La cruz de Whaley sigue encendida
Un 2023 seguro. Aunque poco a poco los avances en seguridad han disminuido los crímenes dolosos, queremos sea más rápido su descenso. Que los jueces dejen de ser cómplices de la delincuencia al dejarlos libres o que sus juicios duren eternidades, esperando que para liberarlos llegue otro presidente a modo como sucedió en los tres últimos sexenios.
Las acciones actuales por parte de las fuerzas de seguridad nacional con la captura de una importante cabecilla, tiene una connotación: 40 transgresores de la ley, entre muertos y 19 detenidos hace que su fuerza se reduzca.
Nuestro deseo para 2023, que exista paz en el país y principalmente en Zacatecas, para volver a disfrutar de un estado de importancia cultural y de gente trabajadora.
Méxicos diversos. A quienes no nos preocupa ser chairos o nacos por haber nacido en barrios populares, como un servidor en Tepito, podemos perder el miedo a represiones que hemos recibido y apoyar a quienes nos representan con dignidad, en este caso, la 4T de AMLO.
Hablar de ello es parte de nuestra vida desde épocas estudiantiles, antes del descanso de las fiestas decembrinas, me dolió enormemente el fallecimiento de un amigo, líder y maestro de humanismo, Arturo Whaley Martínez.
Lo conocí en el año de 1978, al ingresar al Instituto Nacional de Energía Nuclear (INEN), como geólogo en exploración de uranio, gracias a ser informado de una plaza vacante. Me preparé por el posible examen de oposición, que no se presentó por ser candidato único y evaluado por la comisión patronal y sindical del INEN.
En aquellos tiempos, hubo un intento de violentar la autonomía sindical por haber participado en el movimiento de la Tendencia Democrática del Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (TD del SUTERM). La base de trabajadores del Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Nuclear (SUTIN) refrendó el apoyo a la dirigencia de Whaley con verdaderos especialistas en energía como Antonio Gershenson, Antonio Ponce, Alonso Bassanetti, Carlos Sánchez, Víctor Tamayo, entre otros, además, tenían y tienen una verdadera ideología nacionalista.
Con Whaley como en toda instancia democrática teníamos leves divergencias, que siempre se solucionaron con convencimiento y acuerdos. Invariablemente me impresionó la altura de la discusión política laboral, pero más el nivel técnico que se presentaba con todos los trabajadores nucleares en asambleas y en los grupos de discusión que se empezaron a desarrollar intensamente en 1979, después de la reforma de la legislación nuclear que nos dividió en Uranio Mexicano (URAMEX) en exploración y extracción, Instituto Nacional de investigación Nuclear (ININ) y Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias.
Las políticas del gris presidente Miguel de la Madrid, a las órdenes de los mandatos de los organismos financieros y padre en México de la aplicación de políticas neoliberales, obligó a la destrucción de la política nuclear nacionalista, que permitiría la integración de empresas mexicanas para construir plantas nucleares de uranio natural, sin que los capitales norteamericanos presionaran a la dependencia con reactores de uranio enriquecido.
Un movimiento nacional sindicalista que objetivamente fue Whaley y todo el SUTIN, que logra conjuntar sindicatos independientes y hasta los charros para oponerse a las políticas neoliberales, que dañaron a toda la sociedad de clases medias y populares, fue violentado con la represión a sindicatos de universitarios, para el SUTIN y sus políticas nacionalistas, desaparecerlo e intentar poner el recurso estratégico del uranio y construcción de plantas nucleares en manos de extranjeros, situación que no se logró gracias a la firmeza del sindicato y aliados.
Arturo Whaley tenía una mente sumamente activa y empezó (gracias a la experiencia en el manejo de políticas energéticas aprendidas con la nuclear), a impulsar las energías alternas para finales de los ochenta y los noventa. Zacatecas con su intervención, sería pionera, en usar la energía solar y eólica.
Pero la interposición -por causas muy extrañas del gobierno de Genaro Borrego-, la entregó a manos de intereses particulares. Después, salieron a la luz irregularidades con la aprehensión por fraude del empresario que supuestamente instalaría los aerogeneradores del Cerro de la Virgen. Hoy, el proyecto está operando con una compañía privada gracias a los trabajos incipientes de aquellos tiempos.
De aquellos proyectos en Zacatecas participé en los estudios técnicos en geofísica para conocer las características del viento en los alrededores de la ciudad de Zacatecas y en comunidades del semidesierto norte. Me invitó a conocer el primer proyecto piloto en Oaxaca, cuna de los que al presente existen.
Por esas fechas y a sugerencia del gobierno federal, se le solicitó un proyecto de apoyo a comunidades con recursos minerales dentro de la legislación minera. Es cuando y con gratitud, le agradeceré la confianza que me tuvo -social y técnica- para desarrollarlos. Señalo, que muchos de ellos, siguen en operación en Zacatecas, San Luis Potosí y Coahuila, entre otros estados.
Recuerdo la anécdota que me contó sobre la cruz de la Bufa, trabajando para la Comisión Federal de Electricidad, que el párroco u obispo de Zacatecas se oponía a que se pusiera una antena de transmisión de CFE en la Bufa. Negoció y les dio la idea de que fuera una cruz, así se otorgó el permiso.
Whaley también era alegre y con alto sentido de la amistad, de la cual gozamos amigos del SUTIN, del sindicalismo, políticos y hasta empresarios. Un desafortunado accidente automovilístico en 2004 deterioró su salud.
Arturo Whaley nos deja momentáneamente, pero para mí, la cruz de Whaley sigue encendida.