Ni chicha ni limoná
No existe nada más liberador, para la aterrada alma, sobre todo en estos años de muchos balazos y más ideológicos bandazos, que revisar los diarios y leer declaraciones cada día más aterradoras, como saber que, en el ranchote, la historia patria nos ha pasado de largo.
Es complicado describir, en pocas palabras, el difícil tránsito de nuestro país de regímenes autoritarios, represivos y confesionales a un régimen democrático, de respeto a los derechos humanos y sin obligatoriedad de llevar tatuada una ideología dogmática.
Es increíble que, en tiempos electorales, salgan de los tugurios, donde viven, algunos siniestros personajes a registrarse para competir por un espacio en el parlamento. ¿No tienen vergüenza?
Dice Oliviero Ponte di Pino que: “Los malos a veces descansan, los imbéciles nunca”. Y sí, los imbéciles que regentean los partidos políticos, no descansan, siguen acomodando a lo más patético de la fauna política en las listas y en los primeros lugares para que tengan la posibilidad de tener una beca de tres años, además de protección de sus canalladas anteriores (por ejemplo, dinero caído a sus carteras por la gracia del espíritu santo, obras faraónicas sin ninguna utilidad social y un larguísimo etcétera).
Vistas las propuestas de los partidos para construir las listas, estamos completamente de acuerdo con la frase que dice: “La estupidez recibe millones de aplausos de sus coautores”. Porque los votos que emiten los ciudadanos son trampas que limitan la libertad al sufragio, ya que cuando se vota por mayoría relativa en automático ese voto es de representación proporcional (RP), no hay boletas diferentes (como sí las había antes) para mayoría y RP. De manera tal que el ciudadano se vuelve esclavo del sistema autoritario. ¿Por qué jijos se me obliga a desperdiciar mi voto de RP, cuando tengo el derecho a votar por otra opción política y darle pluralidad al parlamento?
No, existe la opinión torpe de que el ciudadano es un tonto que no debe de votar por otra opción u opciones políticas, sino solamente por aquellas por las que las facciones determinaron.
Recordamos a Robert Michels cuando señala que todo partido está dirigido por una facción, es decir, por una camarilla de sujetos empecinados en conducir al partido por la senda que marcan sus intereses. No importa la militancia, menos la ciudadanía.
Es pregunta: ¿A quién prefieren los priístas de candidato?, ¿a don X que se dedica a las labores del campo o a un pillo de los muchos que en ese partido existen? Y así como sucede en el PRI, acontece en todos los partidos con registro legal.
Porque no existen elecciones libres, primarias, para designar candidatos; porque no se practica la democracia en los procesos de selección de candidatos. Pero como atinadamente dice Di Pino: “Es imposible organizar una cruzada contra la estupidez. Sería estúpido”. Así, los estúpidos organizan el juego político atendiendo a sus intereses y no a los de la ciudadanía, porque abrir los procesos de renovación a la libre determinación ciudadana, sería estúpido. STUPIDARE UMANUM EST.
Hay muchos ciudadanos en el rancho a los que ya no se les engaña, a los que no se les infecta de la estupidez en la que viven los políticos chicharroneros del rancho. Pero no basta con no ser, en parte, esclavo de las instituciones, es necesario ir luchando contra el fariseísmo dogmático que aprisiona las ideas. Es necesario ir construyendo herramientas ideológicas, para derrumbar los becerros de oro construidos desde la ideología capitalista.
Para esta elección no existen las condiciones para una insurrección ciudadana al interior de los partidos, pero se puede ir debatiendo hacia dónde y cuándo. ¡Pero qué pendejo es Lamar Jackson! Perdón, pero no es buena idea escribir una columna viendo el futbol americano.