¿No se dan cuenta?
Por si no se han dado cuenta, que alguien por favor le avise a nuestras autoridades del país, y particularmente a las de nuestro propio estado de Zacatecas, que lo que estamos viendo es una abierta declaración de guerra frontal de los grupos del crimen organizado, y que aquí los discursos de que “todo está bajo control”, y de que “la situación de seguridad está mejorando”, ya nadie se las cree.
Alguien avíseles, porque parecen no darse cuenta de que mientras nuestras autoridades tratan de mostrar muchas caras amables, ninguna logra contener el miedo que se genera entre las balaceras, las ejecuciones, o los ataques coordinados como el de ayer, cuando hubo lo que la propia autoridad informó como un “intento de fuga” del penal de Cieneguillas, que habría sido frustrado luego de al interior del propio centro penitenciario se había reportado una fuerte balacera, que nadie explicó cómo fue que sucedió.
El miedo que inundó el ambiente de todo el centro de nuestra entidad, desde las últimas horas de la tarde y hasta entrada la noche, se difundió y se volvió viral en redes sociales con imágenes de bloqueos, vehículos incendiados, objetos ponchallantas en las carreteras e, incluso, con los reportes de viajeros que, desesperados, narraban cómo habían sido despojados de sus automóviles, dejándolos a su suerte en varias carreteras entre Fresnillo, Jerez, Villanueva, Zacatecas… y más.
¿De veras no se dan cuenta nuestros gobernantes (y sus equipos) de que sus actitudes halagüeñas y aparentemente sonrientes, chocan de frente con el temor de la población? ¿De veras no se dan cuenta de que sus mensajes a medias sólo generan más especulación y acrecientan la desconfianza de los zacatecanos?
Hay que empezar a preguntarnos quién podrá tener no sólo las facultades, sino la suficiente altura y calidad moral como para que nuestras autoridades gubernamentales le hagan caso, y busquen ya más y mejores maneras de combatir el delito con eficacia, y que den resultados tangibles, perceptibles por la sociedad, y que demuestren un verdadero impacto positivo para lograr recuperar la tan ansiada paz de todos.
Esa voz, sin duda, no la tienen muchos políticos en funciones, pues lamentablemente han dilapidado la confianza depositada en ellos, en diatribas y negociaciones mezquinas, a menudo hipócritas y por lo menos onerosas para la ciudadanía. Sus voces ya suenan huecas, y de plano apenas sirven para el anecdotario de la vida mediocre de nuestra clase política.
Las voces de los ciudadanos, en cambio, sobre todo las de aquellos que han resultado víctimas de la delincuencia y de la violencia, son voces reales, cuyo dolor debería darles el más alto volumen para ser oídos y atendidos.
Las voces de niños que se quedaron sin sus padres, las de familias enteras que han perdido a sus hijos, las de los gremios que han perdido compañeros, todas esas voces desgarradas por la sangre derramada o la desaparición de personas, deberían ser las primeras en ser escuchadas por los gobiernos… pero lamentablemente parecen perderse entre el ruido de las grillas políticas, entre los inútiles reclamos al pasado reciente, y entre las ocurrencias de los comunicadores oficialistas.
Si no se dan cuenta de todo ello, es preocupante porque eso significaría que tienen “apagado” el sentido de la más básica empatía con los demás. Pero si, por el contrario, se dan cuenta y no reaccionan, es peor entonces, pues significaría que simplemente su escala de prioridades está centrada en otros temas, diferentes de las más evidentes necesidades sociales. Y entonces sí, los ciudadanos estamos fregados.
Porque si tenemos autoridades que no se dan cuenta de la realidad, no podemos esperar que sus programas de acción correspondan a lo que vivimos cotidianamente; y si se dan cuenta, pero se hacen “de la vista gorda”, sólo podremos esperar entonces el más vil desprecio hacia la vida humana, hacia las necesidades sociales, hacia lo que en realidad importa para mantener un básico nivel de paz en nuestras comunidades.
Por lo pronto, no nos quedemos callados nosotros, como sociedad; aprovechemos los foros personales y públicos que nos dan las redes sociales para expresar nuestro sentir; digámosle al gobierno que no estamos de acuerdo con lo que están haciendo o lo que están dejando de hacer, y entonces sí, esperemos que nos escuchen, que nos hagan caso. Esperemos que se den cuenta… de todo.