MADRID. Este miércoles se celebró la Corrida de la Prensa ante un cartel de gran expectación, en el que se volvió a colgar el cartel de “No hay billetes”.
El festejo en Las Ventas contó con la presencia de su Majestad, el Rey Felipe VI, quien estuvo acompañado por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Ambos presidieron el festejo taurino desde el Palco Real.
Poco juego ofrecieron los toros de la ganadería de Victorino Martín ante los esfuerzos de los matadores Paco Ureña y Borja Jiménez, que estrellaron sus ilusiones con los victorinos.
Dispuesto y asentado estuvo Paco Ureña ante el tercero. Con la diestra, enganchando adelante y llevando hasta el final la embestida, consiguió los mejores momentos de su labor en dos series ligadas y reunidas.
Por el izquierdo, tirando de arrojo, consiguió pasajes de mucho mérito. Una gran estocada efectiva provocó la petición de oreja no atendida y dio una vuelta al ruedo.
Con el quinto consiguió por el derecho dos buenas tandas profundas y ligadas ante un toro que nunca se entregó y se desentendió muy rápido.
El primero de la tarde no le permitió a Ureña ninguna equivocación ni descuido y fue imposible el lucimiento.
Con un jaleado inicio de capote por verónicas recibió Borja Jimenéz al segundo, primero de su lote. En la muleta, sin probaturas, lo inició por el derecho. Éste fue un buen ejemplar de Victorino, sobre todo en los primeros compases. Repitió con alegría y profundidad en una muleta que quiso llevarlo largo sin que le tocara las telas. La espada no entró. Al cuarto y al sexto le faltó todo lo que requiere Madrid para que una faena llegue al tendido. No hubo opciones.
Paco Ureña, el héroe de mil batallas
Abrió plaza el matador de toros Paco Ureña, con el ejemplar Matacanes, de la ganadería de Victorino Martín. Brindó su faena al Rey Felipe VI.
La faena fue de poder, de la entrega de un torero que sigue siendo un auténtico guerrero de los ruedos, que le sobra actitud, que siempre es temerario y en esta corrida no fue la excepción.
El novillo siempre supo lo que estaba por delante, pendiente más de los muslos del torero que del engaño, teniendo que ganarle la intención para robarle muletazos y esquivar en todo momento los pitones.
Es la honradez de Paco Ureña la que terminó hablando, con tan poco, salir victorioso es un milagro. Estuvo muy pesado con el acero el torero de Murcia que escuchó dos avisos.
Imponente de cornamenta fue el tercero de la tarde, Japonés, que se defendió en la muleta. Paco Ureña una vez más puso el cuerpo como carnada, poderoso y firme en el toque para tirar del toro.
Por el pitón derecho arrancó los muletazos, buscando incluso alargar el trazo. A Japonés le faltó humillación, pero fue curioso su comportamiento. Faena poderosa rubricada con una gran estocada de la que el público solicitó la concesión de una oreja que no fue concedida.
Con el quinto de la tarde, Paco Ureña quiso cambiar el lado de la moneda de esta corrida de toros que tan poco nos había contado. Nos hizo guardar las esperanzas con un ejemplar que embistió de largo y al que llevó por bajo, dejando ver calidad y transmisión.
En el centro del ruedo fue donde Ureña planteó su labor muleteril de la que siguió apostando por la senda derechista. No perdía ocasión Matacañas para buscar huir, duró nada, tocaba entonces a Ureña aguantarle, dejarle la muleta puesta y llevarle con suavidad, y al final la fórmula resultó, tuvo contenido esta faena que construyó a base de la serenidad y sobre todo de la paciencia.
Tampoco dejó pasar la oportunidad de buscarle por el izquierdo, donde claramente las intenciones del toro eran otras, defenderse a costa de todo. No fue necesario insistir por ese pitón, así que los finales, esforzados, tuvieron que ser por el derecho que ya no tenía más por dar.
El esfuerzo de Borja Jiménez
Con Garañuelo, de 590 kilos, segundo de la tarde, Borja Jiménez se deletreó en el saludo capotero, toreando muy asentado por verónicas que despertaron la emoción en los tendidos. Qué firme y temerario fue el prólogo de faena de Borja Jiménez, que lo llevó por bajo y largo al de Victorino Martín.
Tomar el ritmo no fue fácil, pues el astadobuscaba ganar pasos, pero sin duda, a todos nos queda claro que Borja atraviesa un gran momento donde entiende a los novillos. Pese al peligro latente y constante, todo lo hace ver con una tremenda facilidad gracias a la entrega, y es que el ejemplar se colaba y no permitía error alguno, tenías que llevarlo un paso adelante.
Por el izquierdo quiso poco, aquí la lucha fue tremenda, de valor. Muy pesado con la espada estuvo Borja, que se retiró en silencio, mientras que el encastado de Victorino Martín fue ovacionado en el arrastre.
El cuarto de la tarde y segundo del lote de Borja Jiménez tuvo mucho menos que sus hermanos. Fue imposible, deslucido y carente de todo, lo mejor y más viable fue cortar por lo sano pese al esfuerzo que buscó dejar sobre el ruedo el torero que le intentó una y otra vez, pero ante un toro así, imposible hacer más. Abreviar hubiera sido lo correcto.
Borja trató de llevar en su capote al sexto en una brega con la que le fue ganando terreno hasta sacarlo a los medios.
Espartaco fue protestado por su ejecución en el tercio de varas. Lo trasteó por abajo en el inicio de la faena, para después seguirle sobre el derecho, sin encontrar el acople. Lo toreó en la raya del tercio, queriendo ligarlo sin éxito. Uno a uno lo fue pasando, pero no tomaba vuelo, el ejemplar era de los que te buscaba los pies, pero terminaba pasando. Abrevió su faena al sexto.