MADRID. Una tarde cuesta arriba afrontó la terna que toreó la noche de este jueves en la capital española debido al pobre juego de los novillos de hasta tres hierros distintos; fue un hecho que hizo enfadar al público, sobre todo durante la lidia del sexto, segundo de Bruno Aloi, con el que nuevamente dejó constancia de su entrega en el marco del primer festejo del certamen Cénate Las Ventas.
ALOI CONTRA LAS ADVERSIDADES
Bruno regresó a Las Ventas tras su debut del 21 de abril de este año, e igual que en aquella ocasión la escasa colaboración de los novillos que enfrentó le impidieron rayar al nivel que él pretende.
Sin embargo, el novillero mexicano volvió a enseñar un valor sólido y oficio para imponerse a la adversidad.
Al tercero de la noche lo toreó con soltura a la verónica y luego comenzó su faena de rodillas, una clara demostración de intenciones que entusiasmó a la gente en el momento más interesante y jaleado de la noche.
Después dio muletazos con buen trazo por el pitón derecho, pero el de La Guadamilla acabó embistiendo de forma deslucida y no colaboró lo necesario para que el trasteo llegara a alcanzar una mayor altura.
A pesar de esta circunstancia, Aloi estuvo firme en todo momento y mostró sus buenas maneras antes de ejecutar una estocada entera, a la que siguió un golpe de descabello.
El público lo llamó a que saludara una ovación en el tercio, tras una ligera petición de oreja.
Delante del sexto de la noche, un sobrero de Los Chospes (la misma ganadería que lidió en su debut en esta plaza) apenas pudo mostrarse debido a que embestía con la cara alta, en medio de las reiteradas protestas de la gente que estaba muy molesta con el pésimo juego del ganado.
Bruno brindó la muerte de este ejemplar al maestro Emilio de Justo, y aunque trató de buscarle las vueltas, el ambiente estaba a la contra y abrevió.
Mató de media estocada, de la que el novillo tardó en doblar, y escuchó un aviso al finalizar un festejo que tuvo una duración de dos horas y 50 minutos.
EL VALOR DE PEDRO GALLEGO
Se fue Pedro Gallego a la puerta de chiqueros para recibir a portagayola al abreplaza, con una larga cambiada de rodillas.
El animal salió suelto y pasaba por su capote, pero sin mantenerse en él. Se cambió al tercio y se alcanzó la faena de muleta.
El novillero se fue directo a los medios para brindar al público. Seguidamente, sin alejarse demasiado de aquellos terrenos, lo citó y se lo pasó por la espalda en varias ocasiones, teniendo que rectificar para que no se lo llevara por delante.
Continuó por el pitón derecho, muy en línea, llevándolo largo. Al primero le daba salida, al segundo trataba de recoger la embestida y llevarla metida, dejándosela puesta.
Paró las tandas y uno a uno, buscando el sitio, lo iba pasando, sin terminar de acoplarse con un toro que se le venía por dentro y con el que no lograba limpiar los muletazos.
Cambió al izquierdo, pasándolo, dándole salida, bajándole la mano al inicio y levantándola en la salida. Retomó el pitón derecho sin transmisión, poniéndole muchas ganas Pedro Gallego.
Culminó por manoletinas, pero falló con la espada, pasaportándolo con el golpe de cruceta.
Pedro Gallego decidió recibir a portagayola al segundo de su lote en un intento de larga cambiada. Se lo llevó por delante, arrancándole parte de la chaquetilla.
Después de aquel milagro, Gallego continuó y alcanzó la faena de muleta, la cual inició de rodillas en los medios, sin probaturas, pasándolo en largo hasta envolvérselo.
Se levantó entre ovaciones y tras dejar respirar al animal siguió pasándolo en aquellos terrenos. Sobre el derecho le bajó la mano a un novillo con cierta uniformidad y fijeza.
Cambió al izquierdo, sin acople en los naturales. Le mostró el pico, dejándosela en la cara y tirando. La faena no tomaba vuelo, aunque siguió alternando pitones, dejando detalles, pero sin definirse. Mató con determinación.
CABALLERO, LA VOLUNTAD
Manuel Caballero saludó al segundo de la noche, un novillo al que bregó y al que costó retener en el capote.
Poco a poco lo fue metiendo y ganando terreno. El toro, que perdía las manos y andaba escaso de fuerza, fue devuelto y en su lugar salió el que debió ser el quinto.
El novillo también fue protestado en su salida. Un animal que apenas pasó por el capote y se cambió el tercio.
El astado se arrancó con viveza y el novillero lo recibió en la muleta, probándolo por ambos pitones, así comenzó su faena.
Continuó por el derecho, tratando de templar las embestidas y limpiar los muletazos. El toro soltaba la cara, muy agarrado al piso, sin entregarse en la tela. Caballero desarrolló tandas cortas con un animal al que tuvo que arrancarle los muletazos. No pasaba y cada vez se quedaba más corto. Lo intentó al natural, pero no hubo de dónde sacar.
Alargó su faena a base de suavidad y mucho empeño, volviendo a intentarlo por el derecho, estando por encima de un novillo sin opciones. Lo pasaportó.
Salió el primer sobrero, un novillo de Chamaco al que saludó Manuel Caballero. Brindó en los medios y después se fue a su encuentro, pasando a un toro protestón que no humillaba y al que le costó sacar de tablas.
Logró acarrearlo al tercio y allí empezar a llevarlo por el derecho, pero sin evitar que se le fuera. Se rajó rajado, tuvo pocas opciones. Caballero se fue a las tablas, toreando en los terrenos que el animal le marcó, logrando llevarlo en redondo y ligado en una tanda bien rematada.
Siguió por el derecho, tocándole con firmeza en la cara, de dos en dos, protestando algo más por ese pitón. Retomó el toreo al natural, asentándose, pasándolo muy despacio, respetando sus tiempos. No tuvo acierto con la espada.