Atrás de un retrato del bardo jerezano Ramón López Velarde se esconde la imagen de una misteriosa mujer.
En uno de los cuadros que forman parte de la colección Retratos de personajes ilustres zacatecanos, perteneciente a la Pinacoteca de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) se descubrió la efigie de una modelo.
Sin embargo, el autor de la obra, hecha hacia 1940 en óleo sobre tela, con medidas de 60 por 75 centímetros, el pintor jalisciense Roberto Montenegro Nervo, por razones desconocidas, decidió abortar su trabajo cuando se dedicaba a trazar los brazos y manos de esa mujer, por lo que colocó un velo blanco sobre el lienzo, que al parecer era una tela reciclada, posiblemente un mantel o una cortina, pues ahí también se aprecian dibujos de flores.
La colección de pinturas se exhibía en el edificio del Museo de Ciencias, donde actualmente se encuentra la Unidad Académica Preparatoria Programa 1, y luego donde se ubicaba la Unidad Académica de Artes, en la Alameda J. Trinidad García de la Cadena, en la zona centro de Zacatecas.
En especial, el cuadro con doble retrato pasó desapercibido por los ojos de todos, inclusive del personal de la pinacoteca, que dirige el artista plástico Catarino del Hoyo Ávila.
Debido a la sugerencia y necesidad de mejorar las condiciones físicas de estas obras para su exhibición, puesto que fueron dañadas por la humedad, principalmente, autoridades de la UAZ firmaron un convenio con la Escuela Estatal de Conservación y Restauración de Zacatecas Refugio Reyes para que se trabajara en este aspecto.
En noviembre de 2016 se visitó el antiguo edificio de la Unidad Académica de Artes para hacer la valoración de los cuadros y, una vez realizado el diagnóstico, la maestra Paloma Lozano Ríos notó que atrás del retrato de Ramón López Velarde se escondía otra imagen.
Tras la concreción del convenio y el traslado de los 22 cuadros, que forman parte del proceso fundacional de la UAZ, la escuela de restauración dispuso de sus alumnos del taller de pintura de caballete y éstos eligieron la de su preferencia; el estudiante Emilio Hernández Alonso seleccionó la de López Velarde, mientras Alejandra Aguilera Miranda, Andrés Manuel Aragón Dueñas, Álvaro Castorena Juárez, Julia Tonantzin Collazo Flores, Georgina Gómez Corvera, Marisol Larios Castro, y María Guadalupe Pesci Gaytán hicieron lo propio.
Debido a que las labores de restauración sólo son de limpieza, en las obras referidas se trabaja con material que es dispuesto por los propios alumnos: acetona, alcohol, agua y gasolina blanca, así como algunas herramientas y otros insumos que no son muy costosos.
Bajo la asesoría de la potosina Paloma Lozano, licenciada en Restauración, del reverso del retrato de Ramón López Velarde se fue quitando la capa blanca de pintura mediante el triángulo de solubilidad; conforme se avanzaba, se pensó que era una panadera, pero, finalmente, después de dos meses, se reveló la imagen inacabada de la dama, como se aprecia en sus inexistentes brazos.
De acuerdo con la maestra de los talleres de pintura de caballete, restauración de pintura mural y de cerámica, se trata de la imagen de una mujer ataviada aparentemente como una señorita de algún colegio, según su vestimenta y su peinado, y quizás fue pintada a finales del siglo 19 y principios del 20, con una bien lograda técnica de manufactura al óleo, en una tela reciclada varias veces.
El director de la escuela, Federico Carlos López Reveles, externó que se estima que los trabajos de restauración de toda la colección terminarán en enero de 2018, y ahora el procedimiento es notificar oficialmente a los institutos nacionales de Antropología e Historia (INAH) y al de Bellas Artes (INBA) sobre el descubrimiento para que se haga el registro, mientras se enfocan en la identidad de la modelo del reverso de forma particular.
La imagen de López Velarde se conservará y mejorará, puesto que es el personaje ilustre, mientras la de la dama será cubierta con una capa para evitar que se maltrate y sufra deterioros, para luego determinarse si se imprime una réplica y se muestra junto al cuadro original con la leyenda de este inaudito descubrimiento.
Según Paloma Lozano, quien también fue responsable del tratamiento de nervaduras y tambor de luces en la cúpula de la capilla de Guadalupe, otra de las propuestas es que se coloque un bastidor delgado y fuerte con un vidrio doble para mostrar ambas obras pictóricas al público.
De acuerdo con Catarino del Hoyo, algunos de los cuadros fueron elaborados por Manuel Pastrana, Fidencio Díaz de la Vega y Roberto Montenegro Nervo, entre otros destacados pintores de la época.
Los retratos fueron creados, desde 1932 hasta 1960, como un homenaje a la capacidad, intelectualidad y mérito de esos personajes ilustres zacatecanos, como Francisco Goitia, Ramón Puente, Antonio Cortés, Julián Adame, Julio Ruelas, Carlos Toro, Ignacio Hierro, Francisco García Salinas, Fidencio Díaz de la Vega, Teodosio Lares, José María Castro, Trinidad García de la Cadena, José María Echeverría, Francisco Escobedo, Esteban Castorena, Fernando Villalpando y, por supuesto, Ramón López Velarde.
Para la restauradora Paloma Lozano y el artista Catarino del Hoyo, el descubrimiento de la dama en comento amerita una meticulosa serie de investigaciones, y más allá de los daños físicos que puedan sufrir ése y otros cuadros, su peor enemigo sería el olvido.