Autoridades capitalinas admitieron que no existe control de la prostitución en Zacatecas desde hace más de cuatro años, así como su incapacidad para llevar a cabo esa tarea sin la coordinación con el Departamento de Regulación Sanitaria de los Servicios de Salud de Zacatecas (SSZ).
Hasta antes de la administración municipal de Gerardo de Jesús Félix Domínguez en la capital, en 2006, el control y padrón de las sexoservidoras era llevado por el Departamento de Regulación Sanitaria, de los SSZ.
Se basaban en el reglamento de prostitución del municipio, que data de 1921, fue modificado para deslindar totalmente al Departamento de Regulación Sanitaria de los SSZ y pasó a formar parte de la jurisdicción de regulación de la capital.
Esto es catalogado por las propias y actuales autoridades como “absurdo”, ya que el Ayuntamiento de Zacatecas no cuenta ni con los recursos económicos, el personal capacitado ni la infraestructura para llevar a cabo tal control.
Personal de la Coordinación Municipal de Salud también reconoció que se encuentra en una situación delicada en cuanto al registro y control sanitario de las meretrices; “es un talón de Aquiles” para el ayuntamiento, admitió la coordinadora municipal de Salud, María de la Paz Acosta Herrera.
Aunque en la administración pasada, dirigida por el panista Cuauhtémoc Calderón Galván, a través de las acciones que emprendió la regidora de Salud, María de los Ángeles Fernández, se logró retomar el reglamento anterior, desde 2006 ya comenzaba un “descontrol total” por diversos factores, entre ellos la inseguridad, “por lo que hay que empezar de cero”, expuso Acosta Herrera.
Conscientes de la problemática, las autoridades reconocieron que “el Municipio por sí solo no puede”, lo más indicado es que atienda gran parte del proceso de registro de las meretrices el Departamento de Regulación Sanitaria, con el respaldo del Municipio”, expuso la coordinadora de Salud.
Sin embargo, con el cambio de administración, los intentos por aterrizar diversas reuniones con los dueños de los antros para poder llevar un control preciso, a cinco meses, todavía no se da, indicador de que el padrón con el que cuenta la presidencia municipal es obsoleto.
Ese registro tiene en su haber 11 establecimientos con 97 sexoservidoras; sin embargo, funcionan alrededor de cinco y muchas de las prostitutas se han retirado de estos lugares a trabajar por cuenta propia y, se presume, sin control médico alguno.
Y aunque el reglamento vigente, aprobado el año pasado, prohíbe la prostitución en antros, calles y otros lugares de acceso público, la situación se desborda, pues con mayor frecuencia, sobre todo en los medios impresos, se ofrecen servicios velados de prostitución, como masajes a domicilio.
Imposible saber si
ejercen con Sida
En tanto, el único registro sanitario fiel que se realizaba en las meretrices hasta antes de la administración de Félix Domínguez era en el Centro de Salud José Castro Villagrana, en el que aún intentan llevar un control mediante estudios de laboratorio para detectar enfermedades de transmisión sexual (ETS).
Pero la afluencia de trabajadoras sexuales que acuden a sus chequeos médicos ha disminuido considerablemente, externó Raymundo Orozco Covarrubias, director del Centro de Salud.
En teoría, deben acudir cada mes, pero la práctica dice otra cosa: muchas de ellas, ante la inseguridad en sus centros de trabajo, han optado por trabajar fuera de la zona de tolerancia, lo que también les permite obtener la totalidad de sus percepciones.
Entonces la práctica de la sexualidad se desborda y, con ello, las posibilidades de llevar un control estricto, expuso Raymundo Orozco, quien también reconoció que es imposible saber si las prostitutas ejercen aun y cuando pudieran estar infectadas con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) o con Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (Sida).
Se suma a esta problemática la apertura en los medios impresos de comunicación, que no tienen regulación alguna en los anuncios publicitarios, que ofertan servicios velados de prostitución, disfrazados de masajes, entre otros.
De ahí la disminución en la afluencia al Centro de Salud por parte de las trabajadoras sexuales, explicó Orozco Covarrubias, aunque a muchas de ellas sí les interesa continuar con un esquema de salud, añadió el director.
Ésta es una población a la que no pueden controlar, mientras que a las pocas que sí asisten por cuenta propia, en caso de sospechas de que puedan tener VIH, se someten a una serie de estudios; una vez confirmado, se realiza un cerco sanitario, explicó.
Esto con la finalidad de identificar a la mayoría de las personas que estuvieron con esa paciente; sin embargo, esta tarea es casi imposible, ya que no es común que se pidan datos a los usuarios, reconoció el director del Centro de Salud.
De modo que por cada hombre infectado se contagian tres mujeres más, informó.
Otras de las enfermedades más comunes entre las sexoservidoras son gonorrea, sífilis y ahora el virus de papiloma humano y clamidia, entre otras.
Las edades promedio de las sexoservidores que acuden a revisión están entre los 20 y 32 años, y algunos de 50 años; de éstos, 90 por ciento son mujeres y 10 por ciento son hombres.