Por consumir, qué hemos hecho
Somos muchos. Dicen que es parte de una cultura popular la visión de un mundo destruido, por el aumento demográfico que presiona sobre los recursos naturales, las evidencias nos ponen en alerta.
Dispondremos de información que presentan páginas como Libre Mercado y Semarnat.
Se menciona que el capitalismo tiene gran relación con el crecimiento poblacional de los últimos tres siglos, lo entendemos por la expansión del consumo tan necesario para generar grandes riquezas, como lo hemos observado en estos artículos sobre el consumismo.
La población se ha multiplicado por más de doce desde 1700 y por ocho desde 1800. Tan sólo en el siglo XX se ha multiplicado por cuatro, mientras que en el presente siglo no llegará a duplicarse, con lo que concluirá un incremento demográfico que carece de precedentes. Alcanza su máximo histórico en 1968, cuando la población mundial creció un 2,1% interanual. Desde entonces, sin embargo, este avance se ha ido frenando de forma paulatina hasta situarse ligeramente por encima del 1% actual.
Informe sobre las Perspectivas de la Población Mundial elaborado por la ONU hace proyecciones que la explosión demográfica está llegando a su fin, según el documento alcanzará su “punto máximo” a finales del presente siglo, con un total de 11,000 millones de personas.
Cuando daba las materias de Geología Física y Medio Ambiente y Energía, señalaba el incremento de la población como parte de problemas ambientales, en aquellos años de finales de los noventa y hasta el 2017, a los estudiantes les hacía la observación del crecimiento tan alarmante del siglo XX, cuando a principios se tenía una población mundial cercana de 1,600 millones y actualmente alcanzamos 7,700 millones.
Para finales de este siglo, aun se desacelere el crecimiento demográfico, tendremos que recapacitar sobre nuestras costumbres de consumo o replantearnos las políticas demográficas para no llegar a los 11 mil millones de habitantes.
Si hacemos un recuento de la pérdida de cobertura forestal a partir del año 1900 se han perdido 1100 millones de hectáreas, la mayoría por las actividades agrícolas. De acuerdo con datos de Our World in Data, desde 1961 la cantidad de tierra que usamos para la agricultura aumentó sólo en un 7%; mientras tanto, la población mundial aumentó en un 147 %. Esto significa que la tierra agrícola por persona se redujo a más de la mitad. Es decir, de 1.45 a 0.63 hectáreas.
Pareciera que hemos logrado usar el recurso del suelo para mejorar la alimentación mundial, no es así. El informe de 2021 de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), menciona que entre 720 millones y 811 millones de personas padecieron hambre en 2020, cifra que representa más del 10% de la población mundial. Aquí el consumismo no opera.
Además, las actividades agrícolas y forestales y los cambios en el uso de la tierra son responsables de alrededor del 25% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Al respecto de productos minerales el consumo en metales como el zinc, cobre y plomo, llegaba a menos de 1.5 millones de toneladas a principios de siglo XX, en 2020 el cobre llegó a 20 millones de toneladas, el plomo refinado alcanzó la demanda en 276.000 toneladas y el zinc refinado a 620.000 tonelada, esto gracias a millones de automóviles, computadoras, insumos del hogar y más objetos que nos rodean en nuestra vida cotidiana.
Aunque no ocupa el privilegiado lugar de la agricultura en el deterioro de recursos naturales (al no llegar al 5%), es parte de las industrias que se dirigen al consumo de artículos, así como automotores, y equipo metal mecánico.
Hablar de energía, rebasa nuestra idea de necesidades del consumidor, de menos de 1 TW anual (an) en 1900 en electricidad a más de 13 TW /an a finales de 2018. En esta necesidad, el petróleo es el mayor proveedor con más del 58%. De manera que, estos consumos contribuyen con alrededor del 53% de gases de efecto invernadero.
¿Y sí dejamos de consumir, qué pasa? Será nuestro último artículo sobre el tema.
También hay carretoneras. Usted pensará que los intelectuales y las personas que dicen haber estudiado cientos de posgrados, tienen un léxico elevado, fino y consciente de a dónde dirige sus palabras.
Pues no es así y nos demuestra que estudiar o dar clases en posgrado, haber viajado por el mundo o ser discípula de un buen político, no es contundente.
Así ha intentado convencernos la ineficiente -y de dudosa honestidad-, la delegada Sandra Cuevas de la Alcaldía Cuauhtémoc (se atribuye su llegada a la alcaldía a la ayuda de Ricardo Monreal, difícil de creer).
Los hechos demuestran que haber estudiado en supuestas universidades, la licenciatura en Comercio Internacional por la Universidad del Valle de México, una Maestría en Derecho Fiscal, Derechos Humanos y Constitucional y un Doctorado en Derecho por el Centro Universitario de Estudios Jurídicos, de nada sirve haber cursado en estos centros, cuando no hay capacidad de gobernar.
La Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos, en su Artículo 47, numeral 7 señala: Observar respeto y subordinación legítimas con respecto a sus superiores jerárquicos inmediatos o mediatos, cumpliendo las disposiciones que éstos dicten en el ejercicio de sus atribuciones. Las amenazas a Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de la CDMX, que le profirió Sandra Cuevas, pueden ser motivo de sanción, aunado a tener materiales en oficinas de gobierno, que no son legales en el ejercicio de su función.
Vaya que esos de “Va por México” son consumistas de ilegalidades.