Inteligencia Artificial: entre la esperanza y la desconfianza
Parte I
Hablar de la Inteligencia Artificial (IA), a menudo genera opiniones divididas entre la comunidad científica, especialistas en desarrollo tecnológico y los usuarios mismos.
Por una parte, existen los defensores de ésta quienes sostienen que, eventualmente, la humanidad tiene condiciones para generar soluciones anheladas por siempre, a partir de la IA, por referir algunos: minimizar costos en la producción, reducir el margen de error y por consiguiente incrementar la productividad, mejorar sustancialmente la calidad de los diagnósticos y tratamientos médicos, contribuir a la inclusión de las personas que se encuentran en alguna condición de discapacidad, abonar al desarrollo sostenible, entre otros temas que forman parte de una agenda mundial.
De forma paralela, otra corriente se mantiene desconfiada acerca de las implicaciones que este desarrollo tecnológico podría tener en un futuro cercano hacia los seres humanos, llegando a visualizarla incluso como una amenaza latente.
Uno de los principales temores en tal sentido, es que las personas podrían llegar a ser desplazadas (en el mercado laboral) en su totalidad cuando la inteligencia artificial logre una mayor evolución y sea capaz de emular características que hasta hoy, ningún robot creado a partir de la IA posee, solamente el homo sapiens.
De igual manera, hay quienes miran con preocupación el hecho de que las decisiones ya no sean tomadas por personas sino por algoritmos, ya que existe una creencia de que éstos son más eficientes y consecuentemente, sus determinaciones serán mejores que las de cualquier cerebro humano; sin embargo, esto no necesariamente es así.
A la par, está el surgimiento de una creciente preocupación que deriva de casos notorios de un uso sesgado, discriminatorio, manipulador, ilegal o violatorio de los derechos humanos por parte de la IA ha incursionado en escena (Vilariño, 2023).
Recordemos que para llegar a cierto nivel de evolución, este tipo de inteligencia requiere entrenamiento, apropiación y procesamiento de grandes volúmenes de información que no necesariamente puede representar lo mejor de la humanidad y que el algoritmo, elige siempre las mejores soluciones lógicas, sin considerar variables de otra índole.
En este espacio hemos reflexionado acerca de todos aquellos campos que en su concepción nativa era impensable la incursión de los robots, por muy inteligentes que éstos sean, llámese la cultura, el arte, la literatura, la dirección ejecutiva de compañías que, al menos para mí, es hasta el momento, uno de los más impactantes.
En una investigación científica, Allen Lee y Dionysios Demetis, citados por Hara, concluyeron algo que se lee escalofriante: “los roles de la tecnología de la información y los seres humanos se han invertido”, somos ahora “artefactos humanos” que existimos en el medioambiente de los algoritmos” (Hara, 2019).
Estos investigadores citan, entre otros, un ejemplo suficientemente relevante: analistas legales están siendo reemplazados por inteligencia artificial; se le permite a softwares predecir futuros criminales e influir en las decisiones de los jueces (Hara, 2019)
Por otra parte, hay estudios como el KPMG Trust in Artificial Intelligence: A global study y The AI Index Report, del Human-Centered Artificial Intelligence de la Universidad de Stanford, citados por Vilariño, que reflejan una desconfianza de la mayoría de las personas hacia los sistemas de IA y tienen una aceptación baja o moderada de ella, aunque la confianza y la aceptación dependen de la aplicación de esta tecnología. En todos los países, tres de cada cinco personas (61%) desconfían de los sistemas de IA, ya sea por ambivalencia o por falta de voluntad para confiar, y solo la mitad cree que los beneficios superan a los riesgos (Vilariño, 2023).
A pesar de la coexistencia de estas dos visiones y de los estudios que se mencionaron aquí, la inversión en IA se mantiene en crecimiento, puesto que con base en datos de Satista, la inteligencia artificial es una de las áreas tecnológicas con mayor proyección económica a corto y mediano plazo. Tanto es así que el valor de mercado de la misma podría rebasar la barrera de los 300 mil millones de dólares estadounidenses en 2025. (Statista, 2023)
Continuará…