Luis Ernesto Olvera Rosas
Luis Ernesto Olvera Rosas

No olvidamos nada

Sin olvido, asesinatos. No es que nuestra militancia de chairo sea por tener un rock star, como millones de ciudadanos olvidaron cuando se votó por el PRI y el bombón Peña Nieto, además de panistas, en total demencia de hechos que la historia ha ido desentrañando de los crímenes de Tlatelolco, en 1968; el jueves de Corpus, en 1971; Tlatlaya, Nochistlán y Ayotzinapa.

En 1968, recuerdo las manifestaciones en los inicios del movimiento estudiantil, que nada tenía de introducción de agentes comunistas, estudiantes, cantando “papá, papá ayer cuando jugaba, le pregunté a un hombre que golpeaba, me dijo ser un granadero, sí un granadero” adaptada de la Balada del Vagabundo de José Guardiola, eran un pecado de subversión.

La fuerza de los estudiantes y sus demandas, que podrían haber tenido acuerdos con el gobierno (estos gobiernos sí, autoritarios, como el del PRI de Díaz Ordaz) crecieron por existir condiciones sociales muy adversas a la población, como la disminución de fuentes de trabajo, escasa planeación económica, y la restricción de derechos laborales en sectores educativos, salud, ferrocarrileros, entre otros.

Los estudiantes que ya contaban con la solidaridad de estos gremios y otros, con un gobierno aumentado en su falta de sensibilidad política, después de varios acontecimientos de provocación del mismo gobierno, el movimiento estudiantil, convocó la tarde del 13 de septiembre a la que se llamó “Marcha del Silencio”, con un contingente de alrededor de 300 mil estudiantes y profesores que marchaban con la boca cubierta con cintas adhesivas.

La respuesta del gobierno priísta fue empezar con violentas represiones al tomar Ciudad Universitaria el 19 de septiembre, gracias a la sensatez del rector Barros Sierra (que se opone a la ocupación militar y a la violencia) se la entrega al general Gonzalo Castillo.

Los estudiantes politécnicos resistieron heroicamente apoyados por la población de alrededor del Casco de Santo Tomás con palos, resorteras y bombas molotov que repelieron al Ejército, aunque al final las bayonetas y bazucas se impusieron, y las instalaciones del Casco de Santo Tomás y Zacatenco fueron tomadas, con decenas de desaparecidos.

El Consejo Nacional de Huelga convoca al movimiento a un mitin en Tlatelolco para exigir algunas demandas que ya habían sido formuladas en agosto, como la libertad de presos políticos, la desaparición del cuerpo de granaderos, la indemnización de víctimas de la represión, la respuesta fue sangrienta, el gobierno priísta de  Díaz Ordaz asesinó a alrededor de 350 estudiantes, según datos de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, en un informe divulgado en 2006, pero testigos afirmaron que los cuerpos eran retirados en camiones de recolección de basura.

La muerte colectiva continuó con el gobierno priísta de Luis Echeverría, relata la Comisión Nacional de los Derechos Humanos:

El 10 de junio de 1971, el Jueves de Corpus, estudiantes de la UNAM y del politécnico marcharon para protestar y evitar que sucediera lo que intentaban hacer con la Universidad Autónoma de Nuevo León (ir contra la autonomía y la reducción del gasto).

La marcha inició en las inmediaciones del Casco de Santo Tomás, para después incorporarse hacia la Calzada México-Tacuba, con demandas en sus pancartas como “Libertad a los presos políticos”, “Educación popular”, “Democracia, sindical, democracia en la UNAM”, “El asesino está en el gobierno”, y “Repudio a la antidemocracia”, entre otros.

Cuando el contingente avanzó por la avenida de los Maestros, agentes infiltrados conocidos como “halcones”, abrieron fuego desde las alturas contra las personas asistentes. Debido a ello, este hecho es comúnmente conocido como “El halconazo” o “La matanza del jueves de Corpus”. Cifras oficiales actuales mencionan alrededor de 120 muertos.

Los panistas resultaron ser peores, con el generalito Felipe Calderón que, con una estrategia asesina, atacó extrañamente a algunos grupos criminales, se ha investigado su alianza con grupos del narco, al ser Calderón cómplice de García Luna (preso por delitos de narcotráfico).

De nuevo, la nota la dieron los priístas con la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en Guerrero, en septiembre de 2014 que, a la fecha solo se han identificado tres, se ha comprobado, que el gobierno de Peña Nieto, a través de su procurador Murillo Karam, falseó los hechos en que estuvo involucrado el gobierno municipal, estatal y federal. La investigación no estará concluida hasta encontrar al resto de los estudiantes.

No entendemos a Xóchitl Gálvez -candidata del Frente Amplio por México-, cuáles son los valores que según ella retomó de esos partidos.


Leave a Reply