Amor, patria mía
No existe nada más liberador, de la aterrada alma, sobre todo en estos años de muchos balazos y más ideológicos bandazos, que revisar los diarios y leer declaraciones cada día más aterradoras que la figura grotesca de Vicente Fox y el defensor de la democracia Lorenzo Córdova. Y si de leer se trata, me quedo con Carlos Monsiváis y Efraín Huerta (mi dilecto y comunista poeta). Cada quien que escoja al que quiera, total, algunos son seguidores de Arjona o Nodal y ni quien diga algo (uyyyy qué miedo).
Los valientes no asesinan
El 2022 estará marcado por la confrontación de una institución contra otra. Sí, la intención del Ejecutivo Federal de proponer reformas en materia electoral no fue bien visto por el grupo hegemónico del INE (Instituto Nacional Electoral, cuyo líder –ya se va en abril, afortunadamente- es Lencho Córdova) quien, apoyado por algunos grupos de la derecha, gritó, pataleó, se desmayó y a punto estuvo de que le diera chorrillo. Y, a pesar de que la reforma constitucional no pasó, el mentado Plan B del Ejecutivo quedó en un remiendo muy chafa que no aporta nada sustancial a la transición democrática.
Estoy convencido de que al titular del Ejecutivo y godínez que le acompañan les faltó el acompañamiento de académicos e investigadores, quienes, echándoles una manita a su proyecto, buscaran la manera de aportar otras instituciones necesarias para el país, en materia electoral. Por ejemplo, elecciones primarias obligatorias para todos los partidos, con la finalidad de elegir a sus candidatos a los diferentes cargos de elección popular. O, ¿sigue siendo esencial y republicana, para nuestra cavernícola democracia, que prevalezca el dedazo? Muchos (un chingo diría yo) de ciudadanos mexicanos diríamos que la mejor corcholata es aquella que triunfe en una elección interna (hasta puede que Lord Molécula se cuele a una curul).
Además de las primarias, ya debe de utilizarse la Urna Electrónica, el Voto por Internet, el Voto Anticipado, el Voto Compromiso (en relación con la revocación de mandato) y, por supuesto, que deben de darse cambios al interior del órgano electoral (el INE pues). El INE no debe de ser un ente estático ante los cambios estructurales del país. Sólo que aquí sería conveniente escuchar, por lo menos, a los Vocales de los órganos delegacionales y subdelegacionales. No se pierde nada, al contrario, se gana mucho con escuchar al personal más importante del INE. No a Lencho ni a Ciro Peraloca, nel. Oír de primera mano la experiencia de quienes organizan las elecciones, los que trabajan, pues, no de la alta burocracia preocupada en cobrar bien y bonito y realizar turismo electoral.
¿La reforma electoral es necesaria? Sí. Es imprescindible echar abajo la contra reforma Peñista de 2014, que centralizó el poder electoral e incrementó el reparto del INE entra el PAN, el PRI y el PRD. ¿O es que acaso los Consejeros que ingresaron en este periodo, no provienen de las filas de esos partidos? Ya basta de seguir partidizando al órgano electoral, ése no fue el espíritu de la reforma de 1996. Si quieren consejeros electorales independientes e imparciales, fíjense muy bien en los Vocales del INE. Pero como parece que la reforma quedará trunca, es necesario que el próximo (o próxima) titular del Ejecutivo inicie con una convocatoria nacional a un debate sobre las instituciones que requiere el país, generando las condiciones para irlas transformando (para coraje de la derecha y sus acólitos).
Ahora bien, si de preguntar se trata, me parece que uno de los principales problemas del país es el de la inseguridad, la violencia proveniente del crimen organizado y no de quien debería ejercer el monopolio de la violencia física legítima (Max Weber dixit): el estado. La reforma electoral debe ser un eje de combate a la inseguridad creciente en el país, de los otros estaremos debatiendo a su tiempo, pues, como dijo el sociólogo Clavillazo, la cosa es “calmada”.