Heriberto es un niño de apenas 10 años de edad, proveniente de Oaxaca, pero la falta de recursos y los bajos sueldos que recibían sus padres por sus labores como jornaleros lo llevaron a trasladarse al municipio zacatecano de Villa de Cos.
Esta realidad la viven alrededor de 55 mil menores que habitan en la entidad, quienes trabajan en negocios familiares, actividades agrícolas o en el hogar, de acuerdo con el Módulo de Trabajo Infantil que publica el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en su edición 2011, que identifica como niños a personas de 17 años o menos.
El organismo revela que Zacatecas ocupa el tercer lugar nacional en trabajo infantil, pues 16.2 por ciento de los niños se encuentra en esta situación.
De esta forma la entidad se ubica apenas por debajo de Guerrero y Nayarit, que tienen 17.5 y 16.6 por ciento, respectivamente.
Hasta hace tiempo, Heriberto se dedicaba a trabajar con sus padres en la pisca, en la comunidad San Cristóbal, pero a través de la Secretaría de Educación de Zacatecas (Seduzac) entró al Programa Jornaleros Agrícolas y pudo estudiar.
Historias como ésta se pueden escuchar en los municipios de Fresnillo, Río Grande, Calera y Pinos, donde tanto grandes como pequeños entran a trabajar junto con sus padres para poder estudiar o ayudar a la economía familiar.
Heriberto ahora sonríe pese a las circunstancias que vive, pues desde temprana hora se van sus padres a trabajar, mientras él se queda, en ocasiones, hasta las 18 horas en clases, momento en que la familia se puede reunir.
Sin embargo, hay niños y jóvenes que no corren con la misma suerte y deben participar en las labores agrícolas o de otro tipo, sin tener la oportunidad de ingresar a la escuela.
¿Cuántos son?
Para 2007 se tenía el registro de 72 mil infantes trabajando en la entidad, cifra que representaba 5.5 por ciento de la población total de Zacatecas. En 2009 la cifra ascendía a 60 mil, lo que implica una tendencia a la baja en esta materia.
Pese al incremento poblacional registrado entre 2005 y 2010, el Inegi reportó una disminución en el número de menores en esta situación, pues apenas representaron 3.32 por ciento.
El Consejo Nacional de Evaluación (Coneval) revela que los adolescentes de 15 a 17 años trabajan casi siete horas a la semana y dedican 7.74 a labores domésticas; de los 12 a los 14 años, fueron 2.15 y 6.56 horas respectivamente. Quienes sólo tienen carencias por ingreso trabajan 1.15 horas a la semana.
La mayor parte de los infantes trabajadores o que realizan labores domésticas vive en pobreza o tiene alguna vulnerabilidad por carencia de servicios básicos, educativos y de salud, señala el estudio Pobreza y derechos sociales de niñas, niños y adolescentes en México 2008-2010, publicado recientemente.
El Coneval también señala que en la mayor parte de los municipios zacatecanos, entre 10 y 15 por ciento de los menores de edad realizan alguna actividad laboral, lo que los posiciona en el rubro de población económicamente activa.
Uno de los elementos considerados para que disminuyera la cantidad de menores que trabajan es que 50 por ciento de los alumnos de nivel medio superior tiene una beca federal, lo que les permite estudiar y elevar su escolaridad, de acuerdo con lo reportado en fechas anteriores por Gilberto Zapata Frayre, delegado de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS).
¿Qué hacen los niños?
Las estimaciones de la delegación de la STPS señalan que en Zacatecas hay 20 mil menores que trabajan con su familia, mientras que 10 mil lo hacen en otros espacios, lo que los pone en una situación más vulnerable.
El resto de los 55 mil está en otros sectores y son jóvenes de 14 a 17 años, que –de acuerdo con la Ley Federal del Trabajo– pueden trabajar siempre que tengan el consentimiento de sus padres.
Es decir, dos tercios de los infantes desempeñan labores familiares, aunque se aprecia una tendencia a la baja; 5.5 por ciento del total lo hace en lugares no apropiados.
De acuerdo con el Módulo de Trabajo Infantil, 27.5 de los niños del país señalaron que en casa necesitan de su trabajo, 25.7 por ciento lo hace para pagar su educación, 15.5 para aprender un oficio y 13 por ciento dijo que en la casa necesitaban de su ingreso.
Sólo 5 por ciento no quiere ir a la escuela, pero 40 por ciento de los niños que trabajan no asiste a la escuela; 32 por ciento de los infantes que trabajan dedican 35 o más horas a la semana para esa actividad, según cifras oficiales.
Si se trasladan estas cifras al plano estatal, 15 mil 225 niños deben apoyar en el trabajo familiar, 14 mil 132 deben pagar sus estudios, 7 mil 150 necesitan aportar económicamente al hogar y sólo 2 mil 750 no quisieron seguir en la escuela.
El estudio referido señala que no habría consecuencias para el hogar si seis de cada 10 niños que trabajan dejaran de hacerlo y regresaran a la escuela. Con estas cifras, sólo habría 22 mil menores zacatecanos con necesidad de trabajar.
De acuerdo con los datos brindados por la delegación de la STPS en Zacatecas, la mayor cantidad de niños trabajadores están en el campo.
Las condiciones de
trabajo en el campo
El libro Desafíos de la sociedad rural al despuntar el siglo XXI, que compiló Irma Lorena Acosta Reveles y fue publicado por la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), señala que en 2008 se hicieron encuestas en 12 de las 155 casas que tiene registradas el Inegi en la comunidad Río Florido, Fresnillo.
Los resultados: “Sólo en dos de ellas no se reporta trabajo infantil (…) El promedio de miembros por familia es de 6.6, con una media de dos hijos menores de 14 años. De estos menores que trabajan, nueve son hombres y dos mujeres, con una edad promedio de 11.3 años, siendo la edad mínima de 7 años”.
Asimismo, ocho de los 12 encuestados dijeron que “cargan cosas pesadas en su trabajo, refiriéndose básicamente a los botes de cuatro hojas, trasladan el durazno que pesa aproximadamente 25 kilogramos, y que representa más de la mitad del peso promedio del niño”.
“De los 11 niños que trabajan, sólo dos comen dos veces al día, los demás lo hacen tres veces y sus alimentos son frijol, maíz, sopas y papas, principalmente; otro tipo de alimentos figuran en su dieta más esporádicamente como la carne, generalmente cada semana, leche”, añade el estudio.
Difícil rescate educativo
Jorge Domingo Saucedo Encina trabaja en la Secretaría de Educación de Zacatecas (Seduzac) con programas como el que brinda apoyo a los hijos de jornaleros que provienen de estados como Nayarit y Oaxaca.
La actividad que realizan tiene verificativo cada temporada de cosecha, por lo que los niños deben continuar sus estudios en el siguiente poblado al que acudan los padres. Los menores llevan consigo una carta que acredita su nivel escolar.
El funcionario explicó que derivado de esta problemática los niños se enrolan en un trabajo dentro de los campos agrícolas, por lo que se realizan visitas para conocer quiénes y cuántas personas laboran, pero sobre todo si hay niños, para ofrecerles alguna opción educativa.
A la fecha se ofrece servicio hasta secundaria, pero algunos pequeños no saben leer ni escribir a los 10 años de edad, incluso tienen poco conocimiento del español, cuando estas habilidades deberían aprenderse desde la primera etapa de la vida.
Sin embargo, Saucedo Encina, quien forma parte de la Subsecretaría de Planeación y Apoyos a la Educación en la Seduzac, acepta que ha sido difícil encontrar a los niños que trabajan en los campos agrícolas.
“Hace dos meses hicimos un evento donde les dimos regalos a los niños, salieron una gran cantidad que no sabíamos de dónde venían, incluso guatemaltecos, pero cuando volvimos a buscar, no los encontramos, los esconden”, señaló.
Las estadísticas del Inegi revelan que en Zacatecas hay 24 mil 431 menores de 5 años que realizan alguna actividad económica, de los cuales 95.1 por ciento alternan estudios y trabajo, lo que provoca un bajo rendimiento escolar.
Además, 49.37 por ciento se ubica en actividades agropecuarias, 17.78 por ciento trabaja para comercios establecidos y 14 por ciento pertenece a alguna rama industrial, como artesanos o ayudantes. De éstos, 25 por ciento trabaja en espacios no apropiados y casi 5 mil están sujetos a algún riesgo de trabajo.
“Cuando los padres ven grandecitos a sus hijos, los llevan a trabajar al campo, eso es lo que pasa. Nosotros vamos a revisar dónde están los niños, para continuar con su educación”, dijo Saucedo Encina.
Los lugares con esta situación –dijo el director de Participación Social y Programas Compensatorios– son algunas comunidades de Morelos, Sain Alto, Fresnillo, Río Grande y Pinos, entre otros municipios.
El primer reto, aceptación de la familia
De manera más directa vive esta experiencia el instructor José Eduardo Ramírez Ortiz, quien informó a NTR Medios de Comunicación que el primer contacto para sacar a los infantes de estas actividades es una plática con los padres.
Actualmente trabaja con niños de origen tepehuano, mixteco y de otras etnias indígenas, que en ocasiones dominan poco el español.
“Nos tenemos que ganar la confianza de los niños, con quienes manejamos la mayoría de los contenidos, porque tanto la madre como el padre trabajan y casi no los vemos”, indicó.
Afirmó que esto mejora la vida de los infantes, porque aprenden a leer y escribir, y aceptó que en algunos casos se condena a quienes viven esta migración dentro del país a no pasar de la educación básica.
Para superar estos rezagos educativos, la Seduzac –detalló Domingo Saucedo– este año inició con la enseñanza de nivel secundaria en las localidades donde hay jornaleros migrantes; “es el primer estado a nivel nacional en aplicarlo”, añadió.
La calle, una forma de vivir
No obstante, los infantes también están sujetos a riesgos dentro de la ciudad, sobre todo aquéllos que se encuentran en la calle, que es precisamente una de las actividades productivas donde participa el sector infantil que es más notoria, aunque no tiene grandes números, según las estadísticas.
Por niños en situación de calle se entiende aquéllos que, sin romper el lazo familiar, se van a los cruceros para vender chicles, limpiar vidrios o lavar carros en los estacionamientos de los centros comerciales.
Los datos del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (SEDIF) indican que este año se han entregado 485 becas educativas para quienes se encuentran en esta situación, lo que va acompañado de una capacitación a los padres de familia.
Aun así no son suficientes los apoyos, como lo expone Lucía Alonso Reyes, presidente honorífica del SEDIF, tras aceptar que se ha incrementado el número de personas que realizan este tipo de trabajo.
“Si hubiera suficiente empleo para todos, que es algo sumamente difícil porque el rezago social tiene muchos años, este problema del trabajo infantil sería mínimo, pero nosotros hacemos nuestro esfuerzo”, destacó.
No hay mil 400 niños
de la calle en Guadalupe
De acuerdo con datos del DIF Municipal en Guadalupe, existen mil 400 menores en situación de calle, cifra que ha incrementado en los últimos tres años.
Sin embargo, Jesús Ricardo Rosales, subdirector de Atención a Grupos Vulnerables del DIF Estatal, consideró que la cifra excede el problema real, pues implicaría que hubiera 400 infantes en cada uno de los tres cruceros de la cabecera municipal, y no los hay.
“No es que haya tantos niños, porque a quienes encuentras en el crucero de Sauceda de la Borda, al otro día los ves en el crucero de la Nissan. Entonces éste es un número muy flotante que en los padrones no tenemos”.
Destacó que los niños de la calle, que sí perdieron el vínculo con su familia y no tienen arraigo, no son un problema que afecte a los zacatecanos, pues se tiene detectado que quienes viven de esa manera son de otros estados y sólo arriban a Zacatecas en Semana Santa y Navidad.
Indicó que la zona conurbada Zacatecas-Guadalupe apenas tiene 600 niños en riesgo de calle, pero no están aún en ésta; una de las variables que causan esto es que “en Zacatecas la gente sí está acostumbrada a dar una moneda”.
Parte de la solución –argumentó– es no darles dinero, sino buscarles otra actividad, “porque no los puedes dejar sin nada”.
“No los vamos a quitar de la calle, sino a separar de las actividades riesgosas. No es lo mismo que un niño no tenga un actividad donde no está en riesgo a estar en un crucero, donde puede ser sujeto de trata de personas o de las actividades criminales”, detalló Ricardo Rosales.
Asimismo, reconoció que el Ayuntamiento de Guadalupe “sí le está entrando a la entrega de becas”.
Seis niños con rasgos de explotación
Lorena Lamas arroyo, titular de la Procuraduría de la Defensa del Menor y la Familia, explicó que a la fecha hay seis casos documentados de infantes que fueron forzados por sus familiares a laborar en las calles.
En estos casos –explicó–, el trámite es hacer una investigación que puede derivar en una denuncia ante el Ministerio Público; a la par, se verifica si algún familiar puede atender al menor, de lo contrario, se canaliza a casa cuna y es un candidato para ser adoptado por una nueva familia.
Añadió que han encontrado niños que piden dinero para que sus padres puedan pagar drogas o que son castigados si no consiguen recursos económicos.
Y aunque aceptó que no se cumple con todos los requisitos para ser considerado como trata de personas, indicó que debería contemplarse como tal.
En ese tenor, Arnulfo Joel Correa Chacón, presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), afirmó que no se tienen documentados casos de trata; “a veces la propia ignorancia hace que la gente no denuncie”.
Sin embargo, no descartó que pudieran darse casos de explotación infantil, laboral o sexual por parte de los mismos padres, aunque –advirtió– no es la única forma de que se concrete este ilícito.
Por ello, hizo un llamado a la sociedad civil para iniciar una cultura de prevención de la trata, revisando que haya un manejo adecuado de las redes sociales, como Facebook o Instagram.