Cookies en Internet
Estás muy feliz navegando en la web, de pronto encuentras un artículo cuyo contenido te resulta interesante, das clic para ir a verlo enseguida y te aparece un recuadro o advertencia donde –palabras más, palabras menos- te dice que ese sitio utiliza cookies, entre otras razones para mejorar los servicios, mostrar publicidad, etcétera y pide aceptes o configures.
Desde luego, en el tiempo en que vivimos, lo último que deseamos es entretenernos configurando esas cosas llamadas cookies, entonces simplemente seleccionamos “aceptar” sin más ni más, la urgencia por leer esa nota, gana la batalla, pues el título es muy atractivo.
Pero ¿Qué son estas famosas cookies y por qué es importante realizar una configuración?
Cookie es un anglicismo que significa galleta, pero si trasladamos este concepto al terreno de la informática, se trata de “un archivo de tamaño pequeño enviado por un sitio web y almacenado en el navegador del usuario, de manera que el sitio web puede consultar la actividad previa del navegador. De esta manera, es posible identificar al usuario que visita un sitio web y llevar un registro de su actividad en el mismo”. (Vergara, 2019)
Es como dejar un rastro de migajas (a propósito de las galletas) de todo lo que realizamos en un sitio de Internet. Después viene la sorpresa al recibir publicidad afín a los gustos y preferencias del usuario, puesto que es fácil olvidar que sin miramiento alguno, pulsamos el botón de “aceptar” sólo para tener acceso a determinado contenido que nos activó la curiosidad.
Ésta es una de las causas por las cuales al realizar una búsqueda, casi pareciera que leen la mente, pues completan palabras o frases de información que alguna vez consultaste o están relacionadas.
Estos pequeños archivos, no son la novedad, datan de 1994, cuando un empleado de Netscape, Lou Montulli tuvo una idea para crear comercio electrónico (e-commerce) con un carrito de compras virtual que permitiera almacenar los productos favoritos de un usuario, pero como es un objetivo lograr la eficiencia de recursos tecnológicos, decidió que la mejor manera de evitar consumir una cantidad importante de espacio en el servidor, era guardando la información en el propio ordenador (computadora) del usuario. (Vergara, 2019)
En un inicio ustedes podrán recordar que si un sitio enviaba la alerta de que contenía cookies para acceder a los contenidos deseados, era obligatorio aceptar el uso de estas, violentando en cierta medida, el derecho a la privacidad del cibernauta.
Eso cambió a partir de la entrada en vigor de la normativa que regula el uso de las cookies, que, entre otras cosas, establece que éstas solamente pueden instalarse en los ordenadores de los cibernautas, si éstos otorgan su consentimiento. La primera normativa que surgió para regularlas fue la Directiva 2002/58/CE, llamada “ley de cookies” o Directiva ePrivacy, su objetivo era garantizar la privacidad de los usuarios que podían ser objeto de prácticas de seguimiento online con el objetivo de elaborar perfiles y a partir de ellos realizar campañas de publicidad online personalizadas, que, en su mayor parte, son no deseadas.
Con posterioridad, esta ley se modificó con la Directiva 2009/136/CE y fue en este cambio que se estableció la obligatoriedad de informar a los usuarios de forma clara, comprensible e inequívoca sobre el uso de las cookies de las páginas online. Además de esta información se requería otorgar consentimiento explícito para que se pudieran tratar sus datos personales, lo cual implica la instalación de cookies en el navegador.
Existen diversos usos de las cookies, por ejemplo para diferenciar usuarios y actuar de manera diferente con cada uno de ellos, esto es, trato personalizado. En otros casos, se utilizan para que los usuarios se identifiquen en algún sitio web en particular, introducen sus credenciales para identificarse en una página de validación y las cookies, permiten al servidor saber que el usuario ya está validado, permitiéndosele acceder a servicios o realizar operaciones que para otros cibernautas no identificados, están restringidas.
Sea cual sea su objetivo, es importante leer las alertas donde se especifica su uso, elegir lo que mejor convenga al usuario, puesto que es su derecho, ya sea rechazarlas o configurar solamente las que considere no invasivas.