ZACATECAS.- El fervor se reflejaba en sus pupilas, como la espada llameante del Nazareno cuando proclamó su palabra viva entre el pueblo. En sus manos había grietas abiertas por el paso del inefable tiempo, pero con la firmeza de un roble moreno por los rayos del sol y sosteniendo al niño Jesús.
Impecable vestía aquella figura que representa al hijo de Dios, con su túnica de caftán con remates tejidos con relieve de plata y grescas en color oro, pues era preciso coronar al infante como su investidura y la historia lo describió, por parte de doña Refugio Cortés Villafaña.
La antífona de entrada anunciaba la entrada del presbítero para oficiar la misa de la Candelaria. “Venimos ante ti, Señor, con corazones sinceros llenos de alabanza y adoración. Porque tú eres Rey de Reyes y Señor de Señores. Tú eres digno que todos te adoren”.
El recinto sagrado, la Catedral Basílica de la capital, estaba atestada de ardorosos creyentes quienes se santiguaban y atendían la liturgia.
Severiana Borja Cruz persignaba a su niño Jesús, lo portaba con garbo, incluso perfumado con aceites aromáticos agradables para los sentidos, dejando así una estela dulzona que llenaba los pulmones de quien se acercaba.
El saludo de paz se convirtió en romería solemnísima, donde los niños Jesús encontraban a sus similares con distintos atuendos, muy arreglados y con expresión de quien se sabe a salvo y resuelto.
El cruce de manos iba acompañado de cumplidos por parte de mujeres, en su mayoría, que acudieron a la cita de la Candelaria para presumir con humilde acento a su niño Jesús, suntuosos atavíos en algunos que llegaban a costar hasta 4 mil pesos.
“Mi niño Jesús es el más bonito, cada día lo cambio y le rezo varios padres nuestros y un rosario. Siempre me ha dado suerte y por eso lo traigo para todas partes con orgullo, además que sus ropitas me cuestan algo de dinero, incluso hasta 450 pesos por una camisita de manta con redobles en sus mangas y cuello redondo con cárdigan dorado”, explicó doña Fermina Rivera Espino.
“Gloria a Dios en las alturas, que ahora con la candela el camino se ha iluminado. Aquellos quienes murieron para salvar al que está a la derecha del Padre serán recompensados con la vida eterna y ahora son ángeles, querubines y serafines que nos acompañan a todas partes”, pronunció el sacerdote al concluir la misa.