México.- Ofrecer oficios al lado de la Catedral Metropolitana es una actividad a la que únicamente pueden ingresar familiares y conocidos de los mismos, pues aceptar trabajadores “de fuera” -aseguran los que ahí se encuentran-, afectaría su prestigio.
Pablo González Baltasar, quien desde hace 35 años ofrece en ese lugar sus servicios de albañilería, señala que no cualquiera puede llegar y poner un letrero para ofertar su mano de obra, pues es un acuerdo de todo el grupo que ahí se ubica.
“Si llega alguien nuevo tiene que ser hijo de alguno de nosotros, de lo contrario no dejamos que ocupe un lugar aquí. Todos somos conocidos porque nos conocemos desde hace muchos años”, insistió.
Originario de Querétaro, asegura que ubicarse cerca de las rejas de Catedral, con un cartel y la leyenda “pega-azulejos”, “albañil”, “destapa-caños”, “electricista” o “rotulador” es una actividad que tiene más de 100 años en el Zócalo, en la que cualquier persona podía participar, pero tuvo que modificarse.
“Nosotros entendemos que hay mucha necesidad y que todos deberían tener derecho, pero llegó a haber gente que no era de nosotros y empezó a quedar mal. Les pagaban, no terminaban los trabajos y se iban con el dinero; eso afectó nuestro prestigio, porque ya pensaban que todos éramos igual”.
Abraham Montero Martínez es plomero, con más de 37 años en el lugar, y explica que desde hace más de 20 años están registrados ante el Gobierno del Distrito Federal como la “Unión de Trabajadores no Asalariados y Oficios Varios del Zócalo”, por lo que para poder ocupar un espacio a un costado de la Catedral deben portar un permiso.
“Decidimos organizarnos para que no nos quitaran, pues aunque llega a pasar hasta 15 días sin que alguno de nosotros consiga a un solo cliente, ha sido un lugar que nos ha dado de comer durante muchos años”.
De 55 años de edad y originario de Oaxaca, detalla a Notimex que sólo quedan 80 trabajadores de los cerca de 300 que llegaron a sumar, pues muchos han encontrado empleos en mejores condiciones, mientras que algunos han fallecido.
“En los últimos años no nos ha ido tan bien, por eso muchos compañeros se han ido. A quienes les va mejor se los llevan de algunas empresas de construcción por un tiempo, aunque lo que reciban sea ?una miseria? pero no queda de otra, no hay tantas oportunidades”.
Ambos trabajadores coincidieron que ante la necesidad económica buscarán de manera honrada y respetuosa mantener su lugar al lado de la Catedral Metropolitana, por muchos años más.