ESTANCIA DE ÁNIMAS, VILLA GONZÁLEZ ORTEGA. La desesperación agobia a los familiares de Mayra, Javier y Fernando. Claman: “ya los queremos de regreso”. Doña Enriqueta quiere abrazar y llorarle a su niña, así como Leandro “a mi carnal” y Marlene y Martha, “a nuestro hermanito”. La autoridad, sólo vía telefónica, ha prometido apoyo.
Los vecinos son los que sí se han mostrado solidarios, al llevarles comida y sobre todo consuelo a esas devastadas familias. Las calles del pueblo lucen desoladas, pero la desolación se acentuó en las casas de esos tres jóvenes. Marlene, hermana de Fernando, afirma: “estamos tratando de superarlo”. Y de las autoridades, “pues el presidente municipal, nomás por teléfono”.
Nulo ha sido el apoyo, ya que ni el gobierno estatal ni el federal han volteado a ver hacia los deudos de los tres jóvenes que perdieron la vida en “el tráiler de la muerte”, en San Antonio, Texas. La gente está en la indefensión. Ha sido tal el abandono que familiares y amigos iniciaron una colecta para poder traer a los jóvenes a su última morada.
“Pero no hay fecha para que traigan a mi hermano”, lamentó Marlene, quien indicó que no les han dicho qué ayuda habrá para los papeles, para los trámites. “Todo de palabra, pero lo que queremos es que pronto estén aquí, ya es mucho tiempo. No dan razón y pues no sabemos nada de esos trámites. Es mucho, pero no entendemos qué tan apurado sea. La gente nos ha dado mucho apoyo moral”.
“Es un dolor infinito, ya queremos el traslado del cuerpo de mi hermanito”, dijo Martha, la otra hermana de Fernando, recién llegada de Mérida, Yucatán, una vez que se enteró de la tragedia. Más allá de papeles y trámites, lo que quieren es la sensibilidad de las autoridades. “No hay esperanza para qué día, que igual la otra semana. No hay palabras para lo que siento, qué más quisiera que fuera un sueño, pero es una pesadilla”.
“Espero verlo que entre a la casa; quisiera creer que no es verdad lo que pasó. Lamentablemente no es así. No hay palabras, lo extrañaré y para mí siempre estará en mi corazón. Para mí no está muerto, Así seguirá hasta que me reúna con él. Ojalá no se hubiera ido, pero las circunstancias que están aquí los obligaron porque no hay trabajo”.
No está fácil
Momentos de angustia han vivido en Estancia de Ánimas desde aquel 27 de junio que se enteraron de la tragedia. Nadie les dice cuándo ni cómo volverán a ver a sus familiares, quienes encontraron como féretro un tráiler.
Al menos, los padres de Javier ya vieron el cuerpo de su hijo, no así los familiares de Mayra y Fernando; su padre y otra hermana están en San Antonio, Texas. Adilene, hermana de Mayra, comenta que “les dicen que la están preparando, como maquillándola, pero del traslado, nada”.
Doña Enriqueta se queja: “ando bien mala de los nervios, ando toda desfuerzada. No está fácil nada. Ya ‘toy desesperada, bien feo que ta’ esto”. Adilene reitera que sólo les han informado que el cuerpo está por ser trasladado “y que sigue en la funeraria”.
En cuanto al apoyo gubernamental, “pues de una secretaría, que del Migrante, y sólo nos dicen que está en proceso y que, ya que se resuelva todo, les conseguirán unas becas a las niñas. Es lo único que sabemos hasta ahorita”.
“Es muy triste, difícil de creer que pasáramos por todo esto. Las niñas están controladas, pero sí se pusieron muy mal. Del Consulado no saben nada, sólo lo que les dicen en la funeraria. Sobre los gastos se supone que lo va a pagar el presidente de Villa, igual algo con el gobernador, pero no se sabe”.
“Si les nace que apoyen, por las niñas más que nada, pero siempre es lo mismo, quieren ayudar cuando las cosas ya pasaron. La gente es la que nos ha traído comida. En la escuela donde asisten las niñas se organizaron y nos trajeron despensa. Mejor la solidaridad humana. Es difícil de creer”, insiste.
Reconoce que no hay más que decirles: “gracias, por apoyarnos”. “Es lo malo que tanta gente se va de aquí, unos por seguridad y otros por necesidad. Ahora mi hermana ya no está y nos haremos cargo de sus hijas, todo porque estén bien. Sé que Mayra me está oyendo y a tus hijas, hermana, no les va a faltar nada”.
“No ha sido fácil para nadie. No podemos remplazar a su madre, pero sí ayudar en lo que se pueda”. Suspira y lamenta que “ni siquiera la hubiéramos dejado; que no se fuera. Tenía su changarrito de ropa aquí”.
Doña Enriqueta avisó que las veladoras del altar se apagaron, mientras Adeline reiteraba que “ni la han visto los que están allá, que por el proceso, pero la queremos aquí, ¡ya!”.
“Que supuestamente los dejarán verla mañana (hoy) porque no está preparada para que la vean. Ojalá pronto nos la regresen. Porque va a llegar, va a llegar, pero ¡¿tanto tiempo?! El 16 se fue y el 27 los encontraron en el tráiler”.
Refirió que ya está preparado lo del panteón, ya ayer terminaron su tumba. Dos veladoras ya iluminaban el altar. Predominaban las fotos de Mayra sonriente, como la recuerda su mamá. Su pequeña hija parecía que miraba el altar, pero su expresión viajaba más allá.
Las veladoras volvieron a encenderse y, como dijo doña Enriqueta, es la luz de la esperanza de que Mayra pronto regresará. Que la luz guíe su camino regreso a casa. Ahí también hubo espacio para la foto de Javier, el cuñado, acompañando a Mayra como cuando sucedió la desgracia.
Del gobierno, nada
El hermano de Javier, Leandro, recién salido de la obra, coincidió: “pues del traslado, nada. Muy doloroso que ha sido todo. Aseveró que hoy (ayer) se reunieron con el alcalde Ronald García, quien se comprometió a absorber el gasto de las fosas, otorgar despensas y ayuda psicológica”.
A los padres de Javi les han dicho que el proceso va lento porque es mucha gente “y están agarrando orilla”. “Del gobierno de Zacatecas no han venido, sólo Ronald, de ahí en más nadie. Y nos dijo que no había venido porque no sabía, que apenas se enteró. Nos dijo que, con toda confianza, le pidiéramos apoyo, pero del gobierno de Zacatecas, ¡nada!”.
“Un tal de… Sezami le habla por teléfono a mi cuñada, la esposa de Javier, pero que sólo va a hablar con la esposa, con nadie más. Pero Martina, mi cuñada, ni habla, no come, está destrozada y no dice más nada. ‘Tamos muy dolidos. Ta’ diablo. Cuando nos despedimos, Javier me dijo que era la última…”.