Zacatecas.- El amor por el arte circense y el aplauso del público mantienen vivo el espíritu del Circo de los Sueños, una empresa mexicana que ha sobrevivido a pesar de los golpes económicos.
Una carpa fucsia rodeada de barandales blancos resguarda a los artistas que han tenido que esforzarse el doble para mantener vivo el espectáculo, que cada año sufre la pérdida de su público.
La llegada del internet, los videojuegos, la televisión y el tener que abandonar los números con animales, han golpeado fuertemente a esta parte de la industria del entretenimiento.
Ulises Daniel Meraz Escobedo es un joven de 22 años, que desde niño vivió del circo, él mismo se denomina “malabarista, trapecista, equilibrista, contorsionista y todo”; su abuelo Gabino Meraz Calderón,fundó la empresa con pocos recursos, en esos años no contaba con una carpa, ni gradas.
Al recorrer el circo se respira el ambiente cálido de una familia, todos los artistas, aunque cansados, se presentan con una sonrisa para dar la información sobre los horarios y las entradas del circo.
El joven artista recuerda cómo antes de la entrada de la ley que prohíbe los espectáculos con animales, el público hacía enormes filas para entrar al circo, “bajaron 70 por ciento las entradas al circo, era el atractivo del circo, la gente venía a ver animales, cuando los quitaron, también nos quitaron al público”.
Con una mirada cansada, pero con la actitud positiva, narra cómo el show debió cambiar su concepto para sobrevivir a este golpe. Levanta la mirada, asume una posición cómoda (al menos para un trapecista) y dice: “el espectáculo es totalmente diferente, la función es una historia que trae miedo, comedia, suspenso, de todo tipo, el show es basado totalmente en los niños”.
La historia comienza con Alicia, personaje adaptado de la novela “Alicia en el país de las maravillas”, con el estilo de la película de Disney, quien se embarca en una aventura donde comienzan aparecer los personajes famosos de las películas, entre villanos y cómicos, uno a uno los actos están ligados para ofrecer una mezcla de acrobacia, comedia y teatro.
“No se ve circo tradicional, se ve una historia, la niña se duerme y empieza a soñar con el circo, pero en los actos vienen las princesas”, explicó.
Al buscar en el baúl de sus recuerdos, Ulises expone cómo antes de que quitaran los shows con animales, el circo recorría muchos estados en sus giras, ahora con la baja del público, las giras se redujeron a unas pocas ciudades.
Para un artista de circo lo más bonito es recibir el aplauso del público, “estamos aquí porque nos gusta, para llevarle alegría a la gente, a eso nos dedicamos. Cuando la gente no nos aplaude, no es gratificante”.
En próximas fechas Ulises se convertirá en padre, y espera enseñar a su hijo “la escuela del circo”, pues se trata de una pasión que ningún miembro de la familia dejará morir.
“A mí no me gustaba el circo, empezaron a instruirme desde los 5 años, pero en cuanto empecé a trabajar en la pista, dije: ¡no, ya no me quiero ir! Es algo que me llena”, expresó con una sonrisa en su rostro.
Hace apenas unos meses, don Gabino, fundador y propietario, falleció, algo que sin duda dejó un gran vacío entre la familia del Circo de los Sueños, sin embargo, el show debía continuar.
“Fallece mi abuelo, le hacemos su funeral, lo sepultamos, y al otro día hay función en el circo, mi hermano que es uno de los payasos, también mis primos, con el corazón roto y destrozado, salieron a la pista a hacer reír a la gente. Aunque haya pasado una tragedia, uno tiene que darle a la gente lo que viene a buscar al circo: la diversión. Porque la función debe continuar”, relató.
Por sólo 50 pesos por persona en gradas, 120 pesos en luneta o 150 en palco, de lunes a viernes en punto de las 20:30 horas, o sábado y domingo dos funciones a las 18:15 y 20:30, puede disfrutar de este maravilloso espectáculo en compañía de toda la familia.
Aproveche los últimos días del Circo de los Sueños, ubicado en Camino a Sauceda de la Borda, sin número, esquina con avenida las Américas, en la explanada del popularmente conocido como “Tianguis del Cajuelazo”, en Guadalupe.