David Galván dejó este domingo en Cinco Villas no sólo el triunfo, también el aroma del buen toreo y una faena cargada de notas finas; el sentimiento que se convierte en arte.
A nadie le queda duda del potencial que posee el torero, un artista fino, elegante, poderoso y capaz de torear con ese empaque profundo.
Tres orejas le valieron una salida a hombros importante en una tarde donde, por otra parte, Sergio Flores cuajó dos muy buenas faenas, que de no ser por la espada hubiera conseguido un triunfo mayor, quedando en una oreja de mucha valía. Arturo Saldívar, pechó
El primero de la tarde para Saldívar
Mil amores, de 498 kilos, de Torreón de Cañas, para el matador de toros Arturo Saldívar, que saludó con buenas maneras con el capote.
En la muleta el toro fue muy áspero, tardo y, además, muy descompuesto, por lo que no resultó fácil. Saldívar buscó pero se pudo hacer muy poco. Lo resuelto lo hizo con mucho oficio y solvencia, ahí, en el terreno de las tablas, donde extrajo muletazos poderosos por el derecho, jugándosela mucho, pues el toro al final salía con la cabeza arriba, y se revolvía.
Estocada caída al primer viaje, de efectos suficientes para pasaportar al toro. Lo defectuoso de la estocada dejó sin posibilidad de que tocara pelo.
El terso capote de Galván
Moustro de 500 kilos, de Torreón de Cañas, segundo de la tarde, al que Diego Galván saludó con mando, acompasado con el capote, para recrearse por verónicas.
La elegancia en el quite dejó ver el terso capote del torero español, que brindó su faena de muleta a sus alternantes, Arturo Saldívar y Sergio Flores.
Por bajo comenzó su faena de muleta, con doblones largos y profundos, y el remate con el de la firma. El toro apuntó muy buenas cosas: humillaba con esa fijeza y el tranco largo, permitiendo así que Galván templara por el pitón derecho.
La segunda serie, también con esa naturalidad, el lucimiento y la clase de por medio; sin embargo, el toro fue a menos muy pronto, no así la línea de Galván que no dejó que la faena cayera, por el contrario, siempre mantuvo al público expectante y metido en su buen quehacer muleteril. La rúbrica fue una gran estocada para cortar una oreja.
Con su segundo, David Galván desplegó cadencia y ritmo por verónicas con el capote. Un toro rajado que terminó por entregarse y meterse con poder.
Lo cuajó con mando y poder, en series acompasadas con la verdad. Un toreo por naturales soberbio, con esa transmisión de las buenas notas, los trazos tan largos. Cambios de mano portentosos, con entrega y mando, siempre dando más y manteniendo muy alto su nivel. Estocada efectiva para cortar dos orejas.
Flores, en la madurez de su toreo
El tercero, y primero del lote de Sergio Flores, le permitió a éste un buen saludo con el capote. Brindó su faena al respetable y con mucho mando firmó las primeras series, con muletazos portentosos, con ese poder para llevar al toro y hacerlo romper.
No cabe duda de que Flores atraviesa un momento de gran madurez y eso lo reflejó en Cinco Villas a través de derechazos muy templados. Por el izquierdo toreó también con muletazos de calidad, con recorrido, series de tres naturales y rematando con el de pecho.
En las tablas Sergio se metió en los terrenos para cuajar con poder y verdad los trazos que remataron esta faena. Al tirarse a matar con gran verdad, fue prendido de fea manera, resultando con golpes contusos en la cara; se repuso para ver al toro doblar y recoger una oreja de peso que a ley ganó.
Con su segundo, Sergio Flores en la muleta se encontró con un ejemplar al que él terminó por llevar a buen puerto, rompiendo una faena que no parecía que tendría esas notas de tanta claridad.
Faena de alto nivel fue la que firmó Sergio Flores. La apuesta del toreo clásico, con despaciosidad, trazo largo y acompasado, disfrutando y disfrutándose; derechazos con quietud y esa profundidad que imprimió el tlaxcalteca; y también por el izquierdo luciendo.
Todo lo hecho aquí fue el mérito de Flores, sin dudarlo. Por encima, muy por encima de un toro que no valía lo que al final quiso ver la gente, exigiendo un arrastre lento que no merecía. La pena fue que Flores no tuviera suerte con la espada, que así dejaba ir un triunfo por demás importante.