ZACATECAS. El ganador del Premio Iberoamericano Bellas Artes de Poesía Carlos Pellicer para obra Publicada 2022 es el poeta y académico Javier Acosta, por su obra Viejos comiendo sopa (Universidad Autónoma de Sinaloa, 2021).
El jurado, integrado por los escritores Claudina Domingo, Dionicio Morales y Ricardo Ávila Alexander, otorgó el galardón debido a que “considera que el libro tiene gran calidad poética y un discurso que consigue unificar el sentido del humor y la ironía con un uso del lenguaje agudo y preciso”, como lo consigna en el acta de deliberación.
Lo anterior fue informado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través de la Coordinación Nacional de Literatura (CNL) y el gobierno de Tabasco, mediante su Secretaría de Cultura.
Algunas exploraciones de la desposesión
Javier Acosta, quien obtuvo también el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2010, refiere que su libro nace de una pregunta sin respuesta: “se trata de un libro que explora algunas de las condiciones del poema y de la poesía a partir de algunos conceptos básicos. El libro se abre con un epígrafe de Antoine Compagnon, al mismo tiempo misterioso, anticlimático y certero: ‘La mayoría de los poemas son malos, pero son poemas’; ¿qué significa ese ‘pero’?, ¿en qué consiste la última desnudez del poema? Desde luego que no hay respuestas, pero sí se recogen algunas de las posiciones que habitan mi cabeza y delinean mi escritura”.
Respecto del título, Viejos comiendo sopa, comenta que proviene de un cuadro célebre de las pinturas negras que Francisco de Goya que realizó en la Quinta del Sordo: “El poema más pobre es como la sopa boba, humilde, de los desposeídos, los que habitan en el estado de necesidad más extremo; de ahí el título, que remite al célebre cuadro de Goya, Dos viejos comiendo sopa, perteneciente a la serie de sus pinturas negras.
“También hay dentro del libro algunas exploraciones de la desposesión, como en algunos de los poemas agrupados en el apartado Biblia Pauperum, en el que se ensaya una minúscula teología de los pobres”, agrega.
Aparte de concebir los poemas como una pequeña teología de la pobreza, en el poemario deambulan los comensales (los lectores, entre ellos), los que comparten “la sopa aguada y nutritiva del poema:
“Aparecen también en este marco algunas imágenes rectoras y mínimas de quien escribe, como la aspiración, el resuello, la inclinación ante el papel o la pantalla; así como algunos personajes literarios y próximos, como Rimbaud, el maestro Bashō, el judío errante, mi propia madre, mi padre, las laboriosas termitas. Se nos podría imaginar a todos en torno de una mesa, compartiendo un sorbo de la sopa aguada y nutritiva del poema”.