Las entrañas de Teotihuacán se han indagada por 60 años, dando paso a uno de los esfuerzos arqueológicos de largo aliento más importantes del País.
De ello da cuenta, en el Museo Nacional de Antropología (MNA), la exposición Teotihuacán, Proyecto 1962-2022.
Expuesta en la Media Luna del recinto, la muestra despliega, de modo documental, mediante mamparas con fotografías históricas y piezas de cerámica, los pormenores de la exploración del sitio arqueológico a lo largo de los años, y reconoce a sus protagonistas y sus aportes.
«Las y los protagonistas de esta historia tuvieron que trabajar contra la adversidad, pues tierra y vegetación cubrían casi todos los vestigios de la ‘Ciudad de los Dioses’, aunque vestigios con restos de pintura mural podían verse fuera de los linderos», recuerda el INAH en comunicado sobre los inicios de las labores de arqueología.
Todo inició cuando en 1959 los arqueólogos Jorge R. Acosta e Ignacio Bernal elaboraron un plan de trabajo para explorar y reconstruir la zona.
«La primera temporada de trabajos exploratorios comenzó el 11 de enero de 1960, enfocándose en la Plaza de la Luna. Después siguieron otras temporadas de campo, encaminadas a consolidar los edificios alineados a ambos lados de la Calzada de los Muertos.
«A mediados de la tercera temporada se informó a las autoridades del INAH que el entonces Presidente de la República, Adolfo López Mateos, a través de la Secretaría de Hacienda, había aprobado una partida de 17 millones de pesos, cantidad inusitada para explorar un tramo de dos kilómetros de la parte ceremonial de la urbe: desde la Pirámide de la Luna hasta La Ciudadela», evoca el INAH.
Desde entonces, los trabajos no pararon.
Un trazo de toda la trayectoria del proyecto es lo que ofrece esta exposición del MNA. Una radiografía de la Ciudad de los Dioses traída al plano terrenal.
Oscar Raul Cid de Leon Ricardez
Agencia Reforma