que África- estuvo en boga a partir de 1830, siendo México uno de los destinos favoritos para todo aquel que se interesara en las bellezas naturales de la joven nación. Sin embargo, no fue solo el afán científico el que impulsó a los europeos a explorar el territorio mexicano, sino que también un buen número de artistas europeos, influidos por el romanticismo y la búsqueda de lo pintoresco, viajaron a México para retratar paisajes, tipos regionales, vestimentas, vestigios arqueológicos, oficios y todo aquello que les parecía representaba el espíritu de lo mexicano.
Muchas de estas vistas, venían acompañadas de pequeñas descripciones explicativas que profundizaban los testimonios plasmados en las imágenes componiéndose así una especie de álbum.
Cabe mencionar que estas obras estaban dirigidas a un público extranjero ávido de tener noticias y conocer las curiosidades mexicanas que tan pintorescas parecían ante los ojos foráneos.
En este mismo contexto podemos situar las obras de artistas como Claudio Linati, el matrimonio inglés de Henry y Elizabeth Ward que se dedicaron a mostrar el paisaje minero, Carl Nebel, Daniel Thomas Egerton, John Phillips y Rider, entre otros, extranjeros que, a excepción del primero, realizaron sin excepción litografías de una ciudad de Zacatecas que todavía exhalaba magnetismo por su riqueza argentífera.
Las fotografías de Jules Claine bien se pueden insertar en esta tradición. Aunque no sabemos con exactitud cuáles eran los asuntos que motivaron su paso por México, la donación de sus imágenes a la Sociedad de Geografía de París, nos habla de ese instinto documental que casi 40 años antes había inspirado a otros artistas.
La única diferencia es que Claine ahora contaba con las ventajas de la fotografía, permitiéndonos asomarnos a esa cotidianidad de los zacatecanos del siglo 19.
PD. Las fotografías las puede encontrar en https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b53251102x, pues forman parte de un acervo digitalizado de la Biblioteca Nacional de Francia. Aprovecho para agradecer la información brindada por Manuel Sánchez.