Marco Antonio Flores Zavala
Marco Antonio Flores Zavala

Don Enrique A. Rodríguez

Propuesta de sumario: En esta colaboración van datos de don Enrique A. Rodríguez, un personaje apreciado y referente en algunas sociabilidades masónicas nacionales. Completo el texto con testimonios sobre Jesús González Ortega en Saltillo, el nuevo libro de Alfonso del Real López y la ausencia juarista en Tepetongo.

Un día como hoy: marzo 17, hace 97 años, el matrimonio de doña María de la Luz Rodríguez y el capitán José Catarino Rodríguez dio a la luz un niño. A él le nombraron Enrique, en el registro civil de Sombrerete. Los progenitores están en la memoria privada, el del cumpleaños es un distinguido actor del espacio público político. En la niñez él laboró en aserraderos y empleos gubernamentales en la vecina entidad de Durango.

Enrique aprendió a leer y escribir en las décadas del pretendido socialismo, de escuelas militarizadas, la educación sin libros gratuitos y durante el manto de la Revolución mexicana. En su trayectoria, su haber cultural distingue cómo fue la formación de los sistemas políticos regionales de esa región y la de Zacatecas.

Desde joven, como agente letrado, hizo inmersión en el mundo obrero de la región minera de Sombrerete; en tal condición estuvo activo en las redes que formaban la clase trabajadora –era intermediario entre las multitudes subalternas, los empleados de confianza, los residentes de la ciudad y las personas provenientes del espacio rural-. El tránsito de empleado particular a funcionario gubernamental transcurrió sin forma abrupta, antes hizo intermediación en campañas electorales municipales, estatales y federales. Su andar público va desde el régimen del licenciado Francisco García Estrada (1956-1962), hasta el fin de la década de 1990.

En el andar público y político se desempeñó como presidente del PRI en Sombrerete, en el comité estatal (1976), diputado en la 45 legislatura local (1965-1968) y funcionario en el gobierno de Zacatecas. Dos claves le señalan como político –sin ser Maquiavelo y menos un coehlista-: permanecer como intermediario y próximo al poder regional. La función provino de destacarse como letrado en una multitud analfabeta y muy corporativizada en el sistema político. La segunda iniciarse en la masonería, una de las redes de relación social que influyen todavía en las dinámicas políticas. En esa sociabilidad ingresó en los inicios de la década de 1960, en la emblemática y nodriza logia “Úrsulo A. García”. En la red masónica, don Enrique A. Rodríguez ha obtenido todos los grados del escocismo, incluso es uno de los pocos zacatecanos que ha laborado en el mítico vállense Supremo Consejo grado 33.

La cita a don Enrique no va sólo por ser su aniversario, sino como un referente en el espacio público político a quien se aprecia en el transcurrir del permanente proceso de hacer política.

 

Saltillo

He vuelto a la capital de Coahuila. Aprovecho la ocasión para andar los rumbos de Jesús González Ortega. Ahora sé que el zacatecano se autodesignaba agricultor casado, entiéndase propietario rural; fue residente en un edificio construido con piedras de las primigenias construcciones de la localidad. Allí residió más de doce años. Vivió junto a Mercedes Mercado, su esposa; a ellos les colaboraron, en los primeros meses de habitación, dos mujeres y un hombre, todos jóvenes. Cuando falleció el militar y aspirante presidencial, el abuelo paterno de Francisco I. Madero, como autoridad estatal, ordenó un reconocimiento luctuoso.

Por las pesquisas, sé que González Ortega será la biografía de uno, en la multitud de 1870.

 

Tepetongo: Juárez-Iturbide

En 1906 –hace 117años, el martes 21 de marzo- ocurrió la primera conmemoración cívica nacional: el primer centenario del nacimiento del expresidente Benito Juárez García. A partir de entonces vendría una serie de festividades centenarias. Pero se enfatiza: fueron las juaristas las primeras celebraciones mexicanas que contemplaban que cada pueblo, villa, ciudad y capital estatal harían algo por mostrar ‘el espíritu nacional’.

Aquel año, las cabeceras de partido y algunas municipalidades dieron cuenta de qué hicieron: alguna ceremonia cívica con alumnos y representatividad del pueblo; el desvelo de alguna placa; la marcha por la comunidad; disparos de salva… En el citado 1906, Tepetongo, entonces circunscrita al partido de Jerez, no informó qué hizo de cívico. Aunque queda un detalle: el juarismo o las implicaciones de la Reforma están en la avenida Reforma y en la escuela Juárez de la comunidad El Cuidado. La avenida Reforma, paralela a la Insurgentes, perpendicular a la Hidalgo, es una referencia a otra etapa nacional: las fiestas del Centenario del inicio de la Independencia Nacional.

La segunda fase de las festividades nacionales sí tiene huella evidente en Tepetongo: la avenida Iturbide es la principal rúa de la localidad. Hay otras marcas, como las calles Insurgentes, Ignacio Allende, Hidalgo, Corregidora. Pero la principal es la avenida Iturbide. Tal nombre es singular. En diferentes pueblos del país una calle, una plaza, un edificio, un pueblo, un algo memorable lleva el apellido de uno de los libertadores del país: Agustín de Iturbide.

Cuando impusieron el nombre de la avenida principal, en el Himno nacional se cantaba: “Si a la lid contra hueste enemiga/ Nos convoca la trompa guerrera,/ De Iturbide la sacra bandera/ ¡Mexicanos! valientes seguid./ Y a los fieros bridones les sirvan/ Las vencidas enseñas de alfombra;/ Los laureles del triunfo den sombra/ A la frente del bravo adalid”. La ausencia de Juárez, En Tepetongo, no es estruendoso, pero tampoco un silencio abrumador; percibo: el lugar quizá no fue juarista.

 

Fresnillo histórico

Ayer publiqué en redes: Lo obvio: todo, absolutamente todo es historia. Las tres primeras ciudades de la entidad fueron Fresnillo, Aguascalientes y Sombrerete. Las tres son ciudades históricas, capitales estatales, residencias presidenciales y contienen edificios presidenciales y hartos políticos aspiracionistas. El evento de declaración de ciudad histórica es un rutinario evento político, es muy ajeno al todos, el pueblo, la gente y tal.

 

Nuevo libro de Alfonso del Real López

Estoy ojeando, además de los obligados libros escolares, Ensayos para Zacatecas, volumen coordinado por Alfonso del Real López. Me va el hojeo que llevo; es un serio puzzle escrito por “ciudadanos habitantes de esta entidad federativa que, desde su respectiva trinchera, hacen un llamado a entender problemas, situaciones y tópicos de orden público en una perspectiva única, la del ciudadano”.

El libro es presentado hoy en Las Quince Letras, a las 2 pm. Allí nos miramos. Vale la pena tener el libro, para leer sobre nuestra entidad.


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