… y ahora faltan las respuestas
Apenas la semana pasada, escribía en estas mismas líneas que quizás faltaban escucharse más voces para exigir justicia para todos aquellos tocados, directa o indirectamente, por la ola de violencia que azota tanto a nuestra entidad como a todo el país… y justo la desaparición del niño Teo pareció darle respuesta a ello, aglutinando durante varias horas a cientos de zacatecanos que, hartos de la situación, se animaron incluso a “sitiar” por unas horas la capital de nuestro estado, a encarar al gobernador y a la secretaria general de Gobierno, exigir la presencia del Fiscal y del secretario de Seguridad Pública y pedirles a todos ellos prontitud en el trabajo de la autoridad para dar con los desaparecidos, auxiliar a las víctimas colaterales, y traer nuevamente la paz a nuestro pueblo.
El caso del niño Teo, de Villa de Cos, junto con los de los cuatro jóvenes originarios de Colotlán, la desaparición de una maestra, el asesinato del joven abogado Raúl, los menores de edad muertos y heridos en ataques en Fresnillo, y los incontables ataques armados a plena luz del día o en la oscuridad de las noches, se han convertido en gotas que, día a día, siguen derramando el vaso de la insatisfacción y hartazgo que sienten muchos ciudadanos hoy en día.
Ante esta realidad que nos estalla en la cara cotidianamente, me parece que debemos esperar una respuesta de la autoridad. Una respuesta que, de antemano, sabemos no funcionará como una “varita mágica” y cambiará la realidad de la noche a la mañana; una respuesta que, sabemos, tendrá efectos graduales y paulatinos, quizás no al ritmo ni a la velocidad que muchos quisieran, pero que en algún momento en el futuro próximo rinda frutos específicos en el abatimiento de los índices de violencia, de los índices de asesinato, de los indicadores de secuestro, etcétera.
Para ello, creo que uno de los primeros pasos que tendría que dar la autoridad es el reconocimiento de que la actual estrategia de trabajo en el tema de la seguridad no es la mejor, y que hay, mientras tanto, ya varias propuestas para cambiarla. Tendría la autoridad también la responsabilidad de asumir que al asunto de la seguridad, tanto como al de la procuración e impartición de justicia, le hacen falta más “dientes” (recursos económicos, materiales y humanos de calidad), y que es una prioridad para el correcto desarrollo de los demás ámbitos, llámense el social, el económico, el de la salud o de la educación. Y que está en sus manos proporcionarle esos recursos.
Una vez que se haya reconocido y asumido incluso el costo político que ello implica, entonces sí se necesitaría un generoso, desprendido y exhaustivo análisis propio de las alternativas de acción, para reformular esa estrategia sabiendo de antemano que, tal como lo claman miles de voces, quizás haya la necesidad de cambiar mandos en las corporaciones, la necesidad de depurarlas (sí, aún más), y de sanear todo resquicio de posible corrupción y connivencia entre la autoridad y la delincuencia.
Obviamente, nadie dice que hacer todo eso es fácil, pues requiere de voluntad política y de despojarse, muchas veces, de posibles aspiraciones futuras. Requiere el reconocimiento de que el ejercicio del poder público es temporal, y no un trampolín para permanecer en él sempiternamente. Requiere que nuestros políticos, nuestra clase política, acepte que los encargos son para servir un cierto tiempo, a tambor batiente, y no para servirse de él el mayor tiempo posible, haciendo como que sirven. De eso es de lo que está harta la sociedad, precisamente.
Y para que todo eso suceda en nuestra clase gobernante, la sociedad también debemos cambiar de estrategia; debemos dejar atrás la comodidad de elegir “al menos peor”, la banalidad de elegir a quien entrega dádivas o acepta y promueve cochupos, la mentira de elegir a quien “nos cae bien”, y muchos otros vicios que arrastramos del pasado.
Sí, falta ahora la respuesta de la autoridad, pero falta también la mejor respuesta de los zacatecanos, haciéndonos solidarios, responsables y honestos en nuestra toma de decisiones. Sobre todo eso, queridos amigos, les invito a reflexionar esta semana.