El peor gobierno en el peor momento: la tormenta perfecta… (I)
“Entre fines de octubre y principio de noviembre (…) llegan (…) grandes masas de aire frío; y paralelamente, el Océano Atlántico aún más caliente que el continente, permite el desarrollo de organismos tropicales. Ese contraste entre masas de aire tan diferentes produce fuertes tormentas (…) un importante sistema de baja presión se formó a lo largo de un frente frío que se movía mar adentro. Esta depresión se fue intensificando convirtiéndose en el sistema dominante de esa área del Atlántico. El huracán Grace, que se había formado a partir [de] una tormenta tropical ya existente y que inicialmente se movía hacia el noroeste, hizo un brusco giro hacia el este (…) la humedad de los niveles medios y altos fue absorbida por la baja extratropical. El sistema de baja presión comenzó a moverse (…), mientras continuaba intensificándose. Un fuerte centro de altas presiones se ubicaba desde el Golfo de México y hacia el noreste, a lo largo de los Apalaches y hasta Groenlandia. La importante diferencia de presiones entre este anticiclón y la baja en desarrollo produjo fuertes vientos de más de 100 Km/h constantes (30 de octubre). La boya (…) reportó vientos sostenidos de 90 Km/h con ráfagas de hasta 120 km/h y olas de hasta 12 metros de altura. Algunas observaciones no verificadas reportaron vientos y oleaje de mayor proporción.”
Ésa es una explicación meteorológica (que puede leerse completa en el sitio web https://www.tutiempo.net/meteorologia/la-tormenta-perfecta.html; aquí resumí a criterio para destacar elementos cruciales) de La tormenta perfecta, un libro que eventualmente fue llevado a la pantalla grande y nos dio una de las mejores películas de George Clooney.
Permítaseme, estimado lector, construir un paralelismo de los elementos que dieron pie a ese fenómeno natural único, con uno social de dolor, coraje, inseguridad, violencia, tristeza, desesperación, frustración, engaño y represión que vivimos ahora, cuyo eje, a juicio de muchos, es el actuar gubernamental: la percepción de inseguridad.
Época del año; temperaturas calientes y frías del mar; humedad; viento; corrientes fuertes; masas de aire; presión y otros tantos elementos se confabularon para crear las condiciones de una tormenta de grandes magnitudes. Como puede Usted apreciar, estos componentes propios de la naturaleza “coincidieron” en un momento y lugar determinado, creando ese fenómeno natural único, incontrolable. Ante eso, el ser humano sólo puede esperar, impávido, el desarrollo de ésta, y sortearlo en su dimensión. No tiene manera de controlarlo, apaciguarlo. Simplemente espera su desenlace.
Por otro lado, en la actualidad atravesamos en nuestro país un doloroso fenómeno de inseguridad y sus repercusiones son lastimosas por donde se vea: todos los días se genera información de personas fallecidas, desaparecidas o atacadas de manera violenta (todos tenemos una historia que contar); no vemos o sentimos (por aquello de la percepción de inseguridad) que los gobiernos actúen de manera contundente para erradicar la violencia en todas sus expresiones: no nos sentimos protegidos; se interpreta que la procuración de justicia es lenta, torpe, sesgada, rebasada incluso por el alto número de delitos que se cometen; creemos que la impunidad es cosas de todos los días y la ley sólo protege a los poderosos, a los políticos (y más a los caciques); las autoridades gubernamentales se esconden, no dan la cara, no atienden la responsabilidad que ellos buscaron a través del voto y que obtuvieron de forma democrática; la sensación de seguridad ante cuerpos policiacos locales es nula en comparación con otras corporaciones; tenemos grandes franjas de la población en situación de pobreza extrema que los convierte, por necesidad, en recurso para grupos delictivos; tenemos una gran desintegración familiar, violencia intrafamiliar, con adicciones y demás; políticas de seguridad pública sin peso, solo de cuadernillo y sin dinero, seguimiento, evaluación. Y aquí, estimado lector, inserte Usted los otros elementos que considere que hacen que vivamos en la penumbra… en la tormenta perfecta de la inseguridad, la violencia y el dolor. Estamos hablando no de una situación derivada de combinaciones de la naturaleza, sino de trances incididos por el ser humano: son fenómenos sociales.
Lo peor de todo esto no es solamente que, como sociedad, estamos muy por debajo del potencial que tenemos en México para ser un país desarrollado o “de primer mundo”, como suele decirse, sino que tenemos gobiernos que rehuyen su responsabilidad, que simplemente no puede con el paquete: equipos de gabinetes que no atienden eficazmente sus tareas; actores políticos que se decantan en la enajenación, en discursos huecos, en acciones nulas, en la flojera; voces perniciosas que señalan la paja en el ojo ajeno alegando el pasado, pero olvidan miserablemente la viga en el propio en su responsabilidad actual; lacayos estériles que buscan tapar el sol con un dedo al manipular instrumentos de comunicación gubernamental en redes sociales o medios tradicionales para ocultar la realidad de las personas; burocracias que buscan sortear el vaivén de la irresponsabilidad en el cargo, pero siguen enganchados del beneficio económico; grupos políticos que se especializan en “grillar”, en el chisme palaciego, y están “operando” por buscar el próximo cargo de gobierno o de elección popular, en lugar de sacar el pecho en la responsabilidad actual… y así…