Río Grande. A tan sólo dos meses de que falleciera un menor de 9 meses en el Hospital Rural 53, por supuesta negligencia médica, el pasado 27 de noviembre falleció otro menor de tan sólo 3 meses.
Luis Alberto Galván Gámez y Julia Elena Salas Rodríguez, padres de Luis Damián, acusaron al personal médico y de enfermería del Hospital Rural 53 por la muerte de su hijo.
Narraron que el pasado 25 de noviembre el menor comenzó con tos, y aunque no era constante, de inmediato acudieron a las 10 de la noche a la sala de urgencias de la Unidad Médica Familiar 6, donde el niño fue atendido por la doctora; les dijo que se trataba de una congestión nasal, y que debido a que estaban por salirle los dientes, esto le provocaría temperatura.
La madre de Luis Damián informó que al día siguiente, a las 7:30 horas, acudió al Hospital Rural 53, puesto que su hijo tenía temperatura elevada, por lo que le aplicaron un supositorio ya estando en el nosocomio.
“Luego de esto me mandaron con el doctor, quien es barbón, alto, de pelo negro canoso, el cual me dijo que su diagnóstico era que tenía la garganta irritada, por lo que me dio medicamento, ampicilina y otra que no recuerdo”, expresó Salas Rodríguez.
Mencionó que luego de que fue atendido su hijo, se fue a su casa, que está a escasos metros del Hospital Rural 53; “mi niño estaba bien, tranquilo, no se veía grave, al contrario, parecía que el medicamento estaba haciendo sus efectos”, resaltó.
Sin embargo, en la madrugada se percataron de que el niño estaba suspirando, como si se le dificultara respirar, y de inmediato acudieron nuevamente a ese hospital, mejor conocido como Coplamar, y en menos de cinco minutos ya estaban ahí.
Al llegar al Hospital Coplamar, enfermeras que los recibieron desnudaron rápidamente al bebé y les dijeron que tenía neumonía, que le revisarían la temperatura y que le aplicarían suero y oxígeno; “pero mi niño no tenía señales de que lo hubieran canalizado para aplicarle el suero, el oxígeno sí vi que se lo colocaron”, explicó la mamá del menor.
Posteriormente, el bebé comenzó con temperatura de 41 grados, por lo que lo desvistieron nuevamente y lo metieron a bañar con agua helada, lo que provocó que disminuyera la temperatura a 37.9 grados; por tal motivo, lo dejaron desnudo y la temperatura descendió a 35 grados.
Salas Rodríguez expuso que su bebé tenía las manos y pies amoratados y helados, obviamente porque tenía frío, por lo que pidió a las enfermeras que le prestaran una cobija para cubrir a su bebé, y en tono de burla, las enfermeras le respondieron que no tenían.
“Todo esto lo hicieron sin estar el pediatra presente, ya que, según me informaron, no tenía guardia, porque no le tocaba y que él llegaría supuestamente a las ocho de la mañana, estando nosotros en el nosocomio desde las cinco de la mañana”, afirmó.
Entre las 8:30 horas llegó el pediatra y de inmediato sacaron cobijas, “cuando tiempo antes una doctora y varias enfermeras se la pasaron chacoteando risa y risa como si estuvieran en una plática de té”.
El padre añadió que, al llegar el pediatra, “me separaron de mi hijo y ahora sí todos los médicos y enfermeras se pusieron supuestamente a brindarle atención a mi bebé”.
“Me informaron que trasladarían a mi hijo a la ciudad de Fresnillo, pero un doctor se presentó y dijo que no lo podían trasladar porque ni siquiera había sido canalizado”, aseveró la madre.
Detalló que en el transcurso en que bajaron al niño y lo pusieron en un cuarto separado, “ya no nos dejaron verlo, tan sólo alcancé a ver que mi hijo movía sus manitas y sus pies, debido a que el médico y enfermeras que estaban ahí, los estaban picoteando con la aguja por todos lados”, aseguró.
“Nuevamente me asomé para ver, y vi al pediatra presionando el pecho de mi bebé en forma desesperada, no entendí qué pasaba, únicamente sentí un dolor inmenso y un hueco terrible en el estómago”, comentó la madre de Luis Damián.
Añadió que le dijeron que su niño había llegado con derrame cerebral, por lo que tuvieron que entubarlo, posteriormente le comentaron que “había sido un virus que hacía mucho tiempo mi bebé había adquirido en algún lugar”.
“Yo vi a mi hijo sonriéndome, lo vi llorar de frío, de dolor, y no vi que le dieran la atención necesaria, en mi ignorancia, quien tiene un derrame cerebral es una persona inconsciente, sin reflejos, sin sentido, lo único cierto es que asesinaron a mi bebé de tan solo tres meses”, expresó.
Julia Elena Salas externó que los médicos y personal de enfermería optaron por decirle a su mamá que la acompañara; “en ese momento entendí que mi hijo había fallecido en sus manos y no hicieron absolutamente nada para salvarle la vida, y cómo hacerlo, si cometieron infinidad de errores, no tienen idea de cómo atender a un enfermo, ni de cómo consultarlo detalladamente para determinar un diagnóstico acertado”, aseveró.
Dijo que minutos más tarde una de sus tías acudió a pedir los análisis que le habían practicado a su bebé, pero que la trabajadora social se los arrebató de la mano, supuestamente porque el pediatra los iba a revisar, “pero ya no tenía caso, mi hijo ya había fallecido”, agregó.
Salas Rodríguez narró que al ver a su bebé, ya muerto, le partió el alma observarlo desnudo, con los ojos abiertos y la boquita llena de sangre; “el dolor que sentí y que siento es inmenso, perdí lo único que tenía, sé que ya no tendré a mi bebé, que ya no veré su maravillosa sonrisa; sin embargo, no debemos quedarnos callados y que los asesinatos de menores en el Hospital Rural 53 continúen”, acotó.
Por su parte, el padre del menor, Luis Alberto Galván, dijo que los doctores le habían dicho que no habían llegado en el momento indicado, pero tuvieron el tiempo suficiente para haberle hablado al pediatra, pues se trataba de una emergencia.
Subrayó que están dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias, pero que el solo hecho de profanar la tumba de su bebé, les remueve el dolor y el sufrimiento de sentir la ausencia y la falta que les hace su hijo.
Los padres afectados afirmaron que “estamos viviendo una época de violencia, delincuencia, asesinatos, pero que por negligencia médica y por ignorancia se estén muriendo cada vez más niños en el Coplamar, no es justo”.
“Como padres de familia afectados y con un dolor inmenso en el corazón, hacemos un llamado a las altas autoridades delegacionales, dirigentes de estos nosocomios, para que pongan mayor atención y vigilancia, y sobre todo para que contraten personal capacitado y con espíritu de servicio, para que ya no se sigan suscitando estos hechos; ¿o cuántos niños más tienen que esperar que fallezcan para que tomen cartas en el asunto?”, indagó Luis Alberto Galván Gámez.