Aficionado a las Tardes de Danzón, realizadas en el Mercado González Ortega del Centro Histórico capitalino, don Carlos Rodríguez, originario de la Ciudad de México pero “zacatecano pirata”, como él se hace llamar, es un verdadero amante de este baile.
A sus 79 años, recuerda aquella bella época de juventud donde disfrutaba el baile, vestido con su tradicional traje de pachuco hecho por un sastre y que estaba compuesto por un pantalón holgado ceñido a la cintura y tobillos; un saco largo con hombros amplios y sombrero estilo italiano, adornado con una pluma, sin olvidar sus tirantes acompañados de zapatos estilo francés bicolor.
En el danzón encuentra su todo, ya que al ritmo de la música se va olvidando de sus problemas; cada paso le sale del corazón. Lleva 39 años en la práctica de este baile, el cual aprendió de vista y después practicó solo en su casa, frente al espejo.
Al mudarse a Zacatecas, dejó de practicarlo, hasta que un día su hijo lo invitó a las Tardes de Danzón y decidió desempolvar su traje e ir a la pista y volver a disfrutar de este ritmo.
“En cada paso que doy dejo mi mente y corazón”, comento don Carlos, quien con gran pasión disfruta cada movimiento que realiza.