Semillero de docentes zacatecanos, refugio de jóvenes subversivos y formadora de luchadores sociales es como se concibe la Escuela Normal Rural General Matías Ramos Santos, una de las 16 de este tipo que hay en el país.
Ubicada en la comunidad San Marcos, Loreto, esta institución, cuya matrícula es de 580 alumnos, es la única de las cinco normales que hay en la entidad que brinda alimentación, hospedaje y servicios gratuitos.
También es la que tiene mayor población estudiantil y la que mayor presupuesto recibe anualmente.
Para el ejercicio 2013, esta escuela recibió 12 millones de pesos, mientras que la Normal Experimental Rafael Ramírez Castañeda, ubicada en el municipio de Francisco R. Murguía, obtuvo apenas 600 mil pesos.
Cada año crece la bosa destinada a las normales de acuerdo a la inflación, reconoció el subsecretario de Planeación y Apoyos a la Educación, Antonio Jacobo de Luna.
Indicó que el presupuesto para el plantel rural se integra con recursos federales y estatales, en una proporción de 70 y 30 por ciento, respectivamente.
De las aportaciones que recibe la normal de San Marcos, 40 por ciento se invierte en alimentación, mientras que el resto se divide entre servicios, gastos ordinarios y el programa interno de becas para la realización de prácticas.
Además de las Matías Ramos y Rafael Ramírez, las normales Manuel Ávila Camacho, en la capital; Salvador Varela Reséndiz, en Juchipila, y el Centro de Actualización del Magisterio (CAM) conforman el grupo de instituciones formadoras de docentes en la entidad.
Aunque las condiciones son diferentes en cada región, el plantel ubicado en la capital registra una matrícula de 473 alumnos, mientras que la de Juchipila tiene 191 y su presupuesto equitativo.
Para el subsecretario es importante establecer un parámetro de comparación de la atención gubernamental que se brinda.
“Sí hay un trato inequitativo y año con año tienen la metodología de estar en un plano de exigencia, de poca correspondencia, porque no entran a los esquemas de evaluación en procesos intermedios, lo que se debe a la connotación histórica”, manifestó.
Sin embargo, sostuvo que las nuevas generaciones poco a poco comprenden que la normal de San Marcos no es una isla y que tienen que ser partícipes de los procesos de cambio.
Respecto a la discusión sobre la reforma educativa, consideró que la ley prioriza a las escuelas formadoras de docentes y se les da la posibilidad de ser las únicas participantes en los concursos de plazas; asimismo, contempla que en los próximos dos años se ejecute el programa de fortalecimiento y revisión de estas escuelas.
“Ahora necesitamos reformar, modificar la currícula y revisarla”, indicó.
La lucha por sobrevivir
Erigidas como instituciones de formación docente en la tradición de este país y producto de la Revolución Mexicana, las escuelas normales sobreviven en medio de retos, tanto del entendimiento social como ante su posible transformación con la reforma educativa, además de la inequidad entre ellas.
Por las exigencias que al inicio del ciclo escolar hacen estudiantes sanmarqueños a las autoridades educativas, éstas afirman que son los alumnos quienes tienen prácticamente “secuestrada” la escuela.
Y es que, si bien la normal ubicada en Loreto recibe un trato diferente del sector educativo, egresados y alumnos coinciden en que hay un rechazo a la misma, principalmente por su formación política e ideológica.
En 2001, Manuel de Jesús Vázquez Castillo terminó sus estudios en este plantel; para él, el gobierno intenta acabar con este tipo de instituciones por lo que representan: “un gasto y una molestia, porque la formación ideológica y política de los normalistas es diferente y siempre están atentos a hacer sus peticiones y movilizaciones”.
Desde el punto de vista político, sostuvo, no es justo y no es equitativo el presupuesto que se asigna si se compara con otras normales, pese a la importancia de la formación de los futuros profesores.
En entrevista para NTR Medios de Comunicación, destacó la misión de las normales; sin embargo, reconoció que cada una tiene un enfoque diferente en cuanto a su formación e historia.
Las normales rurales son resultado de la Revolución Mexicana, surgieron para apoyar a hijos de campesinos, obreros y a la gente más desprotegida que no tenía acceso a la educación, agregó.
Aseveró que, ante las necesidades que enfrentan estas instituciones, es obligación del gobierno atenderlas, así como tomar en cuenta que cada una de las que hay en el estado tiene una misión y visión diferente, por lo que los presupuestos asignados son diversos.
Asimismo, enfatizó que mediante las luchas y movilización que caracterizan a las normales rurales, cada vez hay mejores condiciones para los estudiantes.
Recordó que en su etapa de estudiante, los dormitorios se compartían entre cuatro, seis y hasta 12 compañeros; las literas no siempre estaban en buen estado, y los sanitarios y regaderas se caracterizaban por estar en condiciones deplorables.
Es cuando se analizan las carencias y condiciones en las que viven los alumnos que se exige a la autoridad mejorarlas y se establecen los pliegos petitorios, pues en materia económica depende del gobierno, refirió.
Descartó que sea el alumnado el que domine la escuela; la primera instancia a la que se acude para solicitar una mejora es la dirección, después a la autoridad estatal y debido a la poca atención de las peticiones es que se recurre a la movilización, detalló.
Sustentabilidad, la alternativa
Otro aspecto que pone en jaque a la autoridad, reconoció Jacobo de Luna, es el compromiso que tienen los alumnos de la última generación con la escuela, pues aunque tengan la intención de heredar algo a su alma mater, “vienen a gobierno del estado y quieren que hagamos algo que dejarán como sello”.
