Anteriormente hablamos del pueblo como protagonista del último lance democrático. En su masiva elocuencia, los votos se contaron y esa suma de voluntades al repartir el poder emitió mensajes claros.
No me arrogo el oráculo de la voz popular pero hay señales claras para el sistema político que derivan de la elección. Me aventuro a adivinar y verbalizar algunas.
Al PRD. Si había dudas sobre tu propósito, se disiparon. Cumplidos o no tus objetivos fundacionales, perdiste razón de ser. Ese espíritu de izquierda que resistió al neoliberalismo por 30 años (los últimos seis francamente no aplicaron) te abandonó.
Las causas de izquierda migraron a otras expresiones y militancias. Hoy eres una muda vacía de piel. Lo dice tu 2.44 por ciento de votos que no alcanzó ni para quedarte como pingüe negocio de quienes te usufructúan.
Al PRI. Te salvaste de la extinción, pero no de la irrelevancia. Tus liderazgos te confinan a un neoliberalismo por demás oportunista. Dejaste de ser revolucionario hace décadas, institucional hace unos pocos años al quedar a merced de caciques y dejarás de ser partido tarde o temprano.
Al PAN. Eres lo más cercano —o menos lejano— a una opción opositora. Erraste en venderme una alternativa al morenismo. Nunca supe qué ofreciste. No vuelvas a cometer el error de plegarte a intereses de un puñado. Inclusive tus convicciones ideológicas sobre el libre mercado deben ceñirse a principios democráticos, lo cual era tu fortaleza.
Debes reconstruirte en tu tradición de derecha democrática; si no lo haces seguirás de irrelevante, aunque ganarás unos pocos distritos.
A Morena y aliados. Ni se les ocurra pensar que lo otorgado hace tres semanas es fe ciega. Tienen un mandato para hacer lo que prometieron. No voté a regañadientes, les doy confianza, pero los estaré vigilando. Cada omisión o falla contarán; nos vemos en tres años.
A los medios comerciales. Les queda poco tiempo para reconstituirse. Cada vez aburren más, interesan menos. Su versión de México no se corresponde con la realidad. Sus presentadores y comentócratas —con excepciones que confirman la regla— son irrelevantes, deshonestos intelectualmente (en el mejor de los casos) y mentirosos y corruptos (en el peor).
No crean que pierdo de vista que la representación ideológica en medios es exactamente opuesta a la representación que decidí otorgar en los espacios políticos. Hay una parte que se tragó el engaño y es la más afectada y negada a la aceptación; eso en gran parte es responsabilidad de ustedes.
Al Poder Judicial. Las cosas no pueden permanecer como están. Le di a Morena y aliados la encomienda de cambiarlas; así que no esperes seguir funcionando como hasta ahora. Debes sacudirte lacras y hábitos arraigados y putrefactos. Tu reforma es inminente; es esperable que la resistas, pero solo lo harás más doloroso.
Busco con honestidad un mensaje negativo del electorado para López Obrador, pero no lo encuentro. Al macuspano parece haberle salido todo. Inclusive algunos periodistas afines ideológicamente al gobierno de la 4T consideran urticante la sección “quién es quién en las mentiras” de la mañanera, pero hasta eso le salió. El presidente logró lo que pocos gobernantes: conexión plena y directa; mensajes no solo recibidos sino aceptados. Lo demás fluyó. Mientras la comentocracia atizaba sin piedad, el pueblo lo aceptó en lo general con complacencia.
El presidente debe aprestarse a pasar una prueba más de congruencia. Si no se reeligió y no operó políticamente para hacerlo, como muchos juraban que lo haría, se acerca el final de su relevancia.
No solo dejará el poder formal sino el emanado de su arraigo y carisma. Si lo hace, un nuevo sistema político nacerá de ello. Volveremos sobre eso de aquí al cambio de poderes.