Zacatecas.- El promedio en el salario de una gran parte de los zacatecanos oscila en los tres mil pesos mensuales; es decir, semanalmente cada trabajador podría contar con algunos 700 pesos a la semana para sus gastos personales, ya sea en comida, servicios, educación u otros.
Sin embargo, el incremento en los precios de la canasta básica durante los últimos meses, que en algunos casos llega a ser de hasta 50 por ciento, deja a estas familias sin la posibilidad de acceder a todos los servicios, o tienen que sacrificar algunos gastos relacionados a la comida.
María Guadalupe Rodríguez, habitante de Zacatecas, acude a surtirse de alimentos al mercado El Laberinto, en el centro de la capital del estado; en esta ocasión llevó a sus cinco hijos y apenas pudo comprar algunas frutas.
Refiere que con el sueldo que gana su marido apenas les alcanza para comprar frijoles, un poco de tortillas; y por el reciente incremento del huevo, sólo a veces compra este producto avícola, para alimentar a sus hijos.
“Por eso casi no compramos ya, ahora nos regalaron esto en el mercado; cuando hay dinero, podemos comprar carne”, dice, al señalar tres bolsas con alimentos que se encuentran aún comestibles, pero que ya no se venden entre la población.
Blanca Hernández vive una situación menos crítica, aunque señaló que los incrementos en los precios sí los ‘ahorcan’ un poco, por lo cual han disminuido el consumo de carne, pero también de frutas y verduras.
De acuerdo con cifras de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), en Zacatecas hay poco más de 59 mil personas que trabajan sin recibir un ingreso fijo; mientras 102 mil 675 zacatecanos recibe menos de 58 pesos al día por su trabajo.
Otros 138 mil 314 zacatecanos reciben entre uno y dos salarios mínimos; es decir, en el mejor de los casos recibe poco menos de 120 pesos diarios.
Incluso hasta las tortillas han sido desplazadas de las mesas de los hogares mexicanos, derivado de los constantes incrementos en el precio de venta, que se han vivido desde el 2011 y durante los últimos meses de 2012.
De costar alrededor de siete pesos, en menos de un año el precio llegó a los 11 o 12 pesos por kilo; lo que ha propiciado que las compras hayan disminuido en las tortillerías.
Otro ejemplo es el huevo, que pasó de 18 pesos a 30 pesos su costo por kilo; la carne incrementó 20 pesos, para llegar a los 70 pesos por kilo; mientras las principales verduras no bajan de un costo de 12 pesos por kilo, cuando en algunos casos era menor a los 10 pesos.
Así, tan sólo en la compra de azúcar, aceite, huevo, frijol, jitomate, cebolla, embutidos, carnes de pollo o res, arroz, huevo, aceite, queso, derivados de la leche, frutas; el costo por persona podría ascender como mínimo hasta en 500 pesos.
Y si se contempla la lista de Canasta Básica que toma en cuenta el Consejo Nacional de Evaluación (Coneval), estas familias no podrían obtener todos los productos, si además se contemplan los costos de transporte, servicios y limpieza.
Sin embargo, la disminución del poder adquisitivo de los ciudadanos no sólo afecta a los consumidores, pues sólo son parte de una cadena comercial que tiene menores ingresos cada día.
Mónica Bañuelos tiene una tienda de abarrotes, principalmente de frutas y verduras, por lo que señala que una vez en el mercado de abastos, los comerciantes son los primeros en llevarse la sorpresa de que incrementaron los precios; “a los compradores también les afecta, porque algunos no vienen preparados”, reconoce.
Explicó que en el caso del jitomate, el huevo o la leche, éstos son de los productos donde la gente hace mayores sacrificios para adquirirlos.
Cabría recordar que el jitomate ha fluctuado su precio entre los 12 y los 20 pesos por kilo en estos meses.
Falta voluntad para incremento de sueldo
En entrevista para NTR Medios de Comunicación, el académico universitario Francisco Javier Contreras, explicó que la disminución del poder adquisitivo de los mexicanos va de la mano del incremento de los hidrocarburos: la gasolina y el diesel.
Además reprochó que el argumento del gobierno federal sea que un incremento a los salarios, mayor a la inflación que vive el país, derive en una inflación aun más grande.
Indicó que el incremento mensual a los hidrocarburos es el principal responsable de que el precios de los alimentos se dispare, por lo cual “es donde más impacta” a las familias.
“Un alto porcentaje del ingreso de las familias, un 90 por ciento, se verá dedicado al consumo inmediato, entre ellos los alimentos. No tenemos capacidad de ahorro, por lo tanto, cuando se elevan los precios, nuestra calidad de vida se ve disminuida”, afirmó el investigador.
Se estima que en los últimos seis años, el poder adquisitivo de las familias ha caído 40 puntos porcentuales y los alimentos incluso han duplicado el costo de compra; es decir, que por cada 100 pesos de salario, apenas se puede comprar lo que en 2006 podía pagarse con 60 pesos.
“Un estudios de la pobreza en México decía que una familia promedio de los mexicanos necesita 260 pesos (diarios) y vemos que no existe, porque hay una contracción del ingreso de los mexicanos, porque dice que si incrementamos mayor inflación y nos va a peor”, afirmó.
Por ello indicó que esta situación se puede revertir si se manejan adecuadamente las tasas de interés y los montos que se destinan a la inversión pública, por parte de los gobiernos.
Expuso que esto no sólo ha generado problemas para obtener los alimentos, sino el crecimiento de los casos de obesidad y de diabetes juvenil, pues el consumo anual de gaseosas y comida chatarra con grasas polisaturadas incrementó de manera sustancial.
“Dejamos de consumir satisfactores como carne, frutas, legumbres, entre otros productos; y disminuimos nuestra ingesta proteínica, en aras de una ingesta calórica exuberante y muy generosa”.
Por ello indicó que si en los años próximos no se cambia al modelo de crecimiento económico que se tiene el país, no habrá mejoras en los sueldos y en el combate a la pobreza; si continúa, las desigualdades se marcarán aun más, añadió.