La Declaración de Norteamérica
He revisado sin pasiones la “Declaración” que publicó el gobierno mexicano (https://www.gob.mx/presidencia/prensa/declaracion-de-norteamerica-dna) y he concluido que se trata de un documento clave y de frontera para el desenvolvimiento futuro de nuestros países frente al mundo. En realidad, en él se proyecta el “ideal” de Estados Unidos, Canadá y México.
Quienes aún no reconocen que la crítica por la crítica misma carece de valor, tampoco van a reconocer que en esta “Declaración” de los tres mandatarios se perfila un México que logra dar un paso hacia adelante. De igual forma, quienes siguen atados religiosamente al nacionalismo, tampoco van a comprender que más allá de los discursos emocionales, existe un proceso en curso donde la globalización sigue su marcha; por supuesto, como lo señaló décadas atrás Anthony Giddens, globalización no es sinónimo de neoliberalismo. Esta misma afirmación se la escuché alguna vez a Rolando Cordera Campos, quien por cierto, es uno de los pocos intelectuales con una visión sobre el desarrollo en donde nacionalismo y globalización dejan de estar en el enfoque bifocal.
Alguna vez Olga Sánchez Cordero, cuando aún era la Secretaria de Gobernación, dijo que: en todo cambio social lo más complicado es el cambio cultural. Por supuesto, la cultura permea la vida entera y se respalda en fuerzas objetivas y subjetivas que facilitan la reproducción de las sociedades. Es en ese sentido que México se resiste a un cambio que, sin embargo, ya da sus primeros pasos.
Hay ideas tan innovadoras en la “Declaración de las Américas” que recogen y trascienden simultáneamente el nacionalismo político; en ese sentido, Biden y Trudeau se vieron sorprendidos con propuestas como la complementariedad de nuestras economías, la innovación en sectores estratégicos, la disminución de los impactos ambientales de las economías, el respeto a la biodiversidad, el reconocimiento a la diversidad así como a las relaciones de inclusión social, el control en el ingreso de armas que favorecen a la delincuencia organizada y el lavado de dinero, la valoración y el respeto a las comunidades indígenas, la previsión mundial respecto de las nuevas amenazas de pandemias y el impulso a la migración ordenada y segura; además de apoyar el desarrollo de las comunidades de origen de la migración internacional. La manera en que el presidente López Obrador planteó estas temáticas terminó por relajar las tensiones.
En esa lógica, López Obrador audazmente dio un paso más: extender los beneficios de ese modelo hacia todo el Continente Americano, sin exclusiones. En realidad, más allá del protocolo, pudimos observar a tres estadistas que, en tanto agentes de transformación social se proyectaron hacia el futuro próximo.
Por supuesto, no dejo de pensar que cada mandatario dispone de un equipo de asesores que cuentan con el conocimiento y la solvencia para prefigurar el ideal a alcanzar de sus respectivos países. Por ejemplo, Estados Unidos reconoce que la economía de China lo viene desplazando de la competencia internacional y en algunos casos, la economía estadounidense no sólo muestra rezagos, sino una dependencia por ejemplo en semiconductores. Asimismo, Canadá y México saben de la importancia de los yacimientos de litio en su papel estratégico en el diseño y fabricación de dispositivos de almacenamiento de energía.
Pero, no todo es “miel sobre hojuelas”: existen vacíos u olvidos intencionales en esa declaración: el reconocimiento a la diversidad es muy importante para nuestros pueblos indígenas, pero, López Obrador debió de señalarlo asimismo para el trato indignante que se da en Estados Unidos a nuestros connacionales. De hecho, reconocer la diversidad social, como consecuencia, conduce hacia las políticas de integración y de regularización de los migrantes mexicanos que ya residen en Estados Unidos; además de combatir la xenofobia.
Asimismo, hizo falta el compromiso por compartir las bases de datos del DNA sobre el cruce fronterizo de delincuentes, así como del fallecimiento y desaparición de los inmigrantes en el desierto. De igual forma, llamó poderosamente el incluir la migración forzada; sin embargo, éste fue un tema que se quedó oculto, por requerir de un tratamiento especial, tal como se presenta en Jerez y Valparaíso, Zacatecas, por mencionar sólo dos municipios asolados por el flagelo de la delincuencia organizada. Esto seguramente se tiene que trabajar por los tres países en políticas y programas específicos y desde ese ámbito se deberá de rescatar.
Evaluando ese encuentro, México debe prepararse en las innovaciones en el campo de las energías, donde la ingeniería industrial y las nuevas tecnologías van a ser clave. La retórica se cimenta en el propósito de que “se beneficien nuestros pueblos”. El Conacyt ya ha indicado priorizar la investigación aplicada, así como el financiamiento a proyectos que atiendan las necesidades de los más vulnerables.
Las universidades deben de actuar con audacia y sensibilidad. Pensando hacia adelante, México está obligado a rencauzar y hacer inversiones en inéditas en innovación y diseño de nuevas tecnologías. Esta es una tarea relevante en el que existen muchas resistencias por los científicos mexicanos, sobre todo por la incomprensión de aquellos académicos que se han acostumbrado a la colonización de su pensamiento, sujetándose a los viejos modelos de investigación.
Esta reflexión surgió a solicitud de llevar a cabo un balance sobre la “Declaración de Norteamérica” en materia de política migratoria. Una vez que leí el documento oficial, pude darme cuenta de la necesidad de incursionar en un enfoque holístico, haciendo un esfuerzo por recoger por recuperar el contexto que implica.
Con la intención de esforzarme por comprender lo que sucede más allá del contexto local, tengo la esperanza de que en la Universidad Autónoma de Zacatecas organicemos un foro sobre estos temas, en donde dejemos de quejarnos por todo, pero también donde repensemos qué significa vivir acríticamente aplaudiendo al presidente López Obrador.
Esto nos permitirá entrar al debate nacional sobre los cambios que se están proponiendo desde y para el Conacyt. Si logramos profundizar en estos temas, seguramente estaremos en condiciones de forjar un camino duradero para la UAZ y dejarnos de simulaciones, como la que hoy está en curso.