Los pactos políticos entre facciones adversas son siempre de mala fe, aunque sean convenientes
No existe nada más liberador, de la aterrada alma, sobre todo en estos años de muchos balazos y más ideológicos bandazos, que revisar los diarios y leer declaraciones cada día más aterradoras, como saber, que Lily Téllez dice que Santiago Creel es un corrupto. Y si de tener héroes se trata, me quedo con Ignacio Ramírez y Mariano Escobedo. Y que cada quien escoja los que quiera, total, algunos piensan que los mayores héroes de este país son Adal Ramones y Loret de Mola (uyyyy qué miedo).
Mientras la chusma reaccionaria del país se llena la boca en loas a la democracia y sus arcaicas instituciones, mientras los reaccionarios provenientes de la derecha reclutan al lumpen, mientras algunos medios de comunicación nacidos al amparo de la dictadura de AMLO se atrincheran para lanzar insultos, una parte muy importante y generosa de la patria no hace sino trabajar, sigue construyendo sueños ahí donde hay pesadillas. Pienso en los republicanos que construyeron mi patria, en aquellos que enfrentaron la intervención del imperialismo en el siglo 19. Pienso en Zaragoza, en Riva Palacio, en Prieto, en Altamirano, Ramírez y tantos otros a los que no convocaba el tintineo del dinero (ellos no escribían panfletos con #YoDefiendo________).
La fundación del Estado-Nación no fue sencilla; en una región azotada por la conquista imperial, la lucha de nuestros hermanos republicanos fue titánica. Los recorridos de días en caminos del demonio, las escaramuzas contra el ejército invasor, el presidente Juárez dando lecciones de humildad y fortaleza, el heroísmo de nuestra gente, hombro con hombro, con el General Zaragoza, con Mariano Escobedo, Sóstenes Rocha, Negrete y tantos otros que se hunden en la memoria de esta patria grande. Las frases de estos héroes, con el rostro cansino, que fueron expropiadas por el partido hegemónico y los libros de texto y que aún siguen retumbando, como tambores de guerra, en nuestro patriotismo, son un tesoro: Los valientes no asesinan; Las armas nacionales se han cubierto de gloria; Pelean muy bien los franceses, pero los nuestros matan bien; Soy liberal porque los liberales están con el pobre y el desgraciado; Porque lo más sagrado que tiene un hombre es su honor y la patria. Porque las frases que acuñan los pequeños burgueses de esta época son un insulto a la inteligencia: Primero los pobres; Amor con amor se paga, Abrazos no balazos; #YoDefiendoAl INE, #YoDefiendoAlINAI, etc. De pena ajena en verdad.
Nuestros héroes se forjaron en el calor de la batalla contra el imperialismo y en el enfrentamiento de las ideas. Las leyes de Reforma y la lección que nos dejó la concepción reformista de la separación Estado-Iglesia en un país católico, fue esencial. No, no fue gratuito que esos hombres valerosos estén en el olimpo republicano mirando a los conservadores y sus sueños imperiales (debo suponer que nuestros conservadores hoy en día tienen enormes fotos de Felipe VI en sus casas, pero no de Zaragoza, Juárez, Ramírez o Altamirano).
La defensa de la patria, hoy en día, es fundamental; pero a la patria se le defiende desde una posición ideológica muy clara, nunca desde los principios más reaccionarios de la derecha putrefacta. No se puede ir por la vida dando bandazos de izquierda a derecha y viceversa, defendiendo una mentada democracia a la que son incapaces de describir desde la ciencia social. Porque eso sí: no hay un solo sujeto que se autoproclame contrario a la democracia (¿?). Todos (y los extremos están cabrones: Loret de Mola y Martí Batres son defensores de la democracia) defienden con su vida (nunca con su patrimonio) a la bendita democracia, esperando que ésta obre los milagros de la multiplicación de los empleos y los salarios, de la paz y la solidaridad, de los derechos humanos. Seguimos esperando a los héroes del siglo 21, teniendo de ejemplo a los del siglo 19. Tenemos historia, aunque muchos (reaccionarios mencheviques) lo duden.