Zacatecas.- Este viernes se llevó a cabo la 31ª edición del viacrucis viviente en la colonia Minera, una de las más grandes y tradicionales representaciones celebradas en la capital zacatecana, en la cual, por esta ocasión Felipe Ibarra personificó a Jesús de Nazareth y, Yara Karina, por segunda vez interpretó a la Virgen María.
Desde antes de las 12 horas, aunque con menos asistentes que en 2011, los colonos esperaban el inicio de esta costumbre que es realizada y organizada cada año por ellos mismos.
Aunque no fue posible precisar las razones por las cuales disminuyó la afluencia, el padre José Guadalupe Limones, durante su mensaje previo al arranque de la representación, dijo: “nuevamente hacemos esta representación que se dice fácil, tuvimos muchos obstáculos, pero Dios nos dio la fuerza para vencerlos”.
El presbítero añadió que esta recreación de la pasión y muerte de uno de los principales iconos de la religión católica es “el camino más difícil e incomprensible de la vida de Jesús”.
Pasadas las 12:30 horas, Jesús era juzgado en el tribunal romano y en el de Herodes, acción con la que dio inicio el recorrido comprendido por 15 paradas que representan, cada una, un misterio antes de llegar a la muerte de quien por los católicos es llamado, el hijo de Dios.
Al final del primer misterio, mientras colocaban la corona de espinas en la cabeza del Jesús de este viacrucis, al unísono seis guardias exclamaban: “queremos que lo mates, es un loco, un extremo y un alborotador”.
Fue así como se vivieron los primeros ocho misterios entre las calles Mina San Felipe y Mina del Patrocinio, en las que quizá, el momento más dramático fue cuando, simbólicamente, el interprete de Jesucristo recibió alrededor de 10 latigazos en la espalda, con un amarre de diversos hilos mojados.
Cerca de 400 personas vivieron y sintieron esta experiencia recreada por 60 colonos, quienes comenzaron los preparativos varios días antes del viernes, utilizando para ello un libreto que les otorgaron en el templo ubicado en el centro del área de la Minera.
Minutos más tarde, la Virgen María, desecha en llanto se acercó a Jesús mientras éste cargaba la cruz de madera, los asistentes presenciaron cómo la madre desolada buscaba acercarse a su hijo sin que los soldados le dieran tregua alguna, en tanto que, las mujeres que la acompañaban intentaban ayudarla en vano, mientras él, el hijo, permanecía de pie, con la cruz a cuestas.
En ese momento el sacerdote recordó a los feligreses que así como algunas personas caen, es necesario no ser insensibles ante el dolor de los demás, más aún en estos días de crisis social que se vive en el mundo.
A cuatro cuadras del evento, estaba Verónica, quien, con el pañuelo que siglos más tarde adquiriría el nombre de santo sudario, se acercó al herido para limpiar su cara, y mientras veía a Jesús ser arrastrado por los guardias, sostenía entre sus manos un pedazo de tela que ya guardaba el rostro de Cristo. Lo anterior fue sucedido por la tercera caída, que fue decorada por el llanto de varias mujeres que intentaron socorrer al lastimado.
Cerca de las 14 horas Jesucristo llegó al terreno que cada año cumple la función de representar al monte Gólgota y, tanto los soldados, la Virgen y Jesús, subieron a través del camino pedregoso; destacaron en este momento los dos ladrones, que descalzos, subían entre piedras y espinas.
A las 14:15 horas el acto había sido ya consumado, fue entonces cuando Jesús elevó su voz para decir: ¡Dios mío, Dios mío!, ¿Por qué me has abandonado?, segundos antes de fallecer; dicha escena estuvo enmarcada por un cielo cubierto de nubes que en su paso ocultaban al sol.
Cerca de las 15 horas terminó la representación, entonces Jesús fue bajado de la cruz y puesto en brazos de su madre para posteriormente, ser enterrado.
Por último, en el misterio 15 los católicos presenciaron la resurrección, ante la que respondieron con suspiros de aliento.
La crucifixión de Jesús de Nazaret es un hecho narrado en los Evangelios, que año con año es representado por católicos en diversos lugares de todo el mundo, narrando siempre, el calvario padecido por Jesús antes de ser crucificado.