La eliminación de México en el Mundial 2022 y la crisis del fútbol
Partamos de una premisa: el fútbol es el deporte número uno en México. No hay otra actividad atlética que tenga tantos involucrados como deportistas practicantes, fanáticos, patrocinadores y demás. Esa particularidad lo lleva a ser una actividad económica de gran envergadura. Entonces, fútbol en México es igual a dinero.
A todos los que estuvimos atentos al desempeño de la selección nacional nos duele su eliminación y nos cala su desempeño. Soy uno más de los que se cree director técnico cada que el equipo nacional juega -y más en los mundiales-, y a veces le grita a la pantalla pensando que el jugador me va a escuchar cuando digo “¡pásala, cabrón!”, “¡tócala!”, “¡pégale!”, “¡no te tires!”, “¡corre, huevón!”, y demás chuladas del lenguaje futbolero.
Usted disculpará, pero así he sido. Y bueno, qué decir de mi apoyo a mis Pumas y mi gusto por ver a los Mineros de Zacatecas, con la esperanza de que algún día estos últimos jueguen en liga premier o primera división, como suele decirse. Total, soy aficionado y me caló la eliminación de México, como a millones de mexicanos.
Y es justo esa eliminación la que nos lleva a esta colaboración. Decidí escribir sobre el tema porque en redes sociales y otros medios de comunicación leí una gran cantidad de comentarios, unos más sesudos que otros, unos más estructurados que otros, pero creo que todos con una legítima demanda: el fútbol mexicano tiene que mejorar.
Hay un problema generalizado en relación con el factor económico: se habla de que los dueños sólo buscan su beneficio; que los jugadores los crecen mucho y se hacen intocables; que hay corrupción en la contratación de jugadores; que los derechos de transmisión hacen que televisoras hagan lo que ellas quieren.
También se dice que, en lo deportivo, el sistema de competencia es malo y sometido a los poderes económicos; que no hay en México una política nacional sobre el tema y que nos falta mucho para tener un viso de competencia para el próximo mundial, en el que México será uno de los países sede.
Respecto de los dueños, quizás debemos entender que antes que lo futbolístico, para ellos puede ser un negocio y eso es cien por ciento su interés y es válido. No conocen o saben a profundidad de fútbol -lo cual no debe ser un requisito-, pero es de reconocer que, quizás, puedan estar haciendo malabares para darle soporte monetario a todo lo que hay alrededor de un equipo de fútbol que, hasta donde sé, no es nada barato “ni son enchiladas”. Si acaso, pudiéramos pensar en un esfuerzo de los dueños de reconocimiento del valor social de su apuesta futbolística y hacer algo más para vincularse positivamente con la comunidad.
Respecto de los jugadores, seguramente Usted ha visto un video, quizás en la aplicación Tik Tok, donde un masculino con acento similar al argentino dice “viven en un country, anda en be eme doble v para arriba […] morfan bien todos los días, el día anterior al partido durmieron tranquilamente en un hotel cinco estrellas, se rascaron la […]”, y demás cosas, en referencia a las comodidades, lujos, facilidades y demás circunstancias que tienen los jugadores, y al final despotrica haciendo referencia a cosas que un jugador profesional no en capaz de hacer en el terreno de juego.
Creo que eso refleja la frustración que siente el aficionado en general al ver que aquellos que tienen la oportunidad de ser jugadores -claro, considerando las historias de éxito, la disciplina, los sacrificios y demás de algunos de ellos- no pueden o no quieren realizar un trabajo digno, donde al final lo que rescata el orgullo es ver que el jugador realmente suda la camiseta, independientemente del resultado.
De los jugadores y la corrupción alrededor de su llegada a tal o cual equipo, o a su consideración para ser debutados, sólo mencionaré que quizás debe ponérsele especial atención a esos mecanismos, principalmente con jugadores extranjeros, posiblemente mediante la discusión de determinados candados y, en lo local, estar al tanto de reglas o lineamientos de transparencia que la Federación Mexicana de Fútbol pueda establecer para que los aspirantes nacionales a jugadores profesionales tengan una especie de piso parejo. Difícil, pero bueno, se tiene que empezar por algo.
Pasando por alto lo relacionado con los derechos de transmisión (creo que aquí la ley de la oferta y la demanda hace su trabajo) y pensando en que las partes tributarias y de competencia económica estén resueltas y apegadas completamente a la norma, cierro con el sistema de competencia del fútbol profesional: la lógica del dinero compra calidad (o eso busca) y quizás es el punto número uno de la determinación del sistema actual en el país, con repechaje y liguilla, que dan oportunidad a que clubes sin mucho dinero para su plantilla puedan ser campeones.
Lo malo es la calidad de nuestro fútbol en general, que premia como campeón a un equipo que estuvo en lugares de media tabla, con malos resultados en general y, en una de esas alcanza repechaje, llega a liguilla y ¡pum! A la final. Y gana. ¿Ese esquema genera competencia? ¿Genera incentivos? ¿Promueve la competitividad entre clubes? ¿Es sólo la danza del dinero?
Hay muchas dudas y comentarios sobre el fútbol profesional, pero no hemos tocado la parte de tener una política nacional al respecto como otros países la tienen con éste y con otros deportes. Y bueno, eso que no estamos tocando lo amateur, que también tiene sus visos de negocio. Pero sí sé que es tiempo de pensar en 2026.