Zacatecas.– Artesanos de la entidad no sólo sensibilizan a niños, jóvenes y adultos que se acercan a alguno de los 17 talleres que imparten en el Instituto para el Desarrollo Artesanal del Estado de Zacatecas (IDEAZ), además esperan rescatar las tradiciones que si no están perdidas, se encuentran en proceso de desaparición.
Hay quienes intentan innovar en tales labores, por ejemplo, mujeres de Tlaltenango hacen, además de artesanías con hojas de pino, licoreras con ese mismo material, oficio que aprendieron en Michoacán:
“Un amigo me enseñó a trabajar la artesanía de pinos. En vista de la falta de empleo que tenemos por acá en el estado, decidimos aprender a trabajar el pino y ahora estamos trabajando la hoja de pino. Son alrededor de 25 muestras las que estamos trabajando”, aseguró María del Rosario Abrego García.
La entrevistada agregó que ya son cinco familias las que se mantienen de dicho oficio, sobre el material utilizado, dijo que es recolectado por personas de Florencia de Benito Juárez a 45 minutos de la entidad, y, añadió, los productos realizados se comercializan a través de exposiciones en la ciudad de México o en Aguascalientes.
De acuerdo con el coordinador de los talleres, Alfredo Arellano, se tiene como objetivo que los niños conozcan los principios básicos de las ramas artesanales de Zacatecas: “cuando vemos artesanía en una mesa, lo primero que hacemos es preguntar al artesano ¿Cuánto es lo menos?, y cada pieza tiene su dificultad e importancia”.
Agregó que también se pretende rescatar las tradiciones, pues los hijos de los artesanos generalmente deciden no continuar con el oficio de sus padres y, aunque sean pocos quienes se han dedicado a trabajar en la transformación de tejidos, piedra o barro, algunos han sido exitosos.
“La artesanía merece mucho sacrificio y dedicación, pero efectivamente hay gente que al momento de tomar los cursos le entra la inspiración, y se reinscriben en el mismo taller, y en el caso del textil, algunos compran su bastidor o su textil”, dijo.
Por su parte, el artesano Heliberto Chávez, proveniente de la comunidad Atotonilco, dijo que aunque inicialmente tuvo dificultades para continuar con su trabajo, el que empezó con una formación autodidacta, actualmente ya tiene tres premios nacionales por la creación de varias esculturas con la técnica de cestería:
“Me encontré un cesto y aprendí a hacer esto, hago figuritas de diversos diseños, como canastos, tortilleros y todo tipo de animalitos”, refirió el habitante del municipio de Jiménez del Teúl.
En tanto que Arturo Ayala rescata la técnica de pitear materiales como la piel, es decir, mediante agujas e hilo de pita (maguey) se bordan figuras en contos, hebillas y otros soportes:
“Mi idea es que gobierno del estado nos apoye para capacitar gente que imparta cursos en comunidades rurales del estado; a futuro, queremos ver cómo fomentar empleos y que se difunda la artesanía en la zona rural”, dijo esperanzado quien lleva ya 16 años realizando este tipo de artesanía.
En próximas fechas –agregó- enviará algunas piezas a Estados Unidos, con paisanos que se dedican a la charrería en el vecino país del norte, acción que representará su primera exportación de mercancía.
Otro caso de éxito es el del profesor jerezano Rafael Correa García, quien afirmó que siempre le ha gustado descifrar las cosas, “y logré descifrar cómo es un telar, después de que me pidió mi esposa que le hiciera un bastidor”.
Correa explicó que apenas tiene medio año aprendiendo e investigando los mecanismos de los telares que inicialmente hizo para vender, pero que después, voluntariamente tomó para conocer su funcionamiento.
La misma motivación persigue a Rafael y a otros tantos artesanos, cuando miran con preocupación el problema de la migración en México: “me interesa que los niños y la juventud aprendan, porque no están encontrando trabajo, y hacer cualquier cosa reditúa si se hace al 100 por ciento”.