Quizá me equivoque, pero Zacatecas es de las pocas capitales de México donde todavía en pleno 2023 se percibe el sonido inequívoco del ferrocarril a toda hora.
Antes de iniciar con el periodo vacacional, en este espacio dediqué varias colaboraciones a hablar de aquellas zonas que, a mi parecer, histórica y culturalmente son emblemáticas para los zacatecanos. Tomando como símil el nombramiento de Barrios Mágicos lanzado el año pasado por la Secretaría de Turismo a nivel federal, hemos estado haciendo una síntesis histórica de espacios como los antiguos barrios de indios: Tonalá – Chepinque, Mexicapan, San José y El Niño, entre otros. Siguiendo con esta idea y después de habernos quedado con el Barrio Nuevo (hoy día Insurgentes y Morelos), me gustaría seguir con la línea geográfica que continúa hacia el sur de la ciudad y hablar del antiguo Barrio de la Estación.
¿Y es que quién no ha escuchado el furioso bramido del tren en cualquier punto de la ciudad? Quizá me equivoque, pero Zacatecas es de las pocas capitales de México donde todavía en pleno 2023 se percibe el sonido inequívoco del ferrocarril a toda hora.
Es bien sabido que el tren fue una de las grandes innovaciones tecnológicas introducidas en nuestro país en el siglo XIX. De hecho, si hacemos memoria, podremos recordar que en la primaria aprendimos que el ferrocarril fue la gran aportación de aquel que todavía es amado y odiado a la vez, Porfirio Díaz.
Sin embargo, al César lo que es del César, pues si bien las líneas ferroviarias se expandieron durante el porfiriato, hay que mencionar que hubo esfuerzos anteriores por traer esta tecnología a México.
Todo comenzó con Anastasio Bustamante, quien motivado por crear una línea ferroviaria que uniera la capital de la República con Veracruz, comenzó un periplo que duraría décadas en completarse, pasando por presidentes como Antonio López de Santa Anna, Lerdo de Tejada, Manuel González, hasta llegar al mismísimo Díaz.
El primer tren de pasajeros proveniente de la Ciudad de México llegó a nuestro estado en enero de 1884. No hubo festejos, ni discursos. Se planteó que hasta que la red estuviera completada se haría una inauguración oficial, pues para aquel entonces ya se trabajaba con la red que conectaría a Fresnillo con otros municipios y tan solo unos meses antes, en septiembre de 1883, había entrado en funciones la estación de Aguascalientes. La idea general era que el ferrocarril pudiera conectarse desde Ciudad de México hasta Ciudad Juárez con varios ejes troncales en el trayecto, por lo tanto, la estación en Zacatecas era un paso obligado.
La estación de trenes local se situó en lo que para aquellos años era una zona despoblada y alejada, apenas transitada por aquellos que salían en dirección a Jerez y otros puntos, así como por quienes trabajaban en las minas o haciendas cercanas. Era también donde se veían los últimos arcos del vetusto acueducto que según la leyenda mandara construir la Condesa de San Mateo.
Y es que en un inicio, las estaciones del tren se situaban en una parte periférica de las ciudades, alejadas de los añejos centros citadinos por ser un complejo casi industrial, bastante ruidoso, contaminante y que requerían un buen territorio capaz de sostener las actividades ferroviarias. Pero por razones lógicas, la zona fue creciendo más allá del propio trajín de pasajeros y trabajadores, transformando el paisaje urbano con barrios, escuelas, templos y comercios. Pero este fenómeno fue paulatino: ésta no fue una zona en la que inmediatamente se viera el tan anhelado progreso anunciado en discursos políticos a través del tren.
Para 1891, el sacerdote hidrocálido José Anastasio Díaz López impulsaba la creación de un templo y dos escuelas para apoyar en la precaria situación en la que vivían los niños de aquella franja periférica, de quienes decía, estaban sumidos en la pobreza. La iglesia que finalmente se construyó llevaría el nombre de Templo Diocesano de Nuestra Señora de Guadalupe y las escuelas para niños pobres que instaló, se convertirían con el tiempo en un complejo de colegios de formación católica aún existentes en la capital, pero de todo ello hablaremos la próxima semana.
COLUMNA: HISTORIAS E IDENTIDADES
AUTORA: GABRIELA BERNAL
CABEZA: Barrio de la Estación (I)