CALERA DE VÍCTOR ROSALES. Decenas de familias padecen los daños que dejó la intensa lluvia con granizo que cayó en la comunidad Ramón López Velarde, mejor conocida como Toribio, donde 116 viviendas resultaron con afectaciones.
Los habitantes de la localidad vieron atemorizados cómo se desplomaron techos de lámina con el hielo y el agua inundó sus casas. Algunos perdieron gran parte de su patrimonio, documentos, recuerdos; otros más, mercancías y hasta negocios.
A las 16 horas inició el fenómeno meteorológico calificado como atípico por la Coordinación Estatal de Protección Civil; duró aproximadamente 40 minutos y la lluvia y el granizo acumulados alcanzaron entre 20 y 30 centímetros de altura.
Fueron momentos de angustia, coincidieron pobladores de Toribio. Aseguraron que nunca habían vivido una granizada como la de este martes, al menos no en 35 años, los que Doña Martha Hernández Ibarra precisó que lleva de vivir en la comunidad.
“Se escuchaba horrible y el agua caía a chorros, pensaba que mi casita se caía en cualquier momento”, dijo al recordar el sonido del granizo contra el techo de lámina y después el del agua que, “a cántaros”, se metía por las puertas.
Con 75 años de edad, Martha padece de hipertensión. Justo el día de la granizada había ido por su medicamento, que terminó arruinado por el agua, al igual que documentos importantes, sus electrodomésticos y muebles.
Uno de sus vecinos acudió a ayudarla a salir de la casa. El agua le llegaba hasta las rodillas y la calle estaba llena de hielo. “Vino a sacarme. Ya no podía ni caminar, me dolían mis rodillas porque era agua helada. Cuando salimos, me llevo con una de mis hijas”, narró doña Martha.
Ahí pasó la noche. Este miércoles, a temprana hora, acudió “a ver cómo quedó” su vivienda. Montículos de granizo todavía estaban en el patio; el agua y el lodo inundaron el interior. “Estaba sola, llevo 28 años viuda, mis hijas se casaron. Estoy bien, pero me duele ver todo lo que perdí”, lamentó.
Con lágrimas, reiteró que agradece estar con bien mientras mostraba como alcanzó a salvar un altar al Sagrado Corazón de Jesús. Con sus hijos y sus nietos, trataba de rescatar peluches, ropa, muebles, fotografías y documentos para ponerlos a secar. Al menos “las láminas aguantaron”, expusieron.
No resistieron
Refugio Méndez Cazares no tuvo la misma suerte que doña Martha. Las láminas de su casa colapsaron con la lluvia y granizo y tuvo que resguardarse, con su esposa, hija y nietos, en el baño, el único lugar con techo de loza.
Acababa de llegar de trabajar, cuando empezaron los golpes del hielo sobre las láminas. No paso mucho tiempo y las canales se taparon, el hielo se acumuló y cayó el techo de la cocina, fue cuando los niños comenzaron a llorar por el miedo que sentían y corrieron a buscar refugio.
Aseguró que el tamaño del granizo era del tamaño de una canica grande, pero “había unos más grandes”. No recuerda otro evento donde hubiera pasado algo así en Toribio “y nomás fue aquí en los ranchos de un lado no hubo nada”.
Después de la granizada, sólo quedaron paredes remojadas de pie; a la intemperie, la cocina, tres cuartos y un tejaban. Entre los metales golpeados y caídos, la mañana de este miércoles, la familia se dedicó a tender colchas y ropa en los tendederos del patio y del corral, “para ver qué rescatar”.
Refugio se aguantaba las lágrimas al recordar lo que había pasado, mientras andaba entre el lodo tratando rescatar una televisión, un radio viejo, los juguetes de sus nietos y algo de ropa. Refirió que autoridades estatales y municipales les dijeron que los apoyarían, aunque no cómo ni con qué, mientras “a seguir limpiando y recuperarnos”.
Sin tienda
Benjamín Ortiz Jaques despachaba a un cliente en su tienda de abarrotes cuando todo comenzó; salieron a observar la calle y el techo de lámina se cayó en el establecimiento, por lo que tuvieron que refugiarse en una camioneta.
“Tenía un cliente y ya no pudo correr para ningún lado, vimos que se cayó y lo que hicimos fue subirnos a la camioneta para protegernos. Parecía que era el fin del mundo”. En apenas minutos perdió el negocio de donde se mantenían nueve personas.
La familia Ortiz Río también vivió momentos de pánico, tratando de calmar a los más pequeños. Cuando todo pasó intentaron rescatar algunas pocas cosas, pero se perdió más de la mitad de la mercancía, una maquinita de monedas quedó inservible, la red eléctrica tronó y esperaban que, una vez secos, los refrigeradores sirvan.
Benjamín acusó que, en el recorrido de las autoridades estatales y municipales, a sus vecinos les pidieron datos, pero que a él le advirtieron que no entraría entre los apoyos por tratarse de un negocio. Reprochó la actitud de los funcionarios, pues subrayó que con su tienda mantenía a su familia y sus vecinos se surtían.
La libramos
A don Arturo González la granizada lo agarró llegando de pastorear borregas. Recordó que “muy apenas” alcanzó a llegar a su casa. Venía acompañado por sus nietos, a quienes ordenó “que se fueran corriendo a la casa”, mientras él protegió a los animales y después se reguardó.
“Llevo 60 años viviendo aquí en Toribio, había nevado, granizadas ligeras, pero nunca algo como esto, se puso muy feo”, explicó. Aunque el agua también entró a su casa, la familia alcanzó a poner algunos muebles en alto y salvar sus documentos.
Sin embargo, lamentó que a una de sus hijas “se le mojaron muebles, aparatos y la ropa”. La familia González Ramos participó en las labores de limpieza en las casas de la calle Vicente Guerrero, donde se acumulaba el granizo.
Los estragos
Desde la entrada a Toribio, ubicada a 35 minutos de la capital del estado, eran visibles los estragos de la granizada con encharcamientos sobre los campos de cebolla y chile. En las principales calles de la comunidad aún se podían ver los bultos de granizo que, a pesar del intenso Sol, no se derretían.
Los árboles, como pinos, mezquites, huizaches y truenos de los camellones de las calles pavimentadas, estaban dañados; las hojas, en la calle, mientras que los habitantes las barrían para echarlas en costales. Otros buscaban tendían ropa y cobijas para secarlas y buscaban electrodomésticos entre el lodo.
A pesar de que el Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (SEDIF) anunció la apertura de un albergue temporal, varios de los habitantes no sabían de su ubicación ni de su existencia.
A las 14 horas de este miércoles, la Coordinación Estatal de Protección Civil informó que hubo 100 viviendas “con encharcamientos y goteras” y otras 16 “con reporte de pérdida parcial en techo de lámina y enseres domésticos”.
Juan Antonio Caldera Alaniz, titular de la Coordinación Estatal de Protección Civil, detalló que la corporación realizó toma de punto satelital con coordenadas geográficas y evidencia fotográfica para el análisis de riesgo, para lo cual se respaldaron en un Mapa Móvil Juno.
Asimismo, se activó un plan de apoyo que involucró a personal de los tres órdenes de gobierno; elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) realizaron recorridos y ayudaron a la población.
Asimismo, apoyaron en la limpieza de viviendas y calles; entregaron insumos alimenticios y de abrigo; instalaron un filtro sanitario; realizaron la evaluación de los hechos y efectuaron rondines de vigilancia en los domicilios afectados para evitar rapiña.
Caldera Alaniz especificó que, debido a las afectaciones, analizan la posibilidad de solicitar ante las autoridades federales la declaratoria de emergencia, lo que será determinado por el área técnica de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).