La última familia que quedaba en San Pascual salió de esta comunidad de Tepetongo a casi dos meses de que iniciara la huida de los habitantes. El miedo al grupo delincuencial que tomó el pueblo los orilló a abandonar todo y las autoridades “no han hecho nada”.
La localidad se caracterizaba por su gente trabajadora, la mayoría dedicada a la ganadería, la agricultura y la elaboración de quesos.
Motivados por una buena racha económica gracias a empleos temporales en Estados Unidos, tenían intención de invertir y mejorar su entorno, sin embargo, los planes cambiaron con la llegada de sujetos armados.
Como miles más en la región, los pobladores se convirtieron en víctimas de desplazamiento por el crimen organizado en Zacatecas, una de las entidades con mayor número de episodios de este tipo, según la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de Derechos Humanos (CMDPDH).
Vivir con miedo
A finales de enero, San Pascual se quedó solo. Quienes ahí vivían resumen su situación en dos palabras: tristeza y desconfianza, pues a pesar de que sí han denunciado ante distintas autoridades, no han obtenido respuesta.
La inseguridad en esta comunidad de la zona serrana de Tepetongo inició el último mes de 2022, cuando vieron llegar grupos de hombres desconocidos por primera vez.
El 19 de diciembre, el ahora ex secretario de Seguridad Pública estatal, Adolfo Marín Marín, confirmó que más de 100 familias habían sido desplazadas, sin precisar el número, y afirmó que se mantendría un operativo en la zona.
“Estaba jugando con mis hijos cuando llegaron tres tipos, se le quedaban viendo a la casa, a nuestras cosas, sobre todo a la camioneta. Empezaron a preguntar a qué me dedicaba y qué era lo que hacía diariamente”, expuso una de las víctimas.
Lo mismo se repitió con otros habitantes. En algunos casos, los forasteros llegaron a revisar hasta celulares y el interior de vehículos, en lo que los pobladores recordaron como actos de intimidación.
“No fue como que nos corrieran a punta de pistola y nos hayan sacado, realmente nos salimos por miedo. Pero eran personas armadas, llegaron preguntando cosas, la gente se prefirió salir que estar viviendo día a día con miedo”.
Alcanzados por la delincuencia
En San Pascual, el número de habitantes varía según las temporadas del año, ya que algunos aprovechan oportunidades para ir a trabajar a Estados Unidos.
Los testimonios de esta localidad son muy similares a las de otras desplazadas por el mismo grupo criminal. “Básicamente es lo mismo, hemos estado batallando con eso”, expresó una de las personas afectadas.
Hasta entonces, a este pueblo no habían llegado amenazas, pese a su vecindad con otros como El Cuidado, La Joya, La Tinaja y Juanchorrey, asolados por la delincuencia.
Lo primero que notaron en San Pascual fue que sujetos observaban desde el mirador conocido como la peña de la Santa Cruz, incrustada entre dos cerros. Dos bajaron desde el sitio, advirtieron ser parte de un grupo delincuencial y aseguraron que su interés era “proporcionarles protección”.
Unos días después fueron 10 hombres, vestían camuflados y de sus hombros colgaban armas. Rápidamente, la noticia se corrió entre los pobladores:
“Se llevaron a dos vecinos y dos vehículos, no sabíamos por qué. Al día siguiente regresaron a uno bien golpeado, sólo para que fuera a su casa por ropa y otras cosas”.
Este hecho sembró el temor: ¿“los malos” sólo iban por ellos o regresarían por más? Ante la incertidumbre, los habitantes prepararon maletas con ropa, documentos y comida “por si se ponía peor la cosa”.
“Por el nerviosismo y por el miedo empezamos a rezar rosarios en familia. De repente se veían camionetas grandes, sin placas, durante el día”.
“Arriesgamos el pellejo”
Luego, los desconocidos llegaron por camionetas de los lugareños y “no quedó de otra más que ponerlas a disposición, ¿ya qué más hacíamos?”. Sin embargo, los afectados decidieron reportar los vehículos como robados.
“Cuando pasó supimos que un par de familias ya se habían movido, todos estábamos muy nerviosos, poco a poco otra familia también se fue yendo a otros sitios”.
Hubo quienes se desplazaron a Estados Unidos, también a otras entidades y municipios. Algunos sobreviven de remesas, a otros no les quedó remedio más que desempeñarse de lo que pudieran, todas actividades distintas a lo que hacían en San Pascual.
No hubo fiestas decembrinas, sino miedo entre los que quedaban: “hemos arriesgado el pellejo denunciando este tipo de situaciones a los del cuartel militar, a la fiscalía, levantamos un reporte el 24 de diciembre y no han hecho nada”.
Más tarde, la desaparición de cuatro jóvenes que en Navidad viajaban de Jerez a Colotlán se hizo internacional y, en Tepetongo, donde más de un mes después fueron encontrados los cuerpos de las víctimas, ya estaba extendido el terror.
Sin respuestas
“La gente comenzó a vivir con mucha tristeza, asombro e impotencia, ese tipo de sensaciones que experimenta uno cuando, ante la presencia de sujetos armados, nuestro primer pensamiento al despertar era que nos iban a matar”, manifestó otro de los habitantes.
La presencia de los hombres era ya constante y los habitantes de San Pascual dejaron el pueblo. Lo que más dolió, lamentaron, fue ver cómo personas de muy avanzada edad tuvieron que abandonar sus casas, dejar sus animales y sus tierras.
Una vez que todos salieron, varios interpusieron denuncias ante las autoridades. Quienes se han atrevido a regresar por alguna pertenencia o a revisar a los animales encuentran sus hogares saqueados, incluso a desconocidos durmiendo en sus camas.
Pero el reclamo se mantiene: seguridad y justicia para San Pascual. Mientras tanto, este viernes y desde Jalisco, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, declaró que ante la violencia en la colindancia con Zacatecas, donde se ubica Tepetongo, “se está actuando, se está atendiendo, hay presencia y ha aminorado el problema de la inseguridad en esa región”.