“Dígame cuánto es, para ver si no salgo corriendo”, dice Silvia, frente al mostrador de una cremería en el mercado Arroyo de la Plata, tras lo cual abre su monedero para extraer un par de billetes y pagar una cuenta por 387 pesos por no más de siete u ocho productos.
Aun cuando no lo dicen, esta condición la viven la mayoría de quienes acuden a los mercados para realizar sus compras; los vendedores de carne, pollo, verduras y salchichonería coinciden que el número de clientes, al igual que las ventas, han disminuido en los últimos meses.
En la bolsa, Silvia lleva un kilo de queso enchilado, medio litro de crema, jamón, tostadas y una cuantas bolas de chorizo, entre otros productos, y dice: “antes llevaba el doble de cosas, pero ya no alcanza para nada”.
Incluso recuerda que hasta febrero o marzo “acudía a hacer mis compras a las tiendas departamentales, pero ahí se gasta más que en el mercado”.
Argelia, quien recorre los pasillos de La Bodeguita de Guadalupe, reconoce que dejó de comprar artículos como cereales de marcas comerciales, “sale muy caro, sale más barato comprarlo aquí porque es a granel… y la verdad saben igual”.
Otros productos que ya no compra de “marca” son el frijol, arroz, lentejas y variedades de chiles; “llega uno al súper y los precios espantan, además que te obligan a comprar cantidades que a veces ni ocupas”.
Ahora, al igual que varias familias en la zona conurbada, Argelia prefiere comprar lo que estima pueden consumir en un día o dos.
La historia no es diferente para los vendedores. Por ejemplo, la Carnicería Panchito, ubicada en el mercado Genaro Codina, conocido como El Laberinto, desde inicio de año ha sacrificado la ganancia por mantener a sus clientes.
Ahí despacha Antonio, quien narra que en general el costo de la carne de res y de cerdo “se disparó entre 10 y 15 pesos en los últimos días, pero nosotros decidimos mantener el precio, porque de por sí las ventas son bajas y si subimos los precios vamos a perder clientes”.
Octavio, quien atiende un puesto de verduras, también ha visto mermadas sus ventas. Además, señala los pasillos vacíos del mercado y expone que ya no surte el puesto como lo hacía el año pasado, porque mucha mercancía se le queda.
Entre los productos que más han incrementado su precio está la cebolla, que ha llegado hasta los 29 pesos el kilo cuando hace unos meses estaba en 14; “el limón ya bajó poquito y ahora está en 30. El que estuvo muy caro fue el aguacate, llegó hasta los 130 pesos, pero ya está bajando”.
Esta historia se repite en la pollería atendida por Rosalinda Hernández; “ahora la gente para hacer su caldo lleva mollejas, hígado, patas o cabezas porque es lo más barato”.
Reconoce que aún hay quien lleva pechuga en milanesa, uno de los productos más caros, “pero ya nada más se llevan uno o dos filetitos, porque ya no les alcanza”.
Rosalinda recuerda que hasta hace un par de meses se hacía fila en su negocio, “hasta puse unos letreritos en el piso por lo de la pandemia, para que la gente se formara y guardara su sana distancia… ahora ya es raro que eso pase”.
En el sótano del mercado del Arroyo de la Plata, Fermín se afana en ofertar sus productos y atender a los pocos clientes que llegan: “ahora está más difícil, porque la gente no viene como antes. Todo subió de precio y si compramos mucho luego se nos queda”.
Pone como ejemplo la compra de uva fresca de la región de Ojocaliente, “el año pasado, con todo y la pandemia, compraba hasta 20 cajas de uva a la semana y toda se vendía, ahora apenas y logro sacar unas tres”.
“No nos queda más que echarle ganas, es lo único que podemos hacer y tener siempre la mejor actitud, porque de otra forma nos puede ir mal”, dijo, mientras comenzaba a vender medio kilo de jitomate.
FOTO: Juan Ortega