Centla.- Una gran variedad de fauna y flora alberga la Reserva de la Biósfera de los Pantanos de Centla, el humedal más importante de Mesoamérica que se encuentra en la convergencia de los ríos Usumacinta, Grijalva y San Pedrito.
Es un sitio que hace más de 20 años fue declarado Patrimonio Cultural y Natural de México, en él habitan 72 comunidades. Se traduce en hermosos paisajes de humedales, manglares y pastizales.
Para llegar a los Pantanos de Centla desde la ciudad de Villahermosa, se debe tomar la carretera 180 en dirección a Frontera y Ciudad del Carmen. Son aproximadamente 80 kilómetros hasta llegar al puente Enrique González Pedrero, que cruza el río Grijalva.
Consta de más de 300 mil hectáreas y se localiza en el noreste del estado de Tabasco, entre los municipios de Centla, Jonuta y Macuspana. La profundidad máxima es de hasta 25 metros.
Es hogar de unas 550 especies de plantas agrupadas en asociaciones como hidrofitas, manglares, selva mediana y baja subperennifolia, explicó el guía de turistas, Carlos Humberto Zapata, durante el recorrido de hora y media que por sus aguas hizo Notimex.
“Los pantanos se pueden recorrer a pie, por eso se ve al ganado en la tierra. Pero cuando el río crece, es muy difícil caminar, ya que los pies se hunden debido a la tierra fangosa. Sin embargo, no sucede como en las películas que te traga la tierra y mueres”, explicó.
Tras un paseo en lancha, capitaneado por Jesús Pérez Gómez, y que permitió adentrarse en pequeños canales, tupidos manglares o despejarse en inmensas lagunas para admirar las aves, se llega al Centro de Interpretación de la Reserva de la Biósfera Pantanos de Centla, Uyotot-Ja’, que en maya chontal significa la Casa del Agua.
En el lugar se explica el funcionamiento de los Pantanos de Centla. Debido a que la estructura está hecha de madera sobre palafitos, se debe caminar con mucho cuidado y no pasar la maya de protección a fin de evitar accidentes, pues hay cocodrilos dentro del área.
El recorrido es a través de dos salas museográficas. En una de ellas se proyecta un video, después se camina por un sendero de 750 metros de longitud. En él se topa por un cayuco, un puente colgante y una barandilla para observar la flora y fauna.
Asimismo, el visitante puede subir a una torre de avistamiento de 20 metros de altura que permite dominar el punto estratégico de la reserva entre los brazos de los tres ríos después de su larga travesía desde Guatemala, el estado de Chiapas y Tabasco.
“El río Usumacinta es el más caudaloso de México, tiene una descarga al año de aproximadamente 55 mil millones de metros cúbicos. Es uno de los siete más grandes del mundo. El río San Pedrito es un brazo del Usumacinta y va a parar al Golfo de México a 24 kilómetros más adelante”, explicó Orfa Camacho, representante de la Casa del Agua.
Debido a que es una zona plana, en época de lluvias el estado se inunda y el pantano funciona como una esponja que absorbe el agua.
“Los pantanos retienen una gran cantidad de agua, permitiendo su infiltración en las capas inferiores de suelo, abasteciendo los acuíferos subterráneos de los cuales se extrae agua para consumo humano”.
Su vegetación propicia la sedimentación y transformación de materia orgánica en nutrientes disponibles para plantas y animales, mejorando la calidad del agua y suministrando importantes volúmenes de nutrientes al Golfo de México.
Indicó que los árboles más comunes de la región son el Pukte, Tasiste, Macuilis, Mangle, Ceiba y Tinto.
“Hay cuatro variedades de manglares: rojo, negro, blanco y botoncillo. Se ven en agua dulce o salada. Son importantes porque en sus raíces albergan una gran diversidad de especies como camarones, cangrejos, jaiba.
“Producen una bacteria que es alimento para estas especies. Cuando hay huracanes protegen a las comunidades del fuerte oleaje”, precisó la experta.
Entre la fauna, sobresale una gran variedad de tortugas: la blanca, chiquiguao, guao, hicotea, pochitoque y taiman. También habitan los cocodrilos, monos saraguatos, manatí, chocolatera, pejelagarto y mojarras.
“En la travesía por el río, se pueden apreciar a las aves, las cuales son indicador de la salud de un ecosistema, si está sano, habrá un mayor número, pues son muy sensibles a los cambios climatológicos, a los gases y pesticidas”, señaló.
Algunas son: el pelícano, la gaviota, cormorán, gaytán, patillo, cocopato, correa, playerito, pepsita y pijije.
“Dentro de los Pantanos de Centla, las condiciones ambientales y abundancia de nutrientes permiten la alimentación, reproducción y refugio de importantes pesquerías del Golfo de México.
“Asimismo, los constantes aportes de materia orgánica (aluvión) que arrastran los ríos fertilizan los suelos, haciéndolos altamente productivos para diversos cultivos estacionales”, precisó Orfa Camacho.
Luego del recorrido por los Pantanos de Centla, los visitantes terminan en uno de los restaurantes de la región para degustar el tradicional pejelagarto que se prepara de diversas formas.