Afirmó que en cada ciclo escolar, la alimentación que se brinda a los sanmarqueños ha ido mejorando, pero reconoció que “persisten algunas deficiencias”.
Con el paso de los años, la escuela dejó de ser productora de sus alimentos como lo hacía, lo que ha incrementado sus gastos; “antes ahí mismo se elaboraba el pan, tenían su propia panadería y huertos, y esto se vino subsidiando en una actitud un tanto paternalista”, explicó.
El subsecretario reconoció que es necesario mejorar la infraestructura, lo que atribuyó al mal uso del plantel por parte de los jóvenes; “a veces no tienen el cuidado y respeto de las instalaciones que son para su uso y que tienen un deterioro importante”.
En medio de la discusión y rechazo del magisterio disidente en el país en torno a la reforma educativa, la realidad es que, pese a estar sujetas a grandes limitaciones institucionales, las normales llevan por estigma la postura oficialista, que las considera poco funcionales al modelo educativo, político y económico vigente.
En contraste a lo expuesto por el egresado del plantel Matías Ramos Santos, Jorge, quien en 2000 concluyó sus estudios en la Experimental Rafael Ramírez Castañeda, percibió inequidad en las condiciones en que desarrolló su formación magisterial, no sólo presupuestal, sino en infraestructura.
“Se notaba la inequidad, nos dábamos cuenta por los informes que daban los maestros acerca del presupuesto que se le otorgaba a la normal de Nieves, que era menor en comparación a las otras”, expresó.
Aun cuando sólo se ofrecen dos licenciaturas, con un grupo de cada una, en este municipio ubicado en la puerta del semidesierto zacatecano se tiene la facilidad de acceder a fondos a partir de actividades productivas de campo.
Como una estrategia para obtener recursos extra y mejorar las condiciones de la escuela, comentó, los alumnos ingresan a talleres como el de lácteos, donde aprenden a elaborar quesos y otros productos derivados, así como de agricultura, para cosechar maíz y frijol, además de criar conejos.
Lo recabado por la venta de estos productos ingresa directamente a la institución y al término del año escolar se reparte un porcentaje a los alumnos.
Allá se ha avanzado en la edificación de espacios y mejora en la infraestructura, gracias al esfuerzo del alumnado, no por recursos etiquetados de la Federación o del estado.
Se ha construido un teatro, gimnasio y estacionamiento mediante el apoyo de la mano de obra de los estudiantes, cosas que otras normales como la Ávila Camacho y General Matías Ramos Santos ya existe, consideró.
“En la normal de Nieves no hay becas para hospedaje ni alimentación, aquí no existe nada de eso, tus tenías que rentar y cubrir tu alimentación y había compañeros que enfrentaban una difícil situación económica”.
Me siento orgulloso de haber egresado hace cuatro años de la Rafael Ramírez Castañeda, indicó quien actualmente imparte clases una escuela primaria en el municipio de Calera.
Afirmó que el reto que enfrentan hoy en día las normales es que haya más concursos estatales para el fortalecimiento académico, así como realce en el aprovechamiento.
A nivel nacional, estas instituciones educativas han sido sometidas a una radical y agresiva estrategia restrictiva de su matrícula, conduciendo a algunas de ellas a su virtual desaparición.
En México existen 450 escuelas normales, de las cuales 265 son públicas, es decir, 58.9 por ciento; el resto son financiadas con capital de particulares.
Sin duda, las normales, especialmente las del medio rural, han cumplido un papel cultural estratégico en el desarrollo de la nación, aunque su entorno ha cambiado.
En territorio nacional, algunas de las escuelas normales rurales que sobreviven están en Durango, Sonora, Michoacán, Tlaxcala, Chiapas, Guerrero, Campeche y Morelos, por mencionar algunas entidades.
ENMAC, una
tradición viva
En Zacatecas, uno de los municipios de mayor tradición normalista es la capital, donde se ubica la que es considerada la más antigua de América, pues fue fundada en 1825, la Escuela Normal Manuel Ávila Camacho (ENMAC).
Apenas en días pasados, su director Ramiro Torres Bañuelos aseveró que luego de las reformas a la ley de educación es necesario que se modifique el modelo de las escuelas formadoras de docentes y se revise el programa educativo para mejorar el perfil del egresado.
El ingreso a este plantel es limitado. Para el presente ciclo escolar, 639 jóvenes aspirantes fueron rechazados y no podrán cursar una licenciatura en preescolar y primaria, por lo que se les recomienda buscar otras opciones en las universidades ubicadas en la entidad.
Comentó que la institución que dirige es de las mejores del país, aunque se deben redoblar esfuerzos para mejorar su calidad.
El mayor reto, dijo, es responder a las políticas de educación superior, sin olvidar que estas escuelas forman docentes para nivel básico.
Además, aseveró que en el plan educativo de esta institución “los que están por egresar participan en actividades para que empaten con esta reforma”.
Torres Bañuelos sostuvo que las reformas no afectarán a los egresados para encontrar un espacio laboral, porque “desde hace tres años se someten a exámenes para el concurso de plazas y es una práctica para la evaluación docente”.
La Ávila Camacho es la institución que ofrece más programas formativos: cinco de licenciatura y uno de maestría, por lo que está sujeta a un proceso de regulación de matrícula por parte de las autoridades del sector.
Históricamente, de los egresados en la ENMAC, alrededor de 90 por ciento logra insertarse al mercado laboral, ya sea con una plaza definitiva o por contratos.