PUERTAS CERRADAS
Lo grave de los reclamos por Katty y Monse, las adolescentes desaparecidas en El Orito, es que ya está comprobado que ni los familiares del gobernador David se salvan de la delincuencia. “¿Le gustaría que fuera su hija?”, reprocharon manifestantes. Pero basta recordar que pasaron días cuando secuestraron a un primo de los Monreal Ávila en Fresnillo y, si regresó, fue porque sus captores lo liberaron. Como dicen, en esta Nueva Gobernanza “hay que encomendarse a Dios”. Por eso, lo que cala es lo indolente, que “cuando estaba en campaña lo apoyamos y ahora nos cierra las puertas”. Este miércoles, familia y amigos de las menores bloquearon carreteras para exigir por ellas. Las vieron por última vez el sábado 5 de agosto, cuando fueron a un baile de 15 años, donde se presentó Conjunto Río Grande. El concierto se realizó en la plaza principal y acudieron cientos de personas, pero las dos jóvenes no volvieron. Mientras tanto, la fiscalía sigue tomada.
EN LA TORRE
DEL MALESTAR
Toda la mañana le marcaron a la Súper Malvada para que atendiera a los productores que se quejan por la exclusión en el programa Producción para el Bienestar, pero nunca atendió. Así lo dijo Fernando Galván, el líder frijolero, quien ayer bloqueó el bulevar y tomó las oficinas de la delegación. Y ni con todo el mitote que armó, la funcionaria se dignó a recibirle una llamada. A Galván solo lo calmaron cuando habló por teléfono con Víctor Suárez, subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria de la Sader, quien le prometió incluir a más beneficiarios. Porque mientras el titular de la Secampo, Chuy Padilla, ruega por apoyo para los agricultores zacatecanos, Verónica “N” y el gobernador David placeaban al funcionario federal por la región de los Cañones. Los campesinos, que esperen.
MÁS ESCÁNDALOS
EN EDUCACIÓN
Comenzó la guerra. El líder sindical del CECYTEZ, Lucio Mendoza, prepara protestas contra la Dirección General y la Secretaría de Educación. Sucede que la compensación de Medidas para el Bienestar, que el mismo presidente López Obrador prometió al magisterio, solo llegó a los del CECYTEZ una vez y ya nunca se volvió a pagar. Incluso, se dice que el mismo director general de los colegios, Julio Ortiz, pretendía que ese bono lo devolviera el personal, vía descuento en sus quincenas. No hay, no hay, les alega. Por eso el sindicato está furioso. Sospechan que Julio les está jineteando el dinero. Los venenosos advierten otros motivos: Lucio quiere demostrarle al gobernador David Monreal que Ortiz no tiene el control de la base trabajadora ni de la dirección. ¿Para qué? Pues el líder sindical quiere el espacio para él o uno de los suyos.
PROTEGIDO POR
LA SECRETARIA
Julio Ortiz ya sabe las intenciones de su enemigo. Pero se atiene a “un seguro” o pacto de influyentismo. Sucede que, como director general, contrató como jefe del Departamento de Servicios Generales a Francisco Ernesto Pérez Olague, hijo del procurador Agrario, Francisco Enrique Pérez Compeán, pareja de la secretaria de Educación, Maribel Villalpando. Para Julio no había mejor manera de quedar bien con la titular, contribuir a su permanencia e incluso ya buscar una encomienda “más importante”, que ya hasta presume. Pretende aplicar la de “amor con amor se paga” en la 4T, región traiciones. Mientras tanto, en la inauguración de bancos del Bienestar en Juchipila, el rector de la Politécnica, Aníbal Raudel Valenzuela, movilizó a estudiantes en horario de actividades ¿académicas? ¿Valdrán como prácticas profesionales? Aníbal también quiere un hueso: ser candidato a la presidencia de Jalpa.
LO ACUSAN
DE VIOLENCIA
Desde hace tiempo, el alcalde de Ojocaliente, Daniel López, perdió el control de su cabildo. Ahora hasta de violencia contra las mujeres lo acusan. La mismísima síndica Guillermina Pérez se incluye en la lista de víctimas. El regidor Ricardo Guevara es el que más se le ha rebelado al presidente petista y, en una sesión, se le puso al brinco.
—Si me permites tomar la palabra, porque ya te dimos oportunidad —le advirtió el primer edil.
—No, pues yo puedo tomarla cuando quiera —respondía Guevara— es mi derecho.
—Sí, nada más que estoy yo, tengo la palabra.
—Vámonos respetando todos pues.