México.- La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) llamó a evitar a “ignorantes y predicadores proselitistas” que aseguran que este 21 de diciembre se acabará el mundo, aunque siempre hay que estar preparados.
En un mensaje difundido por el organismo, el obispo de San Cristóbal de Las Casas, Felipe Arizmendi Esquivel, llamó por el contrario a “vivir estas fechas en armonía y concordia en la familia y en la comunidad, gozando de la paz que Jesucristo nos trae”.
Subrayó que “varias personas están temerosas porque se ha difundido falsa información de que, según el calendario Maya, este 21 de diciembre se acabará el mundo, el sol no brillará y habrá terremotos y otras calamidades” pero, insistió, “nada hay de eso”.
Arizmendi Esquivel indicó que el calendario de la ancestral cultura es muy preciso, porque se basa en la cuidadosa observación que hacían del movimiento de los astros.
“Nos asombra su precisión científica para medir el tiempo, pero no intentaban predecir el futuro. Por tanto no anunciaron catástrofes, mucho menos el fin del mundo”, remarcó el arzobispo.
Los mayas midieron los años de la humanidad por periodos de 400 años, y a cada uno lo llamaron baktún. El calendario de esa civilización abarca 13 baktunes y al terminar se cierra un ciclo; eso es lo que ocurre el 21 de diciembre de 2012, pero no significa que luego venga el caos.
El prelado lo comparó con lo que ocurre con el calendario gregoriano, en el que el 31 de diciembre de 1999 concluyó el siglo XX y el 1 de enero de 2000 empezó un nuevo siglo, sin mayor cambio que el de siglo.
En los ciclos de la historia humana cambian muchas cosas, pero no se anuncian catástrofes físicas o astronómicas e insistió en que los mayas nada especial predijeron para el 21 de diciembre.
Por tanto, dijo, “¿cuándo será el fin del mundo? Nadie lo sabe. Jesús nos dijo con toda claridad que eso sólo Dios Padre lo sabe. Aunque algunos protestantes anunciaban el fin del mundo al llegar el año 2000, atemorizando con el interés de que los ignorantes se afiliaran a su religión y nada extraordinario aconteció”.
En el mensaje del CEM, el obispo Arizmendi consideró muy interesante relacionar la contabilidad de los mayas con la Navidad, porque su calendario se basa sobre todo en la observación del movimiento del sol.
Explicó que el 21 de diciembre inicia el solsticio de invierno, cuando el Sol empieza a “vencer” a la oscuridad de la noche; los días son más cortos, las noches más largas, predomina la oscuridad equivalente a la muerte. Pero luego son más largos los días, hasta que llega el verano y predomina el Sol.
Por ese motivo los antiguos de casi todas las culturas celebraban grandes fiestas en honor del Sol, como si fuera un dios, principio de la vida. Que vencía a la oscuridad y honraban al emperador, que se consideraba hijo del Sol.
Empero “los cristianos, a partir del siglo IV y V, cambiaron el sentido de esas fiestas paganas en honor del Sol y empezaron a celebrar la Navidad precisamente el 25 de diciembre, cumbre de las fiestas paganas, considerando que el verdadero Sol que vence la oscuridad del pecado y de la muerte, es Jesucristo”, dijo.