Formados durante horas, la fila para las pruebas de detección de la COVID-19 parecía interminable, algunas de las personas formadas pasaban periodos de hasta cuatro horas de espera en los diferentes puntos.
Desde tempranas horas la gente acude a los centros de salud para realizarse la prueba con el fin de saber si el coronavirus es la causa de sus malestares o simplemente para salir de dudas.
Los médicos hacen su mayor esfuerzo, pese a la desesperación de la gente que hace fila en la Unidad Médica Familiar 4 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Muchos de los derechohabientes llegan con evidentes síntomas que apenas les permiten mantenerse de pie, esperando lograr un diagnóstico certero que les permita tramitar una incapacidad.
Tal es el caso de Anahí, quien desde hace algunos años trabaja en una tienda de conveniencia, como muchos de sus compañeros, comenzó a sentirse mal una tarde, afortunadamente al primer síntoma decidió hacerse la prueba.
Envuelta en bufandas, porta su cubrebocas y trata de no toser ni estornudar para no alarmar a la gente, son las 12 del día y aún está parada en la fila esperando su turno, “tengo miedo de que si tengo COVID le lleve la enfermedad a mi hijo o a mi mamá que viven conmigo”, relató.
El hartazgo se incrementa cuando hay personas que rompen la fila, algunos salen para hablar por teléfono o van a la tienda a comprar algo, al regresar a retomar su lugar provocan el disgusto de las personas que van llegando; “oiga no se vale meterse”, se escucha entre quienes están más atrás, “yo ya estaba formada, pero le dije al joven que me apartara mi lugar”, responden los señalados.
La incertidumbre hace también que las personas se nieguen a mantener “su sana distancia” y es que temen que alguien se meta a la fila de manera arbitraria.
“Sólo es cuestión de respetar”, dice Iván Getsemaní, quien argumenta que lleva desde las 9 horas en la línea esperando su turno, ya son las 12 y parece que ya le va a tocar.
“Capaz que era negativo, pero ya me contagié aquí, es que no respetan”, señaló en referencia a la gente que no sigue las recomendaciones del personal de salud.
Tras salir de la prueba, Alejandra Medina, guadalupense de 33 años, refleja en su rostro una sensación de alivio, su prueba salió negativa, pero además sabe que podrá ir a su casa tras “estar todo el día” en la línea de espera.
“Ya se me fue el día, ni fui a trabajar, por lo menos mi jefe me dio chance de faltar para que no me descuenten el día, pero a ver cómo me va mañana con el trabajo que se me juntó”, reprochó la contadora